“Sobre la Venida del Señor en las nubes”
-Que no os engañen los falsos intérpretes de todos los tiempos-
Los grandes estudiosos del Cristianismo Primitivo y de los libros del Nuevo Testamento, vienen a coincidir en que el Evangelio de Marcos podría ser el primero y más genuino de los evangelios, y del cual habrían copiado los otros evangelistas, al menos Mateo y Lucas. Por lo tanto, veamos lo que Marcos nos dice acerca de la Segunda Venida del Señor:
”Pero en aquellos días, después de aquella tribulación, el sol se oscurecerá, y la luna no dará su resplandor, y las estrellas caerán del cielo, y las potencias que están en los cielos serán conmovidas. Entonces verán al Hijo del Hombre, que vendrá en las nubes con gran poder y gloria. Y entonces enviará sus ángeles, y juntará a sus escogidos de los cuatro vientos, desde el extremo de la tierra hasta el extremo del cielo.
De la higuera aprended la parábola: Cuando ya su rama está tierna, y brotan las hojas, sabéis que el verano está cerca. Así también vosotros, cuando veáis que suceden estas cosas, conoced que está cerca, a las puertas.
De cierto os digo, que no pasará esta generación hasta que todo esto acontezca.
El cielo y la tierra pasarán, pero mis palabras no pasarán.
Pero de aquel día y de la hora nadie sabe, ni aun los ángeles que están en el cielo, ni el Hijo, sino el Padre.
Mirad, velad y orad; porque no sabéis cuándo será el tiempo. Es como el hombre que yéndose lejos, dejó su casa, y dio autoridad a sus siervos, y a cada uno su obra, y al portero mandó que velase. Velad, pues, porque no sabéis cuándo vendrá el señor de la casa; si al anochecer, o a la medianoche, o al canto del gallo, o a la mañana; para que cuando venga de repente, no os halle durmiendo. Y lo que a vosotros digo, a todos lo digo: Velad.”
(Marcos 13:24-37)
Que no os engañen, es justo al comienzo del fin del Mundo, después de la Gran Tribulación, que aparecerá el Señor en las Nubes para llevar consigo a los suyos y echar al fuego purificador a todos aquellos que no hayan sido salvos, al no aceptar ni la Palabra ni la Sangre del Cordero; pero debemos de considerar que el Evangelio no se refiere a algún punto concreto de la Historia de la Humanidad, pues se habla de “Todo acontecerá antes de que pase ésta Generación; pero ¿De qué Generación se trata? De la nuestra, la tuya y la mía; en tanto que, como ya hemos dicho de forma repetida el fin del Mundo sucede, siempre, juntamente con nuestra propia muerte.
Si hemos pasado el Proceso Iniciático de la Cristificación o salvación del Alma Mortal, cuando nazca el Hombre Cósmico, el Verbo o Logos Verdadero que permanecía durmiendo en el Seno de su Creación, Cristo el Señor, cuando nuestro Mundo acabe y con él nuestra propia existencia como alma-personalidad, Jesús el Cristo o el Mesias Salvador, aparecerá y nos llevará consigo; es decir, el Espíritu, que es nuestra auténtica Alma y verdadero Ser, llevará consigo todo lo que de nosotros haya podido ser rescatado; el resto será desechado y enviado al fuego purificador de los registros de la Memoria del Pleroma.
No os dejéis engañar con aquello de que Jesús, en tanto que otro Ser diferente a nosotros, vendrá justo en el fin del Mundo para pararlo y convertir éste Mundo en un Paraíso. Eso jamás sucederá, porque para que haya redención total, primero tiene que haber una destrucción total. Del mismo modo que la oruga tiene que morir por completo para dar lugar a la metamorfosis de la mariposa.
La Redención no supone la conversión del infierno de nuestro Mundo en el Paraíso del Cielo, sino el final de lo viejo y el comienzo de algo completamente nuevo, en tanto que la tierra y el firmamento pasarán para dar lugar a una nueva Tierra y a nuevos Cielos. Lo viejo no puede pasar y debe de ser lanzado al lago de fuego y azufre para su purificación.
No os toméis los pasajes bíblicos al pie de la letra ni os fiéis de sus intérpretes, ni siquiera de nosotros; pero sí os instamos a que, por vosotros mismos, escudriñéfis las escrituras y, consecuentemente, los evangelios porque, con total seguridad, os tendrán mucho que contar sin pasar por innecesarios intermediarios. Confiad en Cristo, vuestro único Maestro.
