“De Robin Hood a Hacienda somos todos o la estafa del Estado”
-Dad a Dios lo que es de Dios y al César lo que es del Cesar
(Mateo 22:21)-
Algunas de las organizaciones rosicrucianas, en tanto que sectas, hacen firmar a sus postulantes un escrito en el que deben de jurar que respetarán las leyes del País sin indicar si las leyes sean o no justas; en tanto que, así se cubren, de cara a los diferentes estados, de las actuaciones supuestamente anómalas que pudieran, a futuro, tomar sus miembros.
Desde el nacimiento de la Religión, ésta ha estado íntimamente ligada al Estado, cuando la propia Religión no era el propio Estado. Ésta anomalía se ha venido perpetuando, también, en el Cristianismo, tanto sean las iglesias Ortodoxa y Católica, como de sus muchas excisiones protestantes. Al principio eran los estados los que servían a la curia eclesiástica y ahora es ésta la que está al servicio de los Estados lavando el cerebros de sus acólitos.
Que el Estado es una suerte de Organización gansteril es algo que solo los muy ciegos podrían poner en duda; en tanto que es algo así como “Tú pagas y el Estado te proteje y se ocupa de que no te falte nada” la diferencia es que los Estados te fríen a impuestos y los gánsteres te extorsionan; pero al final no deja de ser una estafa, en tanto que ese dinero que se paga, en su inmensa mayoría no revierte en el beneficio ciudadano, sino que va a costear la pesada burocracia, el clientelismo político y las mil formas de corrupción, a las que son tan aficionados los políticos profesionales.
Se habla de los muertos en la carretera, de los muertos por infarto de miocardio o por cáncer; pero poco se habla de esa epidemia tan horrenda y generalizada que son los suicidios. Suicidios en los que el Frío Estado tendría mucho que decir, pues la pesada losa de la extorsión a la que vienen siendo sometidos los ciudadanos es algo que provoca algo más que pesadillas.
Del control de la Hacienda Pública; esa que dicen que “Hacienda somos todos” no se libra ni el Tato. Desde antes del comienzo de la Vida laboral hasta mucho después de jubilados, el vampiro estatal se encuentra al acecho, controlando nuestra Vida mediante los sistemas informáticos más potentes del Mundo.
No somos capaces de comprender como algún abogado no ha puesto alguna demanda a los métodos de coacción que utiliza la Hacienda Pública en sus requerimientos inquisitivos y acosadores que rozan el chantaje. “Oiga, o cumple con celeridad con nuestro requerimiento” o el peso de la Ley caerá sobre usted en la forma de multas pecuniarias que lo dejarán tiritando.
Existe un tanto de Hipocresía en nuestra Sociedad, cuando se exaltan figuras legendarias como Robin Hood, quien supuestamente luchaba contra la injusticia de los gravosos impuestos a los que era sometido el Pueblo por Juan sin Tierra; pero, por otro lado, las prácticas del Estado de apropiarse del dinero y propiedades de los ciudadanos, ha cambiado muy poco, e incluso se podría decir que ha empeorado al perfeccionarse. Tan solo ha cambiado el método de recaudación, que antes era de forma física mediante los recaudadores que iban pueblo a pueblo y casa por casa y, ahora, es el propio Ciudadanos el que tiene que hacer de Inspector y Recaudador de sí mismo, con el agravante de que no se puedes equivocar, salvo que desee, no es el caso, que su monedero sufra un desfalco legal, avalado por la Ley del Estado.
No sirve que huyas de la Gran Ciudad o te escondas bajo las piedras. La Hacienda acecha como una tenebrosa sombra allá donde uno se esconda.
La gente ni somos de acero ni de hielo y poseemos nuestra sensibilidad. ¿No existe algún burócrata del Estado, que se percate que sus requerimientos pueden provocar, por su terrible redacción, infartos o suicidios por el inaceptable acoso que suponen?
Pudiera, a simple vista, parecer que estamos exagerando; pero imagínense a ese viejito que apenas si pueda moverse y que, viviendo solo, llega a su domicilio un requerimiento en el que se le requiere una determinada documentación, que tiene que ver cómo la consigue, que tiene que entregarla en un plazo máximo de diez días laborales y que debe de tramitarse por el esotérico medio de Internet o solicitando una cita previa a un teléfono que siempre está comunicando. Esto es solo un pequeño ejemplo de los muchos que cada día se pueden estar dando.
Así, ese Estado Policíaco Fiscal que funciona de forma gansteril se convierte en un arma asesina a nivel psicológico para aquellas personas de Bien que, por uno u otro motivo, estén pasando una mala racha de salud, tanto física, como es el caso de los enfermos de corazón, como mental en el caso de los que están pasando por procesos de depresión severa, ansiedad y ataques de pánico.
Nadie lo dice; pero la primera causa de muerte en nuestro País, España, son los suicidios y es una cifra que se esconde al público para que no se conozca, no vaya a ser, dicen, que se produzca una epidemia de imitadores suicidas.
Y nos consta que el acoso mafioso del Estado hacia sus ciudadanos tiene mucho que ver en ello. Cuando el Estado debiera de ser para el Ciudadanos como un padre empático, resulta que, por el contrario, se comporta como un frío criminal que te expropia por la fuerza de la Ley, leyes muchas veces injustas que crean los políticos y que ejecutan con toda frialdad y falta de empatía.
Y aún así, se tiene la desfachatez de seguir repitiendo aquello de “Hacienda somos todos”, cuando lo único que pretenden es despojarnos de lo máximo que puedan, acumulando multas, para poder cubrir la ruinosa deuda pública que, por su nefasta gestión, la cúspide del Estado, la nueva Nobleza de los políticos, han creado.
No siendo Hombre de leyes, aún así, seguimos sin entender como algún noble abogado o bufete de abogados no ha denunciado ésto ante los tribunales. El ciudadano común no puede hacerlo, pues no puede cubrir las costas y tasas. Así, todos nos encontramos indefensos e impotentes hacia la arremetida Elefantina de la Hacienda Pública mediante sus terribles y criminales requerimientos.
Y encima nos meten en una guerra para que caigamos como chinches. Les puedo asegurar que si tuviese veinte años menos, ante la situación actual, nos convertiríamos en una suerte de revolucionario al estilo de Giuseppe Garibaldi, Arnoldo Krum Heller o Alejandro de Cagliostro.
“Hacienda no somos todos” y ésto tiene que cambiar, no puede ser que los ciudadanos nos encontremos temerosos de la losa que supone la nada empática presión fiscal y que ante ello, algunos se derrumben como los melocotones maduros de sus árboles. Existen muchas formas de matar con impunidad.
Y lo peor de todo es que ésta anomalía la tenemos asumida como algo normal debido a que a alguien se le ocurrió poner en la boca de Jesús de Nazaret aquello de “Dad al César lo que es de César” Pues a Julio César lo terminaron apuñalando, no sabemos s
i se nos entienda.
Frater Aralba R+C