12 noviembre, 2024

La Fe se fundamenta en la Gnósis no en la existencia del Personaje

 “La Fe se fundamenta en el Conocimiento Interno, no en algún Personaje Externo”


-El Mensaje como Símbolo catalizador del Conocimiento Interior-

Por regla general, en realidad todas las veces, todas las confesiones religiosas cristianas, fundamentan su doctrina en la “Fe”, en realidad creencia, en el nacimiento Virginal, martirio, muerte en la Cruz y resurrección de un Hombre-Dios llamado, de forma indiferente, Jesús, Cristo o Jesucristo. 


Si tuviésemos la capacidad de viajar en el tiempo e, hipotéticamente, descubriéramos que tal Personaje jamás existió, esa denominada como Fe Cristiana se desmoronaría, viniéndose abajo y dejando huérfanos a millones de cristianos que han depositado su Esperanza en un concepto tan tangible y mundano, la existencia de un Héroe de carne y hueso, que al mismo tiempo es Dios.


En el Cristianismo Original, de carácter gnóstico, eso no sucede en tanto que la existencia o no del Personaje posee un carácter anecdótico; es decir, la Fe está basada en la Gnósis o Conocimiento interior que se desprende del Mensaje del Relato Mítico y que funciona a modo de Símbolo o llave, necesaria para abrir las puertas internas que protegen a la Gnósis del exterior.


Así, en la Gnósis, el Relato posee prevalencia sobre la existencia Real del Personaje y la existencia o no del Personaje, ya no es que pase a un segundo o tercer plano, sino que carece de importancia para los gnósticos y, por lo tanto, no afecta a su Fé; que en lugar de estar basada en la existencia de un Ser real, lo hace sobre el Conocimiento o Intuición, esa es la Palabra clave para los Rosacruces, de nuestra condición Divina.


Así, la Fe, la Pistis, de los cristianos gnósticos no queda afectada por la existencia o no del Personaje; perdiendo ésta toda relevancia, dejando esa Creencia al libre albedrío del Creyente; es decir, no se trata de una Doctrina o Dogma impuesta; pero que tampoco se combate aunque haya perdido todo su significado Salvador por la creencia en un relato histórico o supuestamente histórico.


El Gnóstico se salva por un contínuo Trabajo interior de búsqueda de la Luz, Verdad, que lleva dentro de sí. Esa Luz no es otra cosa que la Chispa de Espíritu que nos da la Vida y el Ser,  y que procede del Pleroma; es decir, del único Dios Incognoscible. A esa Chispa de Espíriru o Átomo Simiente es a lo que denominamos como Cristo o Maestro Interior.


Todo el Relato Bíblico no deja de ser otra cosa que un relato simbólico del Proceso Iniciático; es decir Crístico, en busca de la Resurrección o Transfiguración; dicho de otro modo, de nuestra definitiva unión con Cristo y que no es otra cosa que nuestro verdadero Ser Divino.


Algunos movimientos gnósticos y entidades rosicrucianas prescinden del término Cristo para no ser confundidos con cualesquiera de las confesiones de la Religión Cristiana; pero, entendemos que, aunque el Término es lo de menos y carece de toda importancia, es importante como Testimonio de que el Cristianismo Original, antes de ser contaminado por la ortodoxia oficial, no es otra cosa que la misma Gnósis. Así, manteniendo el Término, el Gnóstico Cristiano impide que se le arrebate su original término de Cristiano, en tanto que seguidor, según el simbólico relato bíblico, del Proceso de Cristificación. Un Proceso cuyo catalizador nos es otro que el Amor o Empatía incondicional, no solo hacia sus semejantes iguales; sino a todo Objeto animado e inanimados de la Creación.


Así, el Relato, más que una Verdad Histórica se convierte en una Guía de Vida o Referente a Imitar y la Figura de Jesús en nuestra propia Historia Personal y en la que pasamos, tras descubrir, en nuestro Interior, a la Chispa Divina “Cristo” a convertirnos en Jesús-Cristo y finalizado el Proceso Crístico o de Cristificación, alcanzar la Transfiguración y así, definitivamente, ser llamados “Jesucristo”; es decir, cristianos o seguidores de Cristo.


No, el verdadero Gnóstico valiente no rehuye de su condición de verdadero Cristiano; sino que alardea de ello como su pendón significativo. Su objetivo es convertirse en una Unidad indisoluble con Cristo que es lo mismo que decir con Dios mismo, con la Unidad del Todo, alcanzar el Nirvana del Budismo. 


Así, la Fe del Gnóstico no es una mera creencia incondicional en un suceso acaecido en algún momento se la Historia Humana; sino que se trata de una certeza debida al encuentro con su Conocimiento Divino Interno; es decir, la Gnósis.


Así, también para el Gnóstico y, por lo tanto, para el Rosacruz, pierde todo su valor tanto el rito como la liturgia basados en una doctrina teológica convertida en dogmas de fé; es decir, algo en lo que tener que creer, si o sí, de forma ciega aunque sea completamente irracional.


Así, para la Gnósis, la Figura de Jesucristo toma otra dimensión superior completamente desligada, en tanto que Símbolo, de cualquier connotación material, pasando a ser un Mensaje metafórico del Espíritu para su Alma.


Frater Aralba R+C  



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