“La -Teosofía de Blavatsky-, el Wokismo de la Tradición Esotérica de Occidente”
-El Sincretismo entre Oriente y Occidente como herramienta de demolición interna de ambas culturas-
Somos conscientes de que éste trabajo levantará ampollas entre muchos de los que se consideran seguidores de la “Tradición Esotérica de Occidente”, cuando lo que han hecho es asumir un sincretismo entre las tradiciones de oriente y de occidente. Un sincretismo que más que construir, destruye desde los propios cimientos a ambas culturas. Así, la mal denominada “Teosofía” de Blavatsky y sus discípulos y seguidores, tergiversa los fundamentos esotéricos tanto de la Tradición Occidental platónica, gnóstica y mística como de la Oriental vedanta y budista, básicamente.
Sí, porque la neo tradición teosófica, en su constructo sincrético intenta sustituir dos tradiciones dispares y, en ocasiones, divergentes e incompatibles por la suya propia que se erige, intenta erigirse, como la verdadera Tradición, tanto de Oriente como de Occidente.
¿Cómo podrían casarse dos tradiciones tan contrapuestas? La Occidental y su Culto trascendental al Yo, al Alma Inmortal y la Oriental dirigida hacia la intrascendencia de la impersonalidad más absoluta. Es como mezclar la sal con el azúcar intentando contrarrestar lo dulce o lo salado. Esto no es posible y lo que se consigue es un nuevo sabor ácido. Así, la Teosofía Blavatsquyana no consigue unificar dos tradiciones tan diferentes entre sí, sino inaugurar una nueva y diferente que dice beber de ambas; pero en cuya génesis se encuentra oculto el parásito de la destrucción y, consecuentemente, de su propia autodestrucción.
Porque no se trata de construir sobre los escombros de tradiciones extintas y a las que sólo se podría llegar mediante la arqueología; sino que trata de construir sobre los cimientos de civilizaciones bien vivas y cimentadas. Bien, eso es lo que tratan de hacer la mayoría de las sectas; es decir, construir sobre lo ya existente, mientras que, en el proceso parasitario, degrada los cimientos sobre los que ha arraigado; en nuestro caso, tanto los de Oriente como de Occidente.
Si no se escarba, en profundidad, la nueva tradición, supuestamente teosófica, resulta atrayente; pero si se profundiza, podemos encontrar las incoherencias en las que se encuentra basada. Es importante subrayar, en éste punto, la coincidencia en el Tiempo y de personas, que existe entre el surgimiento de la Teosofía de Blavatsky y los movimientos feministas; de hecho, muchas de las heroínas de la Teosofía también lo fueron de los inicios del Movimiento Feminista y no, no tenemos nada en contra del Feminismo; pero nos parece importante remarcar tal coincidencia.
La Tradición Occidental está fundamentada en la Filosofía Griega, básicamente de Pitágoras, Platón y Aristóteles, en el Brahmanismo judío, en la Tradición Egipcia, y en la Gnósis de origen Persa. Tradiciones, todas ellas, que hacen hincapié en la existencia de una Corte Divina, ya sea politeísta o monoteísta, de una Alma o Yo inmortal que se encuentra atrapado en un Mundo que resulta tanto su prisión, su taller de reconstrucción como su escuela de aprendizaje para recordar un Conocimiento olvidado, la Gnosis. Básicamente esa es la genuina Tradición Occidental heredada tanto por el Misticismo Católico como por los alumbrados protestantes y, consecuentemente, por el movimiento iluminista de la Rosacruz. Una Tradición que, por mucho que se intente e insiste machaconamente, no contiene rasgos orientales como la reencarnación consecutiva del Alma en cuerpos sucesivos.
Intentar mezclar ambas tradiciones para construir algo nuevo que viniera a sustituirlas, no sólo es algo imposible sino también autodestructivo. Así, la Teosofía tuvo su auge durante finales del Siglo XIX y gran parte del XX; pero, por su condición wokista; es decir, nihilista, está condenada, como todas las sectas sincréticas, a convertirse en algo residual y sin un gran futuro, como previamente sucediera con el Movimiento Espírita, de donde procedía Madame Blavatsky y del que se convertiría en su mayor y encarnizada contrincante.
La mayoría, si no la totalidad, de las organizaciones rosacrucistas actuales, tienen una ascendencia teosofista blavatskyana que intentan casar, sin mucho éxito, con la verdadera Teosofía Cristiana que procesaron, tanto el zapatero Protestante Jacobo Bohenme, como la genuina Fraternidad Rosacruz Alemana surgida en el Siglo XVII.
No vamos a tratar aquí, no es el lugar, cuál de las tradiciones esotéricas es la correcta o la que se acerca más a la Verdad, si la Oriental del Hinduismo, el Jainismo, el Budismo, el Taoismo y el Zen, con su inmolación de la Personalidad y vivir el instante, o la Occidental, estoica, con su fortalecimiento creciente de la Personalidad y su enciclopedismo, hasta el descubrimiento de su condición de verdadera Chispa de la Divinidad, la mónada procedente del Logos o Verbo Creador.
Nosotros mismos, lo reconocemos, en nuestro origen caímos en ésa trampa seudo teosófica que, a modo de ballesta caza ratones, nos colocó Blavatsky. Una trampa para roedores en la que, en la actualidad, se encuentran prisioneras la mayoría de las organizaciones rosacrucistas y que se consideran herederas de la Tradición Occidental. Una trampa sincrética que sólo conduce al desierto y a la lucha interna entre caminos incompatibles.
Al final, como en el ejemplo de Jesús, siempre tendremos que confrontarnos, a nosotros mismos con nuestros demonios internos, en el Desierto de la Soledad Interior. Porque es allí, sólo allí, donde podemos encontrar la Gnosis, el verdadero Conocimiento que siempre estuvo en nosotros; de ahí aquello de: ”Hombre, conócete a tí mismo”
Frater Aralba R+C