06 diciembre, 2025

¿Simbiosis o parasitismo trascendente?

 “Simbiosis o parasitismo trascendente”


-¿Quién es el Anfitrión y quién el Parásito o Simbionte en ésta relación?-

Seguro que a todos, en algún momento de nuestra existencia, se nos ha pasado por la cabeza una pregunta ¿Qué relación existe entre nuestra personalidad, de todos los días, y ése Ser Interno, de carácter Divino, que vive en nuestro interior. ¿Acaso se trata de algún parásito del que nosotros somos su anfitrión? o, por el contrario, ¿se trata de algún tipo de simbiosis beneficiosa para ambas partes?


En el parasitismo el parásito ordeña la energía de su anfitrión hasta su extinción; en algunos casos, esto supone también la muerte del parásito. En unos pocos casos, el parásito pasa a un nuevo anfitrión. En la simbiosis existe una colaboración mutua entre el, ahora simbionte, y su anfitrión; en donde el anfitrión proporciona un medio de locomoción y subsistencia básica a su pasajero, mientras éste, el simbionte puede protegerlo de mil maneras distintas por medio de venenos u otras toxinas defensivas.


En el caso de la relación entre la Personalidad mortal y el Ser inmortal que la cabalga no podemos hablar de parasitismo por diversos motivos; entre otros porque el Espíritu del Ser Interno es muy anterior al nacimiento de la Personalidad; de hecho, es preexistente y eterno. Por otro lado, hablar de parasitismo es incorrecto, en tanto que la Personalidad es una creación del Ser Interno intentando manifestarse en un entorno hostil material y espacio temporal. No debemos de olvidar que el Yo Superior o Maestro Interior es una Entidad plenamente espiritual.


No, el Ser Interno no es un parásito, como tampoco lo es el buzo que utiliza un traje de escafandra para sumergirse en las profundidades del océano. A nadie se le pasa por la cabeza pensar que los tripulantes de un submarino sean parásitos del aparato o que el conductor de un automóvil se encuentre parasitando a su vehículo.


En todo caso podría hablarse de simbiosis dado que existe, en el caso que nos ocupa, un beneficio para ambas partes. Por un lado la Personalidad proporciona un vehículo de manifestación al Espíritu de su Ser Interno y, por el otro, la Personalidad si actúa consecuentemente y en resonancia con su pasajero podrá alcanzar la Vida Eterna o Salvación de su Alma Natural mediante la preservación tanto de su memoria como de su consciencia individual.


La Personalidad debe de alcanzar el conocimiento de sí misma; es decir, que se trata un ser efímero que tuvo un nacimiento y que tendrá un final mediante la muerte. Y en el interín entre el nacimiento y la muerte, debe de trabajar, como el instrumento que es, en beneficio de su pasajero, el Ser Interno. 


Así las cosas, la Personalidad debe de alcanzar la consciencia de que debe de sacrificar su existencia en beneficio del Ser Eterno que la cabalga; es decir, sabe que ella debe de menguar para que su Espíritu crezca hasta alcanzar el control, primero de las emociones y después de su propio Pensamiento. La Personalidad, consciente, sabe que debe de alimentar con su propio Vida al Ser Interno hasta su propia extinción; pero no se trata de una extinción al uso, sino de un proceso en el que al final, con la Muerte de la Personalidad, se produce su propio renacimiento o nuevo nacimiento; porque cuando el Ser Interno, Cristo lo llamamos los gnósticos cristianos rosacruces, toma el control tanto de las emociones como de la mente, habiendo muerto la Personalidad; sin embargo resucita en gloria y poder en una suerte de fusión permanente de lo que fuera la Personalidad con su Ser Interno. Ésto es así, porque tras el Proceso alquímico espiritual de la Cristificación, conducente a la Transfiguración, el Alma mortal de la Personalidad en extinción, traspasa toda su información, tanto memoria como conciencia, al Alma Inmortal o parte espiritual y que no es otra cosa que el vehículo del Ser Espiritual.


De dicho modo se produce la salvación del Alma mortal en una suerte de resurrección mediante la fusión permanente del Alma Inmortal con la fusión completa de la información de la Personalidad o Alma mortal. Por lo tanto, aunque en apariencia, la Personalidad primitiva se haya desintegrado, toda su Esencia e información, incluida su Conciencia, queda salvada mediante su Espíritu o Alma Inmortal que, a fin de cuentas, es Cristo, su Yo Superior y Maestro Interior; en suma, la parte del fragmento del Demiurgo que le toca.


