15 agosto, 2024

La verdadera cosmogonía Rosacruz

 “La verdadera Cosmogonía Rosacruz”


-Procede del gnosticismo Cristiano, heredero de la Antigua Sumeria, no de la Teosofía Hindú-

Existen grandes diferencias entre las tradiciones de Oriente y Occidentes, siendo una de las más importantes, su visión cosmogónica de la Creación del Mundo. En la visión occidental, el Demiurgo platónico es la base de todo; pero en la oriental son una jerarquía de divinidades las responsables de la existencia de los diferentes planos del Universo. Desde el Siglo XIX, de la mano de la Teosofía Blavastkiana, existe en el Rosacrucismo una importante contaminación del Pensamiento Hindú, de la mano, primero de Rudolph Steiner y, consecuentemente, de su Discípulo más notorio Max Heindel.


Aquí no estamos para hablar bien o mal de nadie. Quienes llevan con nosotros algún tiempo saben que nos convertimos en Discípulo de la Fraternidad Rosacruz en la “Rosicrucian fellowship” de Max Heindel y que tenemos un grandísimo respeto y admiración por Rudolph Steiner; pero como lo cortés no quita lo valiente, debemos mantener impoluto el pendón, tanto de la Historia como la Doctrina de la Fraternidad Rosacruz Alemana y que, como todos deben de conocer, es Cristiana y pertenece a la Tradición Occidental de la Gnosis Neoplatónica.


La Cosmogonía y Cosmología Rosacruz son extraordinariamente simples y se pueden exponer, ya lo hicimos en varias ocasiones, con un par de folios, aunque, si nos lo propusiéramos, podríamos rellenar tantas páginas como poseen “El Concepto Rosacruz del Cosmos” de Max Heindel o “La Ciencia Oculta” de Rudolph Steiner y de donde se inspirase el primero.


Para comenzar, digamos que solo existe el Pleroma, el Todo, la Unidad Indisoluble y Conciencia e Inteligencia Cósmica de donde todo procede; no obstante, el Pleroma se encuentra constituido por los eones, sus emanaciones, ocupando el mismo espacio infinito del Pleroma; pero vibrando a diferentes frecuencias. 


Según la Gnósis Primordial, los Eones conforman lo que se conoce como la Corte Celestial, encargada de coordinar los diferentes universos entre sí y que comparten, del mismo modo, un mismo e infinito espacio. 


De entre esa Corte de Eones emanados del Pleroma, debemos de hacer mención especial del Eón Sophía, y de donde emanaría el Demiurgo Creador de nuestro Mundo y en cuyo Seno, como Madre Divina, pervive nuestro Universo, así como todos los seres que lo pueblan; todos ellos, procedentes de las Ideas preexistentes y perennes que siempre han poblado el Mundo de las Ideas, en el Pleroma.


Dice alguna mitología, de los primitivos gnósticos (fuente del Dr Piñero, experto en la Gnósis del Cristianismo Primitivo), que Sophía, en tanto que preexistente e Inmortal, quiso conocer su origen y hasta del propio Pleroma; para ello no se le ocurrió mejor idea que recrear, dentro de su propio Ser, un Universo a Imagen y Semejanza de las idéas existentes en el Pleroma. Así las cosas, de su Voluntad Perenne emanó al Creador, el Demiurgo, quien diseñara dicho laboratorio tomando prestadas algunas de las muchas ideas preexistentes del Pleroma.


Cuando el Demiurgo diseñó el Universo, también instauró una serie de pilares invisibles, los arcontes o leyes y normas inmutables de la Física y de la Naturaleza, para que el escenario donde se desarrollara el Drama Cósmico de la Vida fuera estable y no cambiante y caótico. Fue gracias a los arcontes que el Caos primigenio tomara la forma inmutable, a nivel de leyes físicas, que hoy posee nuestro Universo.


Una vez finalizado el trabajo, dentro del sexto día simbólico de la Creación, el Demiurgo mostró su trabajo a Sophía; pero el trabajo concluido era un auténtico desastre, pues sí, las ideas del Pleroma habían tomado una corporeidad tridimensional y con la capacidad de moverse; pero lo hacían de forma caótica y sin inteligencia alguna. 


En ese instante Sophía se dió cuenta del terrible error que había cometido al haber actuado, por cuenta propia, sin haberlo consultado con el resto de los eones de la Corte Celestial. Arrepentida y viéndose absorbido su propio Ser por las fuerzas de gravedad puestas en marcha por el Demiurgo, clamó “en forma de una profunda Metanoia, a su hermanos de la Corte Celestial en busca de consejos y ayuda.


Tras deliberar el Consejo Celestial de los Eones determinó que la única solución posible para arreglar el desastre cometido era sacrificar la propia Voluntad de Sophía, el Demiurgo, para que sacrificándose e integrándose en su propia Obra, su Trabajo tomara inteligencia, voluntad y Conciencia. 


