“No debemos aferrarnos a la Vida; pero mucho menos buscar la Muerte”
-Debemos respetar nuestro Reloj Biológico-
A rasgos generales nuestra vida está escrita en el Libro del Destino y plasmada en nuestro Código Genético; es decir, no existe una predestinación; es decir, un instante concreto en el que nos deben de suceder las cosas, también la muerte como punto final de la Vida.
Ésto no quiere decir que podamos prolongar nuestras vidas de forma indefinida. Es cómo si existiera una cierta tolerancia para que se produzcan los acontecimientos; de otro modo, con una vida sana y evitando los accidentes podríamos prolongar, hasta cierto punto, nuestra existencia; pero al contrario también, es decir, que si vivimos de forma imprudente y sin respetar las reglas más saludables, acortaremos, inevitablemente, nuestro tiempo de vida.
No, no tenemos un tiempo fijo, que pudiéramos predecir, para partir del Mundo; pero tampoco debemos aferrarnos a la Vida como si la muerte jamás nos fuese a atrapar; de hecho, alguien dijo que toda la Vida no es otra cosa que una preparación para la Muerte.
En todo proceso iniciático, independientemente de la duración del Drama, el final concluye con una suerte de muerte figurada y un renacimiento para la Luz de la Verdad. Evidentemente, la dramatización iniciática suele tener una fecha y hora concreta de comienzo y que se prolongará por un tiempo convenido; pero eso no quiere decir que exista una hora concreta de finalización, aunque sí muy aproximada. Con la Vida, que no es más que una Dramatización Cósmica sucede lo mismo, aunque no seamos conscientes de cuál sea el tiempo aproximado de nuestras vivencias en el Mundo.
Dicho todo lo anterior, entraremos a señalar que la Vida no sólo es una Escuela de preparación para la Muerte; sino también de desapego general. Un desapego a la vida, sin que éste se convierta en una falta de empatía hacia nuestros semejantes o en una permanente búsqueda de riesgo que nos pudiera poner al borde de la Muerte.
Algunos aventureros viven como si creyeran que la Muerte les alcanzará un día determinado y a una hora concreta que desconocen. Están convencidos de que, por mucho que arriesguen sus vidas, la Muerte no les alcanzará hasta que les llegue su hora; pero ésto no funciona así. Nosotros podemos adelantar mucho nuestra hora de morir, con nuestra imprudencia, aunque retrasar nuestra muerte no podamos hacerlo en la misma medida.
Visto lo cual, ya sabemos por qué podemos vivir algo más de lo que nuestro cronógrafo biológico determine o porqué podemos vivir mucho menos de lo predeterminado en el Libro de nuestro Destino; eso sí, hablando de una forma inconsciente; es decir, sabiendo que nuestra Personalidad no posee un conocimiento fehaciente de lo escrito en nuestro Libro de la Vida, ni de la temporalidad prescrita en nuestro Reloj Biológico; pero existen otras opciones que sobrepasan el nivel inconsciente y que pueden perjudicar nuestra existencia; es decir, nuestro Proceso Iniciàtico en el Teatro Cósmico de la Vida.
Hablamos, en primer lugar, de la menos perjudicial para nosotros: “Aferrarnos a la Vida, como a un clavo ardiendo, cómo si no existiera un mañana. Estamos hablando del Apego en su máxima expresión; pero ya lo dijo Jesús: “Porque todo el que quiera salvar su vida, la perderá; y todo el que pierda su vida por causa de mí, la hallará. Porque ¿qué aprovechará al Hombre, si ganare todo el mundo, y perdiere su alma? ¿O qué recompensa dará el Hombre por su alma?” (Mateo 16:25-26); esto es algo, generalmente, producto de la ignorancia; en tanto que nadie que sepa que prolongar la vida, más allá de los límites naturales, es imposible, se empecinaría en tratar de romper las reglas mediante estrategias artificiales. Intentar prolongar la vida, más allá de una pequeña tolerancia es inútil y lo único que conseguiremos es atar, con cadenas de acero, nuestra Alma mortal a éste Mundo, impidiendo que nuestra Alma Inmortal pueda completar su proceso de asimilación experiencial. Por supuesto, esa Alma Personalidad que se aferra a seguir existiendo tiene sus días contados y, por propia voluntad, estará impidiendo que tanto su Memoria como su conciencia de sí misma pudieran ser rescatadas. Ahora bien, como está escrito: “Mientras hay Vida hay Esperanza”; en tanto que, si antes de llegar la Muerte existe un sincero arrepentimiento y un regreso a la racionalidad natural de que nuestro Destino es inevitable, el proceso de transfiguración y, por lo tanto de recuperación experiencial, puede llevarse a cabo y nuestra Alma Mortal, con todas las consecuencias, será salvada y preservada.para el Día del Juicio Final; o sea, cuando el Huevo Cósmico eclosione y surja el Mesías Cósmico o Cristo Celestial, esa es la “Segunda Venida”.