Claro está, que esa preservación de la Personalidad o Salvación del Alma mortal sólo se producirá si el proceso de la Cristificación es completado y conducente al nacimiento del Hombre Nuevo; es decir, a la Transfiguración mediante el trasvase de información de la parte mortal hacia la inmortal. Sí éste proceso no se completa con éxito, la Personalidad perecerá con su Cuerpo y sus componentes etéricos serán reciclados del mismo modo que los átomos del Cuerpo y el Alma Inmortal se elevará hasta su Morada, en su Estrella, en donde creará, en la denominada como “Cocina del Destino” una nueva Personalidad para intentar completar su misión en éste Mundo. A éste hecho se lo conoce como “Renacimiento” no reencarnación, en tanto que lo que renace es el Espíritu con una Alma completamente nueva, no reencarna la antigua Personalidad; pero, en estos casos ¿Qué sucede con la información de las personalidades pasadas?, acaso ¿Se pierde? ¡No!, la información de las personalidades anteriores queda registrada en la Memoria de la Naturaleza, en la Esfera Reflectora, constituyendo lo que se conoce como los pasados avatares del Ser Divino; pero lo que queda registrado en esos avatares o registros de las personalidades pasadas es sólo información de la memoria, no su conciencia individual, la cual se habrá perdido; pero, no obstante, toda su memoria, al final de los tiempos, será recuperada para formar parte de la integridad del Nuevo Eón o Cristo Cósmico, nada se pierde.


Sí, por el contrario, el Alma mortal consigue su transfiguración, siendo salvada por su Ser Interno, es llevada a Shamballa, en la Esfera Reflectora, que es la morada de todas las personalidades transfiguradas y allí permanecerá hasta el final de los tiempos, hasta que sea el día y la Hora del nacimiento del nuevo Eón, Cristo Dios, nuestro Señor. Llegado ése momento, cada Entidad Espiritual volará hasta su Estrella al encuentro de sus respectivas almas gemelas para provocar la última gran implosión, previa al nacimiento de Cristo, en su nueva Dimensión. Los habitantes de Shamballa, en la Esfera Reflectora, no se encuentran ociosos y sin hacer nada, sino que, por el contrario, trabajan enviando energía espiritual positiva y curativa para los habitantes encarnados en la Materia; de vez en cuando; pero de tarde en tarde, algunos espíritus que cumplieron con su proceso transfigurístico, renacen, nuevamente entre los mortales, manteniendo su última Personalidad y el recuerdo de todos sus anteriores avatares, para servir de guías a sus hermanos encarnados. Ése es el caso de los grandes maestros espirituales como Krisna, Zaratustra, Buda y Josué o Jesús y Apolonio de Tiana, entre muchos otros.


Para finalizar, esperamos que se haya esclarecido la íntima relación simbiótica entre las personalidades y sus almas inmortales. Ellas son meros objetos automóviles que, de realizar su trabajo, serán preservadas o salvadas; de lo contrario, serán rechazadas y preservadas en los registros de memoria del Lago de Fuego y donde permanecerán, como meros registros de memoria, por toda la Eternidad.


Frater Aralba R+C

04 diciembre, 2025

El conflicto de ¿Quién es el verdadero Creador?

 “El conflicto de ¿Quién es el verdadero Creador?”


-El Demiurgo no es aquello que te han contado, como Jehová no es quien dice ser-

A continuación presentamos algunos pocos versículos para que meditemos sobre ellos e intentemos interpretarlos sin alguna interferencia externa:


“En el principio era el Verbo, y el Verbo era con Dios, y el Verbo era Dios.

Éste era en el principio con Dios.

Todas las cosas por él fueron hechas; y sin él nada de lo que es hecho, fué (habría sido) hecho.

En él estaba la vida, y la vida era la luz de los hombres.

Y la luz en las tinieblas resplandece; mas las tinieblas no la comprendieron.”

(Juan 1:1-5)


“Y acabó Dios en el día séptimo la obra que hizo; y descansó el día séptimo de toda la obra que hizo. Y bendijo Dios al día séptimo, y lo santificó, porque en él descansó de toda la obra que había hecho en la creación.

