17 mayo, 2025

El Poderoso Símbolo de Jesucristo y su Significado

 “El Poderoso Símbolo de Jesucristo y su Significado”


-Frente a la frágil y endeble Historia del propio Personaje-

Cuando todos hablamos de Jesucristo, en general y salvo excepciones, nos estamos refiriendo a un Personaje histórico de carne y hueso que, por acto de Fe, se decidió convertirlo, por la Iglesia, en el Hijo de Dios y en la Segunda Persona de la Trinidad Cristiana; ahora bien, sin desmerecer la posible existencia del Personaje Histórico, hay una segunda opción, al menos, tan interesante como la primera: la del Símbolo o Metáfora que representa a un Jesus-Cristo Cósmico, más Arcano incluso que los orígenes de la Creación del Universo y consustancialmente unido al Creador y a la Corte Celestial del Pleroma.


Somos conscientes de que éste planteamiento supone una herejía de base, en cuanto la Fe que propone la Iglesia se fundamenta en la existencia física de un Hombre Dios que fuese torturado y crucificado, habiendo derramado su sangre, física por supuesto, en favor de la salvación de los creyentes en el Relato. 


A nosotros, disculpen nuestros lectores, nos parece, en exceso, pueril; dado que las pruebas convincentes de la existencia del Jesús que se muestra en los evangelios, tal cual, resultan no solo insuficientes sino prácticamente inexistentes. Como dice Antonio Piñero, la Historia se crea con el consenso de los historiadores. Pues a nosotros eso no nos vale, pues ese consenso está viciado de origen por las ideas preconcebidas de sus autores; es decir, los historiadores cristianos intentarán convertir los indicios de su existencia en evidencia y, por otro lado, los autores ateos negarán que esas conjeturas pudieran servir de pruebas evidentes.


Ahora, imagínense que hubiésemos inventado la máquina del Tiempo, nos dirigimos a Palestina, en los tiempos que relatan los evangelios, y no encontráramos nada parecido a lo que cuentan los evangelios. ¿Qué sucedería con el Cristianismo que ha estado basado en la veracidad de ciertas premisas históricas?; pues que su andamiaje y todo lo demás se vendría abajo, perdiendo cualquier tipo de credibilidad. Sería de facto el final, no sólo de la Iglesia de Roma, sino de todo el Cristianismo tal y como se lo conoce.


Ahora bien, nada de eso pasaría si el Cristianismo nada tiene que ver con esa Historia; es decir, todas las religiones tienen sus mitos y leyendas, constituyendo jerarquías o panteones divinos; cuya función no es relatarnos determinados hechos, supuestamente, históricos, sino mostrarnos mediante claves simbólicas todo un Proceso Iniciático o de evolución, transformación y salvación de las almas de la Humanidad. A ésta simbología no le afectaría, en absoluto, el hecho de haber o no existido los personajes de la Mitología; pues lo mismo sucedería con el Cristianismo si nos atrevemos a considerarlo, exclusivamente, desde su contexto puramente simbólico.


Así las cosas, desde éste segundo punto de vista, como decimos herético, daría lo mismo que los hechos relatados hubiesen o no sucedido en realidad o que el Personaje de Jesús hubiese o no existido; y de haberlo hecho, que se llamara Jesús o de otro modo, que fuese un rabino judío o un filósofo neo pitagórico, como lo fuera el Personaje, real o ficticio, de Apolonio de Tiana. En realidad, todo daría igual; en tanto que lo histórico, aquí, es irrelevante y lo único de importancia es su mensaje iniciático. Y bueno, eso es lo que, sin rechazar el Relato Histórico, habiéndolo pasado a un segundo plano, revela la verdadera importancia iniciático simbólica de toda la historia relatada, ya haya sido mero Mito o Realidad.


La Historia de Jesús Cristo, desde su Nacimiento en un portal, en Belén, hasta su Muerte en la Cruz y posterior resurrección, nos muestra un completo proceso iniciático dirigido a la Salvación del Alma Humana mediante una completa transformación tras haber resucitado y, por lo tanto, superado las barreras del Mundo material. 


La Historia Simbólica de Jesús comienza con su propio Nombre, donde “Jesús” significa (el Salvador) y “Cristo” significa (el Mesias o el Enviado); así el nombre completo de Jesucristo significa “El Salvador Enviado” o “El Mesías Salvador” (ambas cosas son lo mismo); pero qué es, en Verdad, ese Jesucristo ¿Donde mora?, ¿De donde viene? Y ¿Cual es su Misión?