“Porque vendrán muchos en mi nombre, diciendo: Yo soy el Cristo; y a muchos engañarán. Y oiréis de guerras y rumores de guerras; mirad que no os turbéis, porque es necesario que todo esto acontezca; pero aún no es el fin. Porque se levantará nación contra nación, y reino contra reino; y habrá pestes, y hambres, y terremotos en diferentes lugares. Y todo esto será principio de dolores.
Entonces os entregarán a tribulación, y os matarán, y seréis aborrecidos de todas las gentes por causa de mi nombre. Muchos tropezarán entonces, y se entregarán unos a otros, y unos a otros se aborrecerán. Y muchos falsos profetas se levantarán, y engañarán a muchos; y por haberse multiplicado la maldad, el amor de muchos se enfriará. Mas el que persevere hasta el fin, este será salvo. Y será predicado este evangelio del reino en todo el mundo, para testimonio a todas las naciones; y entonces vendrá el fin.
Por tanto, cuando veáis en el lugar santo la abominación desoladora de que habló el profeta Daniel (el que lee, entienda), entonces los que estén en Judea, huyan a los montes. El que esté en la azotea, no descienda para tomar algo de su casa; y el que esté en el campo, no vuelva atrás para tomar su capa. Mas ¡ay de las que estén encintas, y de las que críen en aquellos días! Orad, pues, que vuestra huida no sea en invierno ni en día de reposo; porque habrá entonces gran tribulación, cual no la ha habido desde el principio del mundo hasta ahora, ni la habrá. Y si aquellos días no fuesen acortados, nadie sería salvo; mas por causa de los escogidos, aquellos días serán acortados. Entonces, si alguno os dijere: Mirad, aquí está el Cristo, o mirad, allí está, no lo creáis. Porque se levantarán falsos Cristos, y falsos profetas, y harán grandes señales y prodigios, de tal manera que engañarán, si fuere posible, aun a los escogidos. Ya os lo he dicho antes. Así que, si os dijeren: Mirad, está en el desierto, no salgáis; o mirad, está en los aposentos, no lo creáis. Porque como el relámpago que sale del oriente y se muestra hasta el occidente, así será también la venida del Hijo del Hombre. Porque dondequiera que estuviere el cuerpo muerto, allí se juntarán las águilas.
E inmediatamente después de la tribulación de aquellos días, el sol se oscurecerá, y la luna no dará su resplandor, y las estrellas caerán del cielo, y las potencias de los cielos serán conmovidas.
Entonces aparecerá la señal del Hijo del Hombre en el cielo; y entonces lamentarán todas las tribus de la tierra, y verán al Hijo del Hombre viniendo sobre las nubes del cielo, con poder y gran gloria. Y enviará sus ángeles con gran voz de trompeta, y juntarán a sus escogidos, de los cuatro vientos, desde un extremo del cielo hasta el otro.”
(Mateo 24:5-31)
Es por ello que, en ésta ocasión, no os traemos versículos sesgados y sacados de su contexto general. Ello es así, con el fin de que, por vosotros mismos, determinéis aquello que os parezca o no la Verdad.
Señales del fin del Tiempo; es decir, de nuestro propio tiempo son muchas y, éstas, se repiten en todas las generaciones; es decir, no podremos determinar, por tales señales, ni el día ni la hora en que el Mundo acabará ni cuando acabará nuestra vida ni, consecuentemente, cuando el contenido de nuestra Alma mortal será arrebatado, previa la muerte, para ser redimido por nuestra Alma Inmortal; es decir, por El Salvador Enviado, nuestro Señor Dios, Cristo (Mesías o Enviado) Jesús (el Salvador).
”Y le preguntaron, diciendo: Maestro, ¿cuándo será esto? ¿y qué señal habrá cuando estas cosas estén para suceder? Él entonces dijo: Mirad que no seáis engañados; porque vendrán muchos en mi nombre, diciendo: Yo soy el Cristo, y: El tiempo está cerca. Mas no vayáis en pos de ellos. Y cuando oigáis de guerras y de sediciones, no os alarméis; porque es necesario que estas cosas acontezcan primero; pero el fin no será inmediatamente.
Entonces les dijo: Se levantará nación contra nación, y reino contra reino; y habrá grandes terremotos, y en diferentes lugares hambres y pestilencias; y habrá terror y grandes señales del cielo. Pero antes de todas estas cosas os echarán mano, y os perseguirán, y os entregarán a las sinagogas y a las cárceles, y seréis llevados ante reyes y ante gobernadores por causa de mi nombre. Y esto os será ocasión para dar testimonio. Proponed en vuestros corazones no pensar antes cómo habéis de responder en vuestra defensa; porque yo os daré palabra y sabiduría, la cual no podrán resistir ni contradecir todos los que se opongan. Mas seréis entregados aun por vuestros padres, y hermanos, y parientes, y amigos; y matarán a algunos de vosotros; y seréis aborrecidos de todos por causa de mi nombre. Pero ni un cabello de vuestra cabeza perecerá. Con vuestra paciencia ganaréis vuestras almas.
