“Masonería y Rosacruz”
-Un místico baile entre lo masculino y lo femenino-
La polaridad como el género es algo completamente natural y necesario para que el Universo pueda prosperar y evolucionar; pero las polaridades de positivo y negativo o de género masculino y femenino son meros convencionalismos utilizados para diferenciar los polos y géneros que podrían ser perfectamente intercambiables; es decir, definimos masculino al Ser Humano varón y positivo al polo que atrae los electrones en una batería eléctrica, mientras que denominamos como negativo al polo emisor de electrones y femenino a la mujer, elemento reproductor de la Especie Humana, aunque su denominación podría ser justo la contraria; de hecho, durante muchísimo tiempo, dentro del campo eléctrico, existió el convencionalismo de que las cargas eléctricas viajaban del polo positivo al negativo y, curiosamente, eso jamás interfirió para que las ecuaciones matemáticas no dejarán de ser correctas.
El convencionalismo, la ignorancia y el paso del tiempo han terminado convirtiendo, de forma completamente errónea, lo positivo y masculino como algo bueno y lo negativo y femenino como algo malo. Está percepción atávica hay que evitarla a toda costa; pero la solución no consiste en ignorar la realidad de los necesarios polo y género; es decir, introducir, como el avestruz, la cabeza en la Tierra para no ver lo obvio.
El que se intente no reconocer los diferentes polos y el género, no va a hacer que dejen de existir. Esto es algo que debemos de tener muy claro, el Universo va a seguir moviéndose o vibrando electromagnéticamente entre dos polaridades y, lo contrario, haría que el Universo dejara de existir. Así, mal que nos pese y llamémoslo como deseemos hacerlo, siempre existirá un positivo o negativo en contraposición de su polo contrario y un género masculino y femenino complementando a su contrario con el fin de que pueda reproducirse cada especie. Y eso no significa que no deje de haber especies animales de una composición básica y que contengan, en un mismo individuo; es decir, andrógino, los dos géneros.
En nuestra Especie, desde tiempos remotos, nuestras mujeres, por convencionalismo, han mantenido una actitud pasiva encargada de la natural reproducción de la Especie y cuidar de la Unidad Familiar mientras que los varones se ocupaban de la manutención, mediante la caza, y de su seguridad guerreando contra los posibles invasores.
Esos roles, teóricamente intercambiables, la razón nos indica que se han ido edificando de forma natural, en tanto que la hembra de nuestra especie, necesita un tiempo bastante prolongado, tras el parto, para alimentar a sus hijos y eso habría sido incompatible con el tener que salir de caza o ir a la guerra; es por ello que, de forma natural y no intencionada, los roles se han ido construyendo tal y como en la actualidad los conocemos y no por alguna causa supuestamente conspirativa de neutralización de una de las partes de la Especie Humana. Es la necesidad la que hace al músculo y es la necesidad de la propia Especie la que, con el paso del tiempo, ha constituido los roles.
En el campo místico tenemos a la Rosacruz, cuya connotación es básicamente femenina por aquello de la belleza de la rosa y del cáliz, cuya connotación femenina, en tanto que eufemismo del útero, es básicamente correcta.
Aún así, la Rosacruz, como casi todas las cosas, vieron la luz gracias a los varones; es decir, no se conocen instituciones fraternales del pasado que fueran constituidas por mujeres, aunque eso se debe más a ésa actitud de rol pasivo que a la Mujer le ha tocado vivir; pero lo que no se dice y no se cuenta es que la inducción femenina siempre se encuentra detrás de los actos provocados por los varones; de hecho, esa es la causa de que se diga aquello de “Detrás de un gran Hombre se encuentra una gran Mujer”; de hecho, eso es tan cierto, que una buena mujer puede potenciar la capacidad creativa del Hombre y una mala mujer puede anularla por completo. Por lo tanto, es la Mujer la que, siempre ha estado, detrás y en la retaguardia, de toda idea o constructo Humano, ya sea en los mundos del arte de la ciencia o de la sociología, entre todos los demás.
Esto quiere decir que, si biológicamente, el varón es el inseminador natural de la mujer; en el ámbito mental o psicológico, es la mujer la inseminadora de los hombres y sin cuya semilla, la Humanidad habría sido improductiva y nuestra especie continuaría de cazadores recolectores como en la Edad de Piedra.
Así, como constructo místico de carácter Femenino, la Rosacruz, en tanto que mero Movimiento Iluminista, daría lugar a los colegios científicos o reales academias del Conocimiento; pero también a las masculinas cofradías fraternales, como es el caso de la Masonería de navegantes que conducen a la Humanidad por los vericuetos de la Vida.
Así, la Masonería nace como un sucedáneo caballeresco de la antigua Orden guerrera de los templarios que remedaría su masculina actitud de construir, mantener la seguridad y llevar el sustento a la Comunidad. Esa es, básicamente, la causa de que la Masonería naciera como un colectivo masculino, aunque en la actualidad haya derivado, contraviniendo algunos de los más importantes landmarks, en cosas muy diferentes. Es por dicha causa que se habla de una Masonería Regular constituida por, exclusivamente, varones y una Masonería liberal, donde se ha dado entrada a las mujeres, no sabemos si para bien o para mal de la Orden masónica.
Lo curioso del caso, dentro de la denominada como Masonería Regular, es que, a pesar de ser una Orden específicamente masculina, acepta elementos gays entre sus filas, cosa que no tiene demasiado sentido. Del mismo modo; pero a la inversa, las comunidades masónicas liberales terminan constituyendo lugares de cita entre varones y hembras, lo que termina siendo una fuente de permanentes conflictos sexuales y, mal que nos pese, tenemos que confirmar la evidencia.
Esos elementos disonantes de gays lesbianas y, natural, atracción sexual entre los elementos diferenciados de los componentes del Grupo, más que fuente de algo positivo y edificante, termina siendo origen de permanentes conflictos fuente de discordia y degradación de las estructuras fraternales.
El futuro natural de la verdadera Masonería es remedar las antiguas costumbres de los varones cazadores y recolectores, cuya función es construir la Sociedad Humana. Una Sociedad, cada día, más justa, libre y fraternal, mientras que la Rosacruz, como Entidad preferentemente y cada día, más femenina, está abocada a constituir una Sociedad de “Reverendas Madres” cuya misión principal consistirá en dirigir el Camino por donde deba de transitar la Humanidad.
Así, la Rosacruz siempre será la cuna femenina que engendre la acción masculina representada por la genuina masonería tradicional, independientemente de que ambas instituciones estén conformadas por solo hombres, solo mujeres o una combinación de ambas polaridades que, como ya hemos comentado, son el fruto de un mero convencionalismo y de una necesidad natural de compartimentación de roles.
Así, la Masonería, suceda lo que suceda, siempre detentará el Rol masculino y positivo del Misticismo Humano, mientras que la Rosacruz hará lo propio con el lado negativo y femenino, constituyendo la Fuerza generatriz del progreso evolutivo de la
Humanidad.
Frater Aralba R+C