(Génesis 2:2-3)


"Ahora es el juicio de este mundo; ahora será expulsado el príncipe de este mundo".

(Juan 12:31)


“No hablaré ya mucho con vosotros; porque viene el príncipe de este mundo, y él nada tiene en mí.”

(Juan 14:30)


«Sed sobrios, y velad; porque vuestro adversario el diablo, como león rugiente, anda alrededor buscando a quien devorar», 

(1a de Pedro 5:8)


“Mas os he dicho estas cosas, para que cuando llegue la hora, os acordéis de que ya os lo había dicho. Esto no os lo dije al principio, porque yo estaba con vosotros. Pero ahora voy al que me envió; y ninguno de vosotros me pregunta: ¿A dónde vas? Antes, porque os he dicho estas cosas, tristeza ha llenado vuestro corazón. Pero yo os digo la verdad: Os conviene que yo me vaya; porque si no me fuera, el Consolador (el Espíritu Santo) no vendría a vosotros; mas si me fuere, os lo enviaré. Y cuando él venga, convencerá al mundo de pecado, de justicia y de juicio. De pecado, por cuanto no creen en mí; de justicia, por cuanto voy al Padre, y no me veréis más; y de juicio, por cuanto el príncipe de este mundo ha sido ya juzgado.”

(Juan 16: 4-11)


Los primitivos gnósticos, pensamos que con muy buen criterio, interpretaron que el Creador de la Biblia, Jehová, no podía ser el verdadero Dios, un Dios de paz y bondadoso, en tanto que su representación, en las escrituras, era la de un Dios celoso, emocionalmente inestable y cruel.


El Demiurgo es una Figura que procede de Platón y su nombre representa al Buen Artesano que creó el Mundo; luego aquí tenemos la primera paradoja; en tanto que ése buen artesano, de ningún modo, podría ser el iracundo Dios de los judíos. En los primeros versículos del Evangelio de Juan se nos indica que “El Verbo” (Más adelante, en el mismo capítulo, se muestra que se refiere a Jesucristo) fue el verdadero Creador de todas las cosas; consecuentemente, si el Verbo es el Creador, también es el Demiurgo y, entonces, también Jesús Cristo (El Salvador Enviado)


Ésto nos lleva a la simple conclusión de que en el Pentateuco, concretamente en los libros de Moisés y, principalmente, en el Génesis hay dos demiurgos, uno el verdadero Creador, el Verbo y otro un impostor, un suplantador. Ése suplantador no es otro que Jehová, el falso demiurgo, que habría quedado al mando de los arcontes, las jerarquías angélicas, como gobernador o Príncipe de éste Mundo.


Otro punto importante para aclarar cualquier mal entendido, es que la Creación duró seis días; es decir, seis periodos de tiempo indeterminado y en el séptimo, que sería en el que ahora nos encontramos, el Verbo, el Arquitecto del Universo se echó a descansar. Por lo tanto, si el verdadero Demiurgo Creador se encontraba descansando, nada más terminar la Creación, ¿Qué Entidad podría ser ése tal Jehová que andaba castigando, primero, a Adán y Eva y después a Caín?.


Para los gnósticos quedaba claro que Jehová no era otra cosa que Authades o Yaldabaoth, el Gran Presuntuoso que se arrogó el hecho de la Creación, cuando no había sido más que el principal capataz de los arcontes; de otro modo, el Tiempo, Cronos o Saturno.


Jehová es el Príncipe de éste Mundo; el mismísimo Satanás, el Adversario, y, desde luego, no posee las características del Padre bondadoso de Jesucristo y que por los gnósticos era conocido como el Pleroma (la Plenitud) Incognoscible, el verdadero Dios Padre, parte de la Trinidad Divina constituida por tres personas distintas; pero sin dejar de ser un sólo Dios, el Dios único.


Cuando la Figura del Jesucristo histórico, quien quiera que fuese su verdadera identidad Humana, transfiguró, se elevó hacia el Pleroma con el Dios de bondad y Amor que es el Padre, dejándonos al Consolador, nombre dado al Espíritu Santo y que no es otra cosa que el Éter Ígneo del Pleroma, representado por lenguas de fuego y una paloma; dándonos a entender que se trata de una figura femenina; en tanto que no es otra cosa que la Esencia del Eón Sophía, la Madre Celestial, cuya Esencia etérica compartimos, al ser nuestro Mundo un Huevo Cósmico incubado en su propio Seno. 


