“Mitografía Rosacruz”
-La Rosacruz original es ajena a la gran mitomanía que se ha construido en torno a ella-
La Rosacruz es muy anterior a los esoteristas de los siglos XIX y XX que de un modo romántico, nostálgico si se quiere, abrazaron a la Rosacruz Alemana como el Mito Supremo al que aferrarse con el fin de sostener sus constructos esotéricos. La Rosacruz también es anterior a la Masonería, anglófona primero y francófona después; una Masonería que desarrolló, en profundidad, sus propias mitologías rosacrucistas relacionándola con ciertas órdenes de caballería como los templarios; pero también con ciertas organizaciones, como los cátaros, más cimentados en la leyenda que en la propia Historia; en tanto que los albigenses, supuestos y mal llamados cátaros, tienen más que ver con un movimiento protoprotestante, relacionado con los valdenses, más que con los maniqueos bogomilos del oriente europeo.
La Mitología Rosacruz podemos encontrarla, también profusamente, en la Teosofía de Blavatsky y, cómo no, en todo el constructo esotérico que rodeaba al nazismo de la Alemania Hitleriana. Ésto último ¿Hace a la Rosacruz un fundamento de los Nazis? No, del mismo modo que la Obra musical de Wagner no es nazi, a pesar de que éstos utilizaran dicha música en todos sus eventos, incluidos los militares. ¿Queda, por ello, manchada la Rosacruz o la Obra de Wagner al ser relacionadas con propagandas políticas fracasadas y mal vistas por la Historia Oficial? Nosotros consideramos que no, pues a posteriori cualquiera, ya sea bien nacido o malnacido, puede hacer lo que desee con acontecimientos pertenecientes al pasado colectivo de la Sociedad.
Así sucedería con el propio Cristianismo y que en la Edad Media llenó las plazas de Europa con hogueras encendidas en la quema de brujas y herejes. ¿Tiene, por ello, el Cristianismo original responsabilidad por lo que hizo la Iglesia de Roma? Dejamos la respuesta para que sea respondida por nuestros lectores.
Al menos, nosotros, nos negamos a realizar ese ejercicio de construcción ilógica y retrógrada que pudiera culpar al Padre de los pecados del Hijo. Se puede responsabilizar al Padre por las acciones de los hijos, en tanto que han sido los padres quienes han educado a los hijos; pero, en nuestro caso ese parentesco nos resulta, como poco, putativo; es decir, no reconocible, pues cualquiera puede autodefinirse como descendientes del Duque de Alba o del Cid Campeador; pero otra cosa es que lo sea. Así, aunque la Rosacruz haya sido inspiradora de muchas cosas, no podría decirse que la Rosacruz sea descendiente, ni de los templarios ni de la Orden de Malta, como tampoco se debe de afirmar, por incierto, que la Masonería sea una consecuencia directa de los Rosacruces alemanes o que la Rosacruz haya sido la promotora de la Sociedad Teosófica o la fundadora de las sociedades esotéricas filonazis como la Sociedad de Thule y las SS.
Así que, psicópatas o sociópatas, con nombres y apellidos, se declaren fervientes admiradores de la Rosacruz, no hace de ésta un nido de psicópatas y sociópatas. Porque sí, ese es el problema que tienen las cosas bellas y con nombres inspiradores, como la Rosacruz, que todo quisqui quiere apropiarse de sus nombres y símbolos, aunque sea tergiversándolos para adecuarlos a sus proyectos siniestros.
Es importante, como introducción a nuestra mitografía, tener todo ésto muy claro, pues el Mito y la ficción, con el paso de las generaciones, ha terminado infiltrando el verdadero músculo de la Rosacruz como la sal termina curando al denominado como jamón serrano; pero el jamón serrano poco tiene que ver con esa pata de cerdo original que ha sido modificada para sus conservación y posterior consumo, como la Rosacruz original, la histórica Protestante, nada tiene que ver con esa otra Rosacruz mítica que se ha construído sobre pilares fantásticos y, por supuesto, irreales por no denominarlos falsos y que conlleva tintes caballerescos, ocultistas, esotéricos, mágicos, cabalistas, masonicos y, por supuesto, nazis, que ha llegado hasta nuestros días.
Porque señores, no se puede decir que la Rosacruz sea nazi, como tampoco se puede afirmar que todo alemán sea nazi por el mero hecho de haber nacido en Alemania.
Es por ello que somos tan prudentes en ceñirnos a lo puramente histórico cuando tratamos, seriamente, el asunto Rosacruz; porque de lo contrario, sí, podríamos desarrollar toda una enciclopedia de despropósitos imaginarios que poco o nada tendrían que ver con la Realidad y, para eso ni estamos ni cuenten con nosotros.
Frater Aralba R+C