“La Rosacruz se mueve bajo el Espíritu Crístico”
-Los egrégores son construcciones energéticas humanas que nada tienen que ver con Cristo ni, por lo tanto, con la Rosacruz-
Ciertamente, muchos de vosotros habréis escuchado alguna vez que tal o cual organización se encuentra bajo la protección de un determinado Egregor. Así, dicho rápido y pronto podríamos pensar que los egregores podrían ser ángeles o cosas parecidas; pero no, todo es mucho más simple que eso.
Veréis, cuando una serie de gente con pensamiento homogéneo se reúne frente a un monolito, un tótem, una escultura o, mejor aún, en un templo cerrado, la piedra, mampostería y madera se impregnan con ese pensamiento a modo de una pintura Invisible. Si esas reuniones, generalmente ritualisticas, se producen frecuentemente y de forma periódica, la impregnación, por inducción, es sinérgica creándose una suerte de Entidad Invisible que solo puede existir en torno al Objeto impregnado, con capacidades que podrían confundirse con vida e inteligencia propia, a semejanza de lo que sucede con los arcontes que el Demiurgo programó en el principio del Tiempo para mantener estables los pilares del Universo.
¿Como es eso posible?, por la sencilla razón de que los seres humanos somos fragmentos, almas, del Espíritu del Creador, entonces ese poder divino inherente a los seres conscientes es el que, de forma inconsciente, va creando esa especie de Golem Invisible que puede influir en la Mente de los asistentes al monolito, tótem, escultura o templos, como si se tratará de una Entidad independiente. Entidad que, muchos, por ignorancia confunden con Dios, un dios, algún ángel o, por qué no, un demonio.
Ese es el principal motivo por el que los genuinos rosacruces solo se reúnen una vez al año en el Templo del Espíritu Santo; entre otras cosas, para evitar en lo posible, la formación de egregores. En ese sentido, es mucho más deseable el Rito Druida que se desarrolla en mitad de la pradera o del bosque y en donde no existan piedras o tocones de árboles muertos que pudieran impregnarse de algún tipo de egregor. Así los primeros cristianos se reunían a las afueras de las ciudades, generalmente en las laderas de montañas, hasta que, por la persecución sufrida, tuvieron que reunirse en el interior de las catacumbas. Catacumbas en las que, lamentablemente, empezaron a crearse los primeros egregores que, con el tiempo, terminarían dividiendo a los cristianos en diferentes iglesias, confesiones y obediencias.
Con ésto podréis entender el significado de: “el Egregor de determinadas Organización”.
Así, por ejemplo, existe un Egregor general de la Masonería y de la Rosacruz; pero, también, muchos otros egrégores dependiendo de las diferentes obediencias; pero también de los diferentes templos, logias, colegios, aulas o grupos. Evidentemente, algunos de estos egregores creados poseen mayor afinidad con unos egregores que con otros, dependiendo del estado espiritual de sus creadores; pero, repetimos, los templos de piedra, los tótems y monolitos no son la morada de ningún dios, ángel o demonio, sino los lugares donde se concentra la Energía Creadora de los asistentes.
Lamentablemente, aunque nos gustaría deciros lo contrario, los egregores más que unir a las personas, las dividen. Así, el egregor que se respira, por ejemplo, en una sinagoga, una mezquita o una Iglesia son completamente diferentes y antagónicos.
Así, aunque escuchéis que una Organización posee un Egregor determinado que la diferencia del resto, no significa que ese Egregor sea el Espíritu de Cristo; es decir, del Creador, del Señor que mora en todos y cada uno de nosotros, de forma dormida o consciente; sino que se trata de un mero producto de desecho que se impregna en materiales inorgánicos o muertos. Un Egregor, por cuestiones obvias, no puede impregnar, de forma permanente, a objetos vivos como árboles, animales, hierba o personas. Esa impregnación temporal que se recibe en el interior de los templos es lo que produce un extraño efecto en los feligreses: el sentirse cargados de vida y espiritualidad dentro del Templo y a la salida un vacío profundo, como si saliendo del Templo nos convirtiéramos en otras personas; de hecho, en peores personas. Sí, porque los egregores terminan, como las drogas, siendo adictivos; y esa es la causa principal de que para un creyente sea imprescindible acudir al Templo de forma periódica y sin faltar, porque el Egregor se tiene que quedar dentro de las dependencias del Templo y no puede ir, al exterior, con los feligreses.
El Espíritu de Cristo es otra cosa, en tanto que se trata de la propia Energía Divina, en toda su pureza y no como desechos, que mora en todos nosotros. Es un craso error intentar sustituir a nuestro verdadero Ser, Cristo, por un estercolero de desechos que solo podemos encontrar en los templos o al amparo de monolitos, esculturas o tótems concurridos. Sí, porque los objetos impregnados, si son abandonados por el motivo que sea, terminan perdiendo su poder egregórico, sobre todo los monolitos y tótems que se encuentran al aire libre; no así las esculturas que se encuentran protegidos, sus egregores, entre las cuatro paredes de un Templo; no obstante, ese Egregor, ya no visitado ni alimentado, terminará degradándose y volviéndose algo oscuro y verdaderamente insano, provocando en nosotros emociones de prudencia e incluso miedo.
Por lo tanto, es buena cosa huir, en lo posible, de los focos donde creamos que podrían existir egregores y si somos valientes, al saber que Cristo mora en nosotros, al menos conocer con lo que podemos encontrarnos.
Frater Aralba R+C; Hermano Lego de la Fraternidad de la Rosacruz”; “Colegio Invisible de la Rosacruz”; Linaje: (Por sus obras los conoceréis)