“¿Cómo puedo iniciarme?”
-Esa es la “Pregunta del Millón”, una que sólo tú podrás responder-
En realidad, las miles de paginas que suponen nuestras reflexiones, vuestras lecciones, intentan fatuamente, responder a la Pregunta que supone el Título de éste pequeño artículo.
Venimos repitiendo que el Maestro es interior, Cristo, y que éste Maestro aparece cuando el Discípulo se encuentra preparado. Nos queda claro que la Iniciación es una búsqueda o Camino interior hacia lo más profundo de nuestro Ser, el Maestro, intentando encontrarnos con Él para ofrecerle, con sinceridad, que sea Él quien tome las riendas de nuestras caóticas vidas.
En tanto que la Iniciación es algo Personal e Intransferible, resulta literalmente imposible que alguien pudiera poseer una llave maestra que sirviese para todo el Mundo; dicho de otro modo, la Iniciación es diferente para cada individuo y las experiencias de unos no sirven para los otros; de hecho, el exponer las experiencias particulares no sirven para que sean convertidas en métodos infalibles; sino como meras referencias especulativas que sirviesen para reflexionar e intentar, por uno mismo, cada cual, encontrar su Camino, su Método. Un Camino y Método, por suerte o por desgracia, solo sirve para quien lo experimentó; pero, para nadie más.
El Objetivo principal de nuestro “Colegio Invisible de la Rosacruz” es auxiliar a todos los genuinos y sinceros buscadores, para que, por ellos mismos, encuentren su Camino y su Método; es decir, su propio Proceso Iniciático y que sólo le servirá a Él y a nadie más.
Hemos ofrecido, en nuestras reflexiones, ejercicios que nos sirvieron a nosotros y, posiblemente, también a otros; pero somos conscientes de que los ejercicios propuestos no sirven para nada si no se poseen las herramientas apropiadas. De nada serviría entregar ladrillos, cemento y arena a un albañil si no le proveemos de sus más básicas herramientas. Así, del mismo modo, esos materiales que son los ejercicios si no se posee la herramienta básica y fundamental del Amor, la empatía hacia todo lo que nos rodea, con la convicción de que nosotros formamos parte del Todo y el Todo, consecuentemente, forma parte de nosotros; en definitiva, que todos somos uno solo.
Cuando llegamos a ésa conclusión, por nuestros propios medios, de forma sincera, y lo asumimos como un principio básico de nuestras vidas, habremos dado el primer paso hacia la Cristificación; es decir, hacia la Iniciación que tanto ansiamos.
Ese Proceso, individual e Intransferible, como decimos, nos será dado por nuestro Maestro Interior, Cristo; y por más que nos empeceinemos en lo contrario, no conseguiremos convertirlo en algo que sirva para todos o que se pueda duplicar o emular.
Podremos realizar mil reflexiones acerca de la Iniciación y desde infinitos puntos de vista; pero invariablemente llegaremos, siempre, a la misma conclusión: la Iniciación es algo personal y sin posibilidad de ser duplicado para que sea efectivo en otros.
Frater Aralba R+C
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