¿Donde mora el Niño Salvador por nacer? En la Gruta del Corazón. Ése es el verdadero Portal de Belén. Una Gruta que es calentada por la propia Naturaleza, como bien se retrata con los símbolos del Buey y del Asno. 


El Salvador viene gestándose en nuestro Corazón desde antes de abrir nuestros ojos a la existencia; pero depende de nosotros, nuestra Alma Personalidad, que ése Jesús nazca a la Vida, tras la entrada de los rayos de la Estrella de la Gnosis en la Gruta, o siga dormitando en lo más profundo de nuestro Interior.


Ese Hecho del Nacimiento del Mesías Salvador; es decir de Cristo Jesús, su proceso de crecimiento y toma de Poder de los centros de control de nuestra existencia, hasta la final Salvación del Alma Personalidad, es el proceso iniciático conocido como “Cristificación” conducente al resultado final de la “Transfiguración”, Nuevo Nacimiento o Salvación del Alma (todo es una misma cosa) Por lo tanto, Cristo Jesús, en nuestro Simbolismo, no es una Persona o Entidad separada de nosotros, sino que, no sólo vive dentro de nosotros sino que Él es el verdadero Yo nuestro, nuestro verdadero Ser. Así, en Cristo Jesús somos todos hermanos e hijos de Dios, pues Dios vive en nuestro interior y, nosotros, en tanto que Personalidad, no somos otra cosa que el medio de manifestación de Cristo en el Plano espacio temporal de la Materia.


El Proceso Iniciático, tal y como sucede durante la Pasión del Personaje “Cristo Jesús” no es un Camino de rosas, sino de tentaciones, pesares y sufrimiento; es decir, nos muestra que si queremos pasar la prueba y salir indemnes, debemos de protegernos con la Armadura de la Paciencia, pues caer en el desánimo es lo más probable. Un desánimo que hay que sortear y superar hasta llegar al cerro del Gólgota, donde se producirá el proceso final, en Vida, del Camino Iniciático. Allí, el Alma Personalidad, definitivamente, muere; pero no antes de pasar su conciencia individual y la memoria de sus experiencias vividas al Cristo, su verdadero Ser. 


El resto es Historia; es decir, después de tres días, lo mortal resucita en inmortalidad, lo imperfecto en perfección y la carne putrefacta en Espíritu Inmaculado.


Bien, éste es el Cristianismo Gnóstico que propone la Rosacruz a todos sus Fratres y Sorores; pero sin menospreciar la posible veracidad o creencia de sus miembros en la existencia física del tal Personaje Jesús. Es por ello que la Rosacruz, en modo alguno, puede considerarse como una Religión; en tanto que su función no es crear dogmas y catecismos donde éstos se puedan memorizar. Lo cual no quita para que la Rosacruz, más bien algunos de sus miembros, hayan intentado, con mejor o peor fortuna, recrear en su entorno aquello que pueden pensar que sería la Religión Primigenia del Cristianismo Original, la Gnosis; pero el Estudiante Rosacruz, en tanto que tal, no está en la obligación de pertenecer a algún tipo de Iglesia concreta, como tampoco a la de su no pertenencia. Lo importante es tener muy claro lo que significa Cristo en el original Cristianismo, independientemente de que, como Persona, haya o no existido y se haya o no llamado Jesús o Apolonio.


La Herejía e Impostura que nos cuelgan como un san Benito, no es la de no aceptar que un Individuo denominado Jesús murió, derramando su sangre, en la Cruz del Gólgota por la salvación de nuestras almas, sino por reafirmar que tal Relato lo pasamos a un segundo plano abandonando el principal; en tanto que lo importante es la “Imitación de Cristo” en su Proceso Iniciático. Un Proceso por el que todos, de una o de otra manera, y algún día, más pronto que tarde, sin excepción, deberemos de pasar todos; pero un Proceso en el que nosotros aportamos la Paciencia y donde el propio Cristo, Dios aporta, de Gracia, la Fe. En tanto que sin la Fe en el Señor Jesús, el Camino estará perdido. Así, debemos de abandonarnos en la Fe de Cristo Jesús, para que sea Él quien tome las riendas de nuestras vidas y nos conduzca a los prados verdes del Paraíso y que se encuentra en nuestro verdadero Hogar Celeste.


¡Ah!, y creer o dejar de creer en el relato, supuestamente, histórico no te va a salvar o condenar, porque creer no es tener Fe. La Fe es otra cosa muy distinta.


Frater Aralba R+C 


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