“Acerca de los rayos espirituales”
-Su verdadero propósito y significado-
Aquí no vamos a tratar de saber si los rayos procedentes del Pleroma son 7, 9, 12, 13 o infinitos. Tampoco definiremos lo que son cada uno de esos rayos según su posición numérica, y no lo haremos por algunas razones fundamentales entre las que encontramos que otros ya lo hicieron antes que nosotros y porque, aunque de forma seguramente errónea, se ha establecido una suerte de dos o tres tipos de doctrinas, dependiendo de su procedencia.
Por lo tanto, trataremos, como siempre, de forma genérica, en qué consisten tales rayos y, sobre todo, cuál es su propósito. Adjunto remitimos un esquema, absolutamente ilegible, que nosotros desarrollamos, a título personal y como hipótesis de trabajo, hace bastante más de una década, para intentar comprender de qué iba eso de los rayos y su influencia sobre los cuerpos sensibles del Ser Humano. Por lo tanto, no hagan demasiado caso a dicho diagrama, aunque desde luego si está ahí es porque nuestro Maestro Interior lo permitió; del mismo modo que, hoy, nos impide su lectura o recordar plenamente de qué iba tal cosa. En definitiva, por favor, no intenten dogmatizar ni tomar la información que les proporcionamos, en ningún caso, como doctrina imprescindible o dogmas de fe.
Los seres humanos, del espectro electromagnético, conocemos una porción muy pequeña; pero, además, la referida al aspecto visible es, en comparación, insignificante; dicho de otro modo, para que se nos entienda, se utilizan los espectros, ya sea el radio eléctrico o el lumínico, con sus colores correspondientes, a modo de mera analogía para intentar entender, un poco, de qué va eso de los rayos espirituales. Si ésto se entiende bien podemos continuar; de lo contrario, es mejor volver a leer e intentar comprender lo que intentamos transmitir y si ello no fuese posible, les rogamos que no duden en preguntar.
En primer lugar tenemos que definir tres mundos diferenciados; pero que se encuentran, íntimamente, relacionados entre sí:
El Pleroma: Mundo de las Ideas y de donde procede toda transmisión espiritual; es decir, se trata de la fuente de la radiación que conforma esos rayos de naturaleza espiritual.
La Esfera Reflectora: El Mundo de la Mente Concreta que es el punto focal o medio necesario para que la radiación, procedente del Pleroma, pueda llegar hasta nuestro Mundo sin volatilizarlo; de otro modo, sin la existencia de la Esfera Reflectora, la radiación procedente del Pleroma acabaría ipsofacto con nuestro Universo Material; es decir, no soportaría tan poderosa vibración o radiación.
El Mundo de los Efectos: El Mundo tridimensional de las formas y el espacio, sujeto al Tiempo que es el receptáculo final de esa radiación que es, digámoslo, así, focalizada y atenuada por la Esfera Reflectora y procedente del Pleroma y que permite que el Mundo exista y sea como es.
Una vez que conocemos la razón lógica de la existencia de la Esfera Reflectora, en algunos lugares se conoce como el Astral, es el espacio cuántico intermedio entre el mundo del Espíritu, de donde procede la radiación espiritual, y el Mundo conocido y donde tenemos las experiencias vitales. Debemos, ahora, conocer ¿Qué necesidad existe y qué función cumple dicha radiación espiritual?
La Radiación, atenuada, procedente del Pleroma es vital para la existencia del Mundo de los Efectos. Es la que permite que todo exista y que nada colapse en la inexistencia. Es, digámoslo así, la Palabra de Dios en permanente movimiento; es el Verbo, el Logos en un accionamiento constante que impide que los pilares del Universo se conviertan en una sopa etérea de partículas cuánticas y su estructura se desmorone; pero ¿Qué tratamos de decir cuando nos referimos a rayos espirituales? En definitiva, que todo, incluso la materia y sus componentes etéreos son Espíritu en diferentes densidad molecular debida a su Grado vibratorio; es decir, a su Frecuencia y Longitud de Onda.
En la analogía que siempre se usa, por simplicidad y comodidad, del espectro luminoso, el blanco sería la suma de todas y cada una de las frecuencias vibratorias; es decir, las de todos los colores del arco iris desde el infrarrojo al ultravioleta; pero recuerden que sólo se trata de una mera analogía sin más.
Así, el rojo, en tanto que espectro gráficamente, sería la frecuencia más baja del rango visible y que, en la práctica identifica, como los sonidos graves en el ámbito sonoro, aquello que se aleja; es decir, que se separa de nosotros, el azul es la frecuencia más alta del mismo rango, similar a los sonidos agudos que identifican a los objetos que se nos acercan. Pues bien, está grosera; pero necesaria analogía, nos quiere decir, sin ser verdadero aunque a título de ejemplo nos sirva, que las frecuencias más altas, del azul y el ultravioleta, representan lo más cercano a la belleza celestial y al Bien en su máxima pureza, así como el rojo y los infrarrojos nos ayudarían a comprender las frecuencias más bajas y que entendemos, de forma errónea, como aquello lejano al bien y que, por lo tanto, podemos identificar con el mal. Ésto es cierto, hasta tal punto, que el Cielo, el Pleroma o Dios mismo es representado mediante el azul del cielo y el inexistente infierno, la tradición ha sido representado, tradicionalmente, con el rojo del fuego procedente de las entrañas de la Tierra.