Pero cuando viereis a Jerusalén rodeada de ejércitos, sabed entonces que su destrucción ha llegado. Entonces los que estén en Judea, huyan a los montes; y los que en medio de ella, váyanse; y los que estén en los campos, no entren en ella. Porque estos son días de retribución, para que se cumplan todas las cosas que están escritas. Mas ¡ay de las que estén encintas, y de las que críen en aquellos días! porque habrá gran calamidad en la tierra, e ira sobre este pueblo. Y caerán a filo de espada, y serán llevados cautivos a todas las naciones; y Jerusalén será hollada por los gentiles, hasta que los tiempos de los gentiles se cumplan.
Entonces habrá señales en el sol, en la luna y en las estrellas, y en la tierra angustia de las gentes, confundidas a causa del bramido del mar y de las olas; desfalleciendo los hombres por el temor y la expectación de las cosas que sobrevendrán en la tierra; porque las potencias de los cielos serán conmovidas. Entonces verán al Hijo del Hombre, que vendrá en una nube con poder y gran gloria. Cuando estas cosas comiencen a suceder, erguíos y levantad vuestra cabeza, porque vuestra redención está cerca.”
(Lucas 21:7-28)
Pudiera parecer, por lo relatado, que nos encontramos cerca de la Parusía; es decir de la llegada de nuestro Salvador para juzgar a los vivos y a los muertos; es decir, para separar la paja de la cizaña, de aquello que se puede salvar de nosotros de aquello que se tendrá que desechar pues no fue redimido en Vida; es decir, transfigurado. En todos los casos, vayamos al Evangelio que vayamos, la destrucción del Viejo Mundo es previa; pero inmediata al arrebatamiento de los justos; es decir, de todo aquello que, vibratoriamente, haya sido purificado y que pueda ser salvado. Por lo tanto, no esperen un arrebatamiento, integral, de carne, huesos y sangre; sino de un arrebatamiento de información experiencial y de la propia Conciencia de la vieja Personalidad. No espere, ni por un momento, que su salvación se refiera a su Cuerpo Físico con todas sus necesidades y deseos. No, se trata de una Redención o Salvación de todo lo mejor que se haya podido dar en Vida y merezca el ser rescatado.
Pensar que vamos a ser rescatados físicamente, tal como ahora somos, y que el Mundo actual será reconvertido, átomo a átomo, en un Paraíso Celestial es una falacia a la que no nos debemos de aferrar, en tanto que el Evangelio posee dos lecturas, una literal para los hombres comunes y una simbólica para los hombres espirituales. El Hombre común o natural se aferra a su existencia física pues no posee esperanza de ser rescatado y solo le queda creer que va a vivir eternamente en el mundo que él conoce.
El Hombre Espiritual, Hijo de Dios, comprende que el Infierno, el Mundo en el que vive y ha nacido en corrupción, no es un Lugar probable para construir un nuevo Mundo y donde poder prosperar como Ser Espiritual. Él conoce que todo lo viejo está condenado a ser procesado y archivado que no destruido y ese archivo o memoria no es otra cosa que ése lago de azufre y fuego; es decir, un Lugar de purificación y existencia infinita, desprovisto de toda Conciencia Individual, porque nada se pierde; de hecho, nada se puede perder y, quien sabe, si no puedan ser utilizadas ciertas experiencias en el proceso de futuros nacimientos de nuevos Eones. Recuerden que el Mal es Bien en Formación; es decir, se trata de una Obra de Arte a medio terminar, un mueble antes de ser afinado y debidamente encerado o barnizado. Esos elementos de construcción no sabemos si, en un futuro, serán reutilizados por alguna Entidad; pero su memoria permanecerá por siempre jamás, mientras que las personalidades redimidas conformarán el “Tejido Celular”, espiritualmente hablando, del Hombre Cósmico resurgido de su Primitivo sueño demiúrgico. Es el Demiurgo transformado y evolucionado gracias a su propia Creación, una Creación surgida por su Voluntad, emanación de Sophía, y del Deseo del propio Eón Sabiduría en su búsqueda de conocerse a sí misma y del origen, tanto de sí misma, de sus hermanos Eones como, también, del sempiterno Pleroma, de donde todo surge permanentemente, sin algún principio y sin algún final.