En segundo lugar, no nos queda más remedio que tratar sobre el intento conscientemente premeditado y efectivo de quitarse la Vida. Estamos, aquí, hablando del “Pecado imperdonable contra el Espíritu Santo”: “Por tanto os digo: Todo pecado y blasfemia será perdonado a los hombres; mas la blasfemia contra el Espíritu no les será perdonada. A cualquiera que dijere alguna palabra contra el Hijo del Hombre, le será perdonado; pero al que hable contra el Espíritu Santo, no le será perdonado, ni en este siglo ni en el venidero. (Mateo 12:31-32); dentro del concepto de hablar mal acerca del hijo del Hombre, debemos de considerar pecar contra nuestros semejantes; en éste concepto entraría el más grave, incluso, el asesinato; pero si se ha pecado contra el Hijo del Hombre, de tal guisa, aún queda la construcción del verdadero arrepentimiento. El Mal contra el Hijo del Hombre se ha realizado y es irreversible para la víctima; pero aún queda la oportunidad de arrepentirse para el ejecutor; en tanto que la Personalidad del asesino sigue viva y aunque no pueda revivir al muerto, puede salvarse a sí mismo mediante un sincero arrepentimiento y consecuente contricción; el problema sucede cuando ése pecado no es contra un tercero, sino contra nuestro verdadero Ser Interno “El Espíritu Santo”. Si la Personalidad, de motu propio, y de forma voluntaria, decide terminar con su existencia eliminando su Cuerpo, no está cometiendo blasfemia contra el Hijo del Hombre; es decir, contra su Semejante, sino contra el Ser Divino que vive en su interior; es decir, su verdadero Ser; pero, aunque ya sabemos cuál es el pecado contra el Espíritu Santo, se preguntarán ¿Porqué se trata del único “Pecado Imperdonable”? Ésto es así, porque quienes deciden quitarse la Vida rompen el vínculo entre el Alma Personalidad Mortal con su Alma Espiritual Inmortal, impidiendo, de tal modo, que tanto las experiencias vitales como la propia conciencia del Alma Personalidad pudieran ser rescatadas; es decir, salvados mediante la Transfiguración. Aquí,no existe alguna posibilidad de arrepentimiento, en tanto que la única cosa que podría arrepentirse, el Alma Personalidad, con su Muerte ha desaparecido para siempre. Recuerden que si no ha habido trasvase de experiencias y conciencia, la Transfiguración no puede llevarse a efecto. Se trata de un Pecado contra el Espíritu Santo, porque, mediante quitarse voluntariamente la Vida, atentamos contra lo planeado por el Espíritu Eterno e Inmortal que es nuestro verdadero Ser, haciendo que el Espíritu haya perdido cualquier oportunidad de recuperar las experiencias obtenidas por su Personalidad, teniendo que regresar de vacío a la Cocina del Destino, en su Eón Temporal, para volver a crear un nuevo germen de personalidad que pueda, mediante un nuevo Renacimiento, recrear desde el principio, las experiencias que fueron tiradas a la basura por su anterior Personalidad suicida.
Esperamos que mediante ésta reflexión, sumada a las muchas realizadas con anterioridad, en el mismo sentido, quede claro el porqué el “Pecado contra el Espíritu Santo” es el único Pecado Imperdonable. Y no, no se trata de que un supuesto Dios externo a nosotros decida que alguna cosa en concreto, un pecado, sea imperdonable; sino que la Personalidad, con su hecho, convierte su acción en absolutamente irreversible y, por lo tanto, imperdonable. Cuando un asesino asesina a alguien, aún queda Él vivo para poder arrepentirse con sinceridad; pero aquel que pone fin a su propia Vida, elimina la posibilidad de arrepentirse, pues tras la Muerte efectiva ya no existe aquel que pudiera arrepentirse.
Por lo tanto, mis amigos y amigas, aunque pudiera parecer muy fuerte, si en vuestras vidas ha habido alguien que decidió quitarse, voluntariamente la Vida, no perdáis el tiempo pidiendo por la redención de su Alma, pues dicha Alma, lamentablemente ya no existe y, consecuentemente, no podrà Ser redimida. Así pedid por los vivos y por vosotros mismos para que no caigáis en la tentación de caer en la blasfemia contra el Espíritu Santo; es decir, contra el Ser Divino que vive en vosotros. Atentar contra el Espíritu Santo es obligarlo a retroceder todo lo avanzado en el Teatro de la Experiencia hasta la casilla de salida para empezar desde cero.
Recibid nuestra bendición en éstos días y donde celebramos la Natividad del Señor Jesús. Qué Jesús nazca, cada día, en vuestros corazones y que os permita, mediante la cristificación, renacer a la Inmortalidad que está diseñada para vosotros; pero una inmortalidad cuyo precio es vivir la Vida hasta sus últimas consecuencias, bebiendo la amarga hiel de la experiencia mundana hasta su último sorbo, hasta vuestro último aliento.
Frater Aralba R+C

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