Con ésta reflexión querríamos que entendiéseis que el Demiurgo no es ese Ser estúpido o maligno que va recorriendo la Red de Internet y responsable de un desaguisado cósmico. El Verbo Creador hizo la Creación tal y como debía, siendo todo bueno y quedando bien; pero, en un principio, su Obra fue estática, sin Vida o Alma. Ése hecho es lo que los traductores de la Tradición entendieron como el Pecado Original o la Caída; pero ése presunto error quedó inmediatamente remediado mediante la Redención y que, no es otra cosa que el propio Verbo, el Demiurgo, se incorporase, como Espíritu Vital, (el aliento de vida en Adán) a su propia Creación

Sólo así cobra su verdadero sentido el que el Dios Creador descansara en el séptimo día, el presente, tras dejar el gobierno de su Creación en el Tiempo, su Arconte principal. Otra cosa es que los teólogos y exégetas bíblicos han venido confundiendo, erróneamente, al Príncipe Gobernador o capataz de la Creación, con el mismo Demiurgo, el Verbo Creador.


Ahora, la natural pregunta que nos debéis de realizar es: Si el Demiurgo se encuentra, en nuestro tiempo, descansando ¿Cómo pudo Jesucristo, el Verbo, encarnar y sacrificarse para redimir a la Humanidad?


Porque se trata de una Historia simbólica que retrata, en un tiempo actual, actual para los habitantes del Siglo I, de la Redención mediante el sacrificio del Demiurgo al incorporarse a su Creación para que ésta pudiese cobrar Vida a través de su aliento vital, su Espíritu, su Alma.


Una Alma espiritual que compartimos todas las partículas del Universo y, consecuentemente, también nosotros los humanos. Al parecer el Jesucristo histórico existió realmente; pero se desconoce su verdadera identidad. En fin, ya sea un tal Apolonio de Tiana o un rabino llamado Josué, lo que está claro es que fue un Ser Humano Despierto; es decir, un Iluminado que se descubrió a sí mismo (Hombre, conócete a tí mismo) y mediante ése conocimiento (Gnosis) descubrió que el mismo Verbo habitaba en él; de hecho, que Él mismo era el Dios Creador de todo y, en tanto que Unigénito, consustancial con el Pleroma, el Dios Padre y con Sophía, la Madre o la Espíritu Santo. Ése descubrimiento en sí mismo, hizo que predicara la Buena Nueva del Amor y que quienes creyesen en el Evangelio, su Predicación, se transformarían en Hijos de Dios y, por lo tanto, en sus hermanos; dado que en Esencia y en potencia, todos somos como Él, Hijos de Dios, llevando en nuestro interior al Redentor Enviado; de otro modo, a Jesús Cristo.


Según la predicación del Evangelio Cristiano estamos en el Mundo para desarrollar el proceso de Redención y que los rosacruces conocen como la “Cristificación” conducente al mismo resultado que condujo al Nazareno a su Transfiguración; es decir, al auto reconocimiento de ser una parte consustancial con Dios mismo, en tanto que el aliento vital del Creador, su Espíritu vive y siempre vivió en nosotros. La cuestión es que se trata de reconocer tal hecho. Reconociendo que Dios habita en nosotros y que ese Jesús Cristo es el único Mediador entre el Dios Padre y nosotros los humanos, sus hijos amados; en Verdad, su Unigénito Hijo aparentemente fragmentado en el conjunto de todo lo creado, representado por la Humanidad.


Esperamos, humildemente, que ésta disertación sirva para iluminar a aquellos que todavía piensan que el Demiurgo era sólo un diosesillo estúpido y malvado que realizó todo mal y en perjuicio de su propia Creación. Lo que en realidad sucede es que en el Seno de Sophía se está gestando (Toda gestación requiere trabajo, esfuerzo y dolor) un Huevo cósmico del que nacerá un Nuevo Eón que se conocerá como el Hombre Cósmico y que no será otra cosa que el propio Verbo, aparentemente fragmentado (La Segunda venida de Cristo); pero mediante una metamorfosis Cósmica. Una transfiguración de la que todos deberíamos de ser protagonistas, pues somos parte consustancial suya.


“Que las rosas Florezcan sobre vuestra Cruz”


Frater Aralba R+C