Así, vemos que la radiación procedente del Pleroma es, básicamente, información, como la información contenida en los programas informáticos, necesaria para que su hardware pueda resultar operativo; de otro modo, el Hardware informático, como nuestro Mundo, no serviría para nada sin dicha información, los algoritmos informáticos en el caso de los equipos informàticos o de los rayos procedentes del Pleroma en el caso de nuestro Universo.
Digamos que los rayos cósmicos, entre los que se encuentran las partículas subatómicas denominadas neutrinos, son la Frecuencia Portadora que contiene, a modo de envolvente, la información que venimos comentando. Bien, ya hemos dicho que esa radiación procedente del Pleroma y que entra en nuestro Mundo tras atravesar la Esfera Reflectora y que no es otra cosa que el Plano Cuántico que, a modo de membrana, separa el Universo del Mundo Original al que, en lugar de Dios, los gnósticos denominamos como el Pleroma. Bien, sabemos que penetran a nuestro Mundo mediante los campos de radiación del Mundo Cuántico; pero está identificada su fuente con los núcleos estelares, los centros galácticos y las fuentes de radiación como las novas, supernovas, cuásares, magnetares y los agujeros negros. Digamos que ésos, básicamente, son los centros, conocidos, de procedencia de la radiación electromagnética que permea hasta el más diminuto espacio de nuestro Universo.
Cuando nosotros realizamos el diagrama, hoy ilegible, estábamos comenzando nuestro Caminar como Discípulo de la Fraternidad de la Rosacruz y desde entonces ha pasado algún tiempo. En aquel entonces, a pesar de la guía espiritual de nuestro Maestro Interior, nuestra Personalidad aún se encontraba influenciada por los muchos mitos que cubren el Misterio de la Rosacruz. Unos mitos procedentes de mil fuentes diferentes y que, permítanme, no vamos a enumerar; pero Max Heindel estaba en lo cierto en muchas cosas, entre ellas en que el mal no existe sino que, se trata de bien en formación. Para que nos entendamos, la luz blanca, análogamente hablando, la radiación Divina contiene tanto las frecuencias más bajas hasta las más altas; es decir el infrarrojo y el ultravioleta son igualmente imprescindibles para que la Frecuencia Divina pueda observarse completa. Si faltara alguna, aunque fuera una sóla, de las radiaciones, ya no estaríamos contemplando a Dios en su plena magnificencia, cosa por otro lado imposible, dado que observar la Plenitud de Dios destruiría, al instante, todas nuestras moléculas materiales y las partículas cuánticas de las que éstas están compuestas, nos desintegraría.
Así, cuando hablamos de magia blanca, teúrgica o magia roja, por poner tres ejemplos clásicos, en realidad nos estamos refiriendo a diversas facetas de la radiación procedente del Pleroma. Del mismo modo, ponernos en contacto con dicha Fuerza Cósmica se puede realizar mediante diferentes vías, la vía religiosa, la vía mística o la vía mágica; pero debemos entender que eso es una mera simplificación, pues no existen dos caminos iguales en tanto que todas las infinitas vías que nos llevan a Roma poseen algo de religioso, algo de místico y algo de mágico en proporciones diferenciadas. Es por ello que la Rosacruz no plantea una vía única para todo el Mundo y que pudiera aprenderse, como la tabla de multiplicar, en nuestra Escuela, sino que hace hincapié en la necesidad de que cada uno, aunque bien orientado, descubra por sí mismo su Camino individual e intransferible y éso sólo puede encontrarse si antes somos capaces de conocernos a nosotros mismos; dicho de otro modo, encontrar a nuestro Maestro Interno, depositario de la Gnosis, ese Conocimiento interior que a modo de “Bios informático” ha venido con nosotros en el mismo instante de nuestra concepción y antes del Nacimiento.
Bien, y si sabemos ésto ahora ¿por qué no revisamos todo lo anterior y lo adecuamos a la calidad de nuestro nuevo conocimiento? Lo tenemos absolutamente prohibido porque lo que se escribió en su momento debe de permanecer como documentación de una evolución o transformación personal, la de Aralba; pero también como filtro para evitar la contaminación, en nuestra Escuela, de arrogantes, vanidosos y narcisistas. Quién no entienda que la Personalidad es una Entidad en constante transformación y crecimiento es que no ha entendido nada. Las, mal llamadas lecciones, de nuestro “Colegio Invisible de la Rosacruz” son símbolos tipográficos emitidos a modo de claves para que, cada cual y por sí mismo, pueda atender a la llamada interna de Cristo, su verdadero y único Maestro que vive en su interior. El resto, lo superficial, es un mero documento de la progresiva transformación de un mero individuo, quien a ustedes se dirige y que se realiza a modo de ejemplo, uno entre miles de millones. Hasta tal punto llega nuestra poca importancia.
Para finalizar:
Por favor y es nuestro ruego, lo que leas en nuestro Colegio no lo tomes por dogma o doctrina. Todo lo que aquí exponemos, cógelo con pinzas y juzgalo mediante la lógica y la razón. No memorices ni repitas como un papagayo. Interioriza nuestro Conocimiento como quienes portan un manojo de llaves para intentar abrir esa puerta que se resiste, la del Conocimiento Interior, la que posee tu Yo Superior, Cristo o tú Maestro Interior, los tres son una misma y única Cosa.
Frater Aralba R+C