“Simbiosis o parasitismo trascendente”
-¿Quién es el Anfitrión y quién el Parásito o Simbionte en ésta relación?-
Seguro que a todos, en algún momento de nuestra existencia, se nos ha pasado por la cabeza una pregunta ¿Qué relación existe entre nuestra personalidad, de todos los días, y ése Ser Interno, de carácter Divino, que vive en nuestro interior. ¿Acaso se trata de algún parásito del que nosotros somos su anfitrión? o, por el contrario, ¿se trata de algún tipo de simbiosis beneficiosa para ambas partes?
En el parasitismo el parásito ordeña la energía de su anfitrión hasta su extinción; en algunos casos, esto supone también la muerte del parásito. En unos pocos casos, el parásito pasa a un nuevo anfitrión. En la simbiosis existe una colaboración mutua entre el, ahora simbionte, y su anfitrión; en donde el anfitrión proporciona un medio de locomoción y subsistencia básica a su pasajero, mientras éste, el simbionte puede protegerlo de mil maneras distintas por medio de venenos u otras toxinas defensivas.
En el caso de la relación entre la Personalidad mortal y el Ser inmortal que la cabalga no podemos hablar de parasitismo por diversos motivos; entre otros porque el Espíritu del Ser Interno es muy anterior al nacimiento de la Personalidad; de hecho, es preexistente y eterno. Por otro lado, hablar de parasitismo es incorrecto, en tanto que la Personalidad es una creación del Ser Interno intentando manifestarse en un entorno hostil material y espacio temporal. No debemos de olvidar que el Yo Superior o Maestro Interior es una Entidad plenamente espiritual.
No, el Ser Interno no es un parásito, como tampoco lo es el buzo que utiliza un traje de escafandra para sumergirse en las profundidades del océano. A nadie se le pasa por la cabeza pensar que los tripulantes de un submarino sean parásitos del aparato o que el conductor de un automóvil se encuentre parasitando a su vehículo.
En todo caso podría hablarse de simbiosis dado que existe, en el caso que nos ocupa, un beneficio para ambas partes. Por un lado la Personalidad proporciona un vehículo de manifestación al Espíritu de su Ser Interno y, por el otro, la Personalidad si actúa consecuentemente y en resonancia con su pasajero podrá alcanzar la Vida Eterna o Salvación de su Alma Natural mediante la preservación tanto de su memoria como de su consciencia individual.
La Personalidad debe de alcanzar el conocimiento de sí misma; es decir, que se trata un ser efímero que tuvo un nacimiento y que tendrá un final mediante la muerte. Y en el interín entre el nacimiento y la muerte, debe de trabajar, como el instrumento que es, en beneficio de su pasajero, el Ser Interno.
Así las cosas, la Personalidad debe de alcanzar la consciencia de que debe de sacrificar su existencia en beneficio del Ser Eterno que la cabalga; es decir, sabe que ella debe de menguar para que su Espíritu crezca hasta alcanzar el control, primero de las emociones y después de su propio Pensamiento. La Personalidad, consciente, sabe que debe de alimentar con su propio Vida al Ser Interno hasta su propia extinción; pero no se trata de una extinción al uso, sino de un proceso en el que al final, con la Muerte de la Personalidad, se produce su propio renacimiento o nuevo nacimiento; porque cuando el Ser Interno, Cristo lo llamamos los gnósticos cristianos rosacruces, toma el control tanto de las emociones como de la mente, habiendo muerto la Personalidad; sin embargo resucita en gloria y poder en una suerte de fusión permanente de lo que fuera la Personalidad con su Ser Interno. Ésto es así, porque tras el Proceso alquímico espiritual de la Cristificación, conducente a la Transfiguración, el Alma mortal de la Personalidad en extinción, traspasa toda su información, tanto memoria como conciencia, al Alma Inmortal o parte espiritual y que no es otra cosa que el vehículo del Ser Espiritual.
De dicho modo se produce la salvación del Alma mortal en una suerte de resurrección mediante la fusión permanente del Alma Inmortal con la fusión completa de la información de la Personalidad o Alma mortal. Por lo tanto, aunque en apariencia, la Personalidad primitiva se haya desintegrado, toda su Esencia e información, incluida su Conciencia, queda salvada mediante su Espíritu o Alma Inmortal que, a fin de cuentas, es Cristo, su Yo Superior y Maestro Interior; en suma, la parte del fragmento del Demiurgo que le toca.
Claro está, que esa preservación de la Personalidad o Salvación del Alma mortal sólo se producirá si el proceso de la Cristificación es completado y conducente al nacimiento del Hombre Nuevo; es decir, a la Transfiguración mediante el trasvase de información de la parte mortal hacia la inmortal. Sí éste proceso no se completa con éxito, la Personalidad perecerá con su Cuerpo y sus componentes etéricos serán reciclados del mismo modo que los átomos del Cuerpo y el Alma Inmortal se elevará hasta su Morada, en su Estrella, en donde creará, en la denominada como “Cocina del Destino” una nueva Personalidad para intentar completar su misión en éste Mundo. A éste hecho se lo conoce como “Renacimiento” no reencarnación, en tanto que lo que renace es el Espíritu con una Alma completamente nueva, no reencarna la antigua Personalidad; pero, en estos casos ¿Qué sucede con la información de las personalidades pasadas?, acaso ¿Se pierde? ¡No!, la información de las personalidades anteriores queda registrada en la Memoria de la Naturaleza, en la Esfera Reflectora, constituyendo lo que se conoce como los pasados avatares del Ser Divino; pero lo que queda registrado en esos avatares o registros de las personalidades pasadas es sólo información de la memoria, no su conciencia individual, la cual se habrá perdido; pero, no obstante, toda su memoria, al final de los tiempos, será recuperada para formar parte de la integridad del Nuevo Eón o Cristo Cósmico, nada se pierde.
Sí, por el contrario, el Alma mortal consigue su transfiguración, siendo salvada por su Ser Interno, es llevada a Shamballa, en la Esfera Reflectora, que es la morada de todas las personalidades transfiguradas y allí permanecerá hasta el final de los tiempos, hasta que sea el día y la Hora del nacimiento del nuevo Eón, Cristo Dios, nuestro Señor. Llegado ése momento, cada Entidad Espiritual volará hasta su Estrella al encuentro de sus respectivas almas gemelas para provocar la última gran implosión, previa al nacimiento de Cristo, en su nueva Dimensión. Los habitantes de Shamballa, en la Esfera Reflectora, no se encuentran ociosos y sin hacer nada, sino que, por el contrario, trabajan enviando energía espiritual positiva y curativa para los habitantes encarnados en la Materia; de vez en cuando; pero de tarde en tarde, algunos espíritus que cumplieron con su proceso transfigurístico, renacen, nuevamente entre los mortales, manteniendo su última Personalidad y el recuerdo de todos sus anteriores avatares, para servir de guías a sus hermanos encarnados. Ése es el caso de los grandes maestros espirituales como Krisna, Zaratustra, Buda y Josué o Jesús y Apolonio de Tiana, entre muchos otros.
Para finalizar, esperamos que se haya esclarecido la íntima relación simbiótica entre las personalidades y sus almas inmortales. Ellas son meros objetos automóviles que, de realizar su trabajo, serán preservadas o salvadas; de lo contrario, serán rechazadas y preservadas en los registros de memoria del Lago de Fuego y donde permanecerán, como meros registros de memoria, por toda la Eternidad.
Frater Aralba R+C