”Entonces vi el cielo abierto; y he aquí un caballo blanco, y el que lo montaba se llamaba Fiel y Verdadero, y con justicia juzga y pelea. Sus ojos eran como llama de fuego, y había en su cabeza muchas diademas; y tenía un nombre escrito que ninguno conocía sino él mismo. Estaba vestido de una ropa teñida en sangre; y su nombre es: El Verbo de Dios. Y los ejércitos celestiales, vestidos de lino finísimo, blanco y limpio, le seguían en caballos blancos. De su boca sale una espada aguda, para herir con ella a las naciones, y él las regirá con vara de hierro; y él pisa el lagar del vino del furor y de la ira del Dios Todopoderoso. Y en su vestidura y en su muslo tiene escrito este nombre: Rey de Reyes y Señor de señores.
Y vi a un ángel que estaba en pie en el sol, y clamó a gran voz, diciendo a todas las aves que vuelan en medio del cielo: Venid, y congregaos a la gran cena de Dios, para que comáis carnes de reyes y de capitanes, y carnes de fuertes, carnes de caballos y de sus jinetes, y carnes de todos, libres y esclavos, pequeños y grandes. Y vi a la bestia, a los reyes de la tierra y a sus ejércitos, reunidos para guerrear contra el que montaba el caballo, y contra su ejército. Y la bestia fue apresada, y con ella el falso profeta que había hecho delante de ella las señales con las cuales había engañado a los que recibieron la marca de la bestia, y habían adorado su imagen. Estos dos fueron lanzados vivos dentro de un lago de fuego que arde con azufre. Y los demás fueron muertos con la espada que salía de la boca del que montaba el caballo, y todas las aves se saciaron de las carnes de ellos.”
(Apocalipsis 19:11-21)
Después de que los evangelios y otros libros del Nuevo Testamento hayan regado nuestra Esperanza con el Amor y la bondad del Mesías Salvador, el Apocalipsis de Juan nos abre los ojos a la Realidad. Sí, porque el tiempo se acaba para todos nosotros y la Vida es breve. Aquí, condensada, cada Vida individual, en la generalización simbólica del Fin de los tiempos; un fin que, por otro lado, tendrá que suceder aunque no podamos saber ni el cómo ni el cuándo, aunque sí él dónde. Así, se nos insta a trabajar y perseverar sin importar las inclemencias de la tribulación, desposeyéndonos de todo salvo de la Esperanza que proporciona la Fe en Cristo Jesús.
El Período de la Gran Tribulación es como el pasar un Umbral y en el que durante un instante muy corto, el Amor ha sido extirpado eliminado de forma temporal. En esas condiciones de terrible sufrimiento la Fe se tambalea y la Esperanza tiende a mermar hasta desaparecer en algunos. Es por ello que el Apocalipsis de Juan es tan tasativo y no se anda con milongas. Deben de perseverar y soportar el dolor por la falta de Amor durante la Tribulación. Sólo aquellos que, habiendo sido desposeídos, de forma temporal de toda empatía de parte de quienes les rodea, hayan mantenido intacta su Fé y Esperanza es que serán rescatados de tan terrible sufrimiento.
Muchos serán los que piensen que no merece la pena sufrir tanto y, habiendo desaparecido el Amor, destruida su Fe y abandonada toda Esperanza, se convertirán, ellos mismos, en psicópatas sin empatía e intentarán medrar al lado de la Bestia y del Falso Profeta; pero todos ellos serán extirpados de Cristo y lanzados a la existencia de un mero recuerdo sin conciencia de sí mismos, mientras que aquellos que sean capaces de soportar la transición serán quienes sean rescatados del Fin del Mundo para Gloria de Dios Padre, Dios Hijo y Dios Espíritu Santo.
Como dijimos, en una reflexión previa, cultiva la Paciencia y aférrate a la Fe, porque sin la Fe, tu Esperanza desaparecerá y quedarás a merced del Príncipe de éste Mundo; quedando así, condenado a sufrir su propio Destino. Aférrate a Dios, a Cristo, tu único verdadero Señor y Salvador y cualquier tribulación que te pudiera acontecer, te parecerá un simple mal chiste. Cuando sufras no te lamentes sino ríete y cuanto mayor dolor más carcajadas, porque el dolor y el sufrimiento se realimentan entre sí, si ríes es como si echases agua a un incendio; así es que adelante y resiste como el Héroe o Heroína que sois. Recordad que el sufrimiento de la Gran Tribulación es algo temporal y que pronto pasará. Mucho ánimo y realimentad vuestra Fé mediante la Oración con vuestro Señor, Cristo Jesús.
Frater Aralba R+C