Así las cosas, no acabado el Sexto día, el Mito nos cuenta que el Demiurgo, siguiendo los designios de la Corte de los Eones, sopló su aliento vital en aquella Criatura que habría de colocarse como Rey y representante de la Creación, el Hombre, Varón y Hembra. Así, el Demiurgo, acabada su labor, con su propio sacrificio, acabó el Sexto Día y el Séptimo, el Día Cósmico en el que nos encontramos, se echó a descansar. Dicho con más claridad, el Espíritu del Demiurgo se fragmentó, mediante múltiples almas, en todas las criaturas iniciales de la Creación y gracias a lo cual, la inteligencia puede mostrarse, en el Mundo, mediante las diferentes formas de Vida; pero esa fragmentación continuaría, “ad infinitum”, mientras las criaturas se fuesen reproduciendo, así hasta el fin de los tiempos, y donde los fragmentos del Demiurgo deberán de reunificarse en la forma de la Suprema Entidad, el Hombre Celeste o Adán Kadmón.


Antes de integrarse en su propia Creación, el Demiurgo organizó a las entidades temporales, conocidas como los arcontes, en una suerte de jerarquía para que, aún ya no estando Él, el Teatro de la Vida continuase hasta su definitiva y programada finalización.


Y en esa Historia estamos imbuidos desde entonces y en donde el Universo crece en Espacio, conforme transcurre el Tiempo (Cronos-Saturno-Jehová Príncipe de los arcontes), hasta plegarse y replegarse constituyendo nuevos universos espejo, unos de otros, mientras los arcontes no son capaces de determinar que el tiempo podría haber concluido ya.


Lo que en realidad ha sucedido es que los arcontes, fuerzas inteligentes artificiales con un patrón fijo de funcionamiento, tras el paso del tiempo han tomado una suerte de conciencia prestada, propia, en tanto que la Energía que los sostiene procede de la propia Creación, de sus Criaturas, minerales, vegetales y animales en sus múltiples variedades; pero especialmente de las especies conscientes como la Humana.


Esa toma de conciencia de las entidades, conocidas como arcontes, creó en ellos una suerte de “Instinto de Conservación” que impide que se baje el telón del Drama de la Vida. Así, nuestro Universo se encuentra en una suerte de “Día de la Marmota” permanente, a modo y manera de la aguja de un gramófono sobre el surco dañado de un disco rayado. Esa es la verdadera rueda de nacimientos y muertes que se produce en una suerte de espiral o helicoide y en donde se reproducen los nuevos universos sobre los cadáveres de los anteriores. 


Universos sobre universos que mantienen, de forma artificial y perversa, algo que ya debería de haber finalizado hace demasiado tiempo.


La única solución a éste drama que se repite una y otra vez, con diferentes matices, es que un número suficiente de humanos despierten a la Verdad de lo que son, así como de la anomalía que los rodea. Que descubran su herencia divina, así como que es su propia Energía la que los mantiene apresados, mientras la segmentación de almas del primitivo Espíritu del Demiurgo se siga produciendo sin que alguien lo pare.


Solo el Hombre u otro Ser similar, segmento holográfico, en degradación, del Demiurgo, tras recordar lo que es y tomando la decisión adecuada, podrá parar la Rueda de la Vida para propiciar el retorno del Espíritu del Demiurgo, y con Él, toda la Creación, a su Hogar celestial de origen, el Pleroma.


Esa es la causa principal de que los arcontes hagan todo lo posible para que el hombre siga dormido y creyendo que es un Ser inferior sujeto al poder de los arcontes, en tanto que supuestos seres superiores; pero la Verdad es justo lo contrario; aunque claro, nada cambiará si no comenzamos a recordar nuestra esencia divina y entendamos que los arcontes solo son una suerte de algoritmos de programación que, cuando todo acabe dejarán de existir.


En la verdadera Gnósis, son pocos los actores que conforman su Cosmogonía, aunque los arcontes, en la forma de diversas entidades, como ángeles y demonios, conforman diversas jerarquías; pero se trata de un constructo artificial condenado a desaparecer, una vez cumplida su función al servicio de aquel experimento, y que comenzara el Demiurgo, dentro del seno de Sophía, a petición de ésta.


Somos conscientes de que el Mito es un conjunto de símbolos que poseen un mensaje particular para cada uno de nosotros. No se trata de tomar el Mito de forma literal, sino de asimilarlo con el Corazón y, en meditación, entender lo que él tenga de Gnosis, verdadera información, para nosotros. Eso es todo si no hay preguntas.


Frater Aralba R+C; S.C. de la F.R.A. en España, vía su A.M.L. “Rosa Mística”; Linaje: Huiracocha, Aureolus, Camael, Amorifer


 


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