“De la Unidad del Uno a la Colectividad del Todo”
-De la Colectividad del Todo a la Individualidad Colectiva-
Hemos indicado, en numerosas ocasiones que solo existe el Uno, que también es el Todo o Pleroma, el Padre-Madre de todo lo que ha existido, de todo lo que existe y de todo lo que existirá en los múltiples planos de existencia; pero el Uno conlleva una multiplicidad infinita, en la forma de los eones; y que no son otra cosa que las células individualizadas; pero indivisibles y que conforman la totalidad del Pleroma.
La Imagen bidimensional, de la realidad multidimensional, que mejor refleja éste asunto es la Flor de la Vida, constituida por un Círculo grande en cuyo interior pueden observarse otros muchos círculos, mucho más pequeños, solapados entre sí.
Evidentemente, en nuestra condición actual, de seres tridimensionales sujetos a un Plano tetradimensional, incluido el Tiempo, nos es muy complicado representar la Flor de la Vida en su verdadera magnificencia polidimensional, más que tridimensiona; pero si a nuestros amigos y amigas no les importa que se les vuelque la cabeza, diremos que el Círculo de la Flor de la Vida es más un Multi-Esfera de dimensiones infinitas; pero que ocuparía el espacio de un infinitesimal punto sin dimensiones, una singularidad; es decir, mucho más diminuto que un cuanto o fotón.
Eso sería el Pleroma, en donde las circunferencias o esferas más diminutas que se representan solapadas, en el plano bidimensional o tridimensional, en realidad poseen la misma estructura del propio Pleroma; es decir, de dimensiones infinitas y que cabrían en una singularidad sin dimensiones. La Flor de la Vida, sea de paso, solo es una representación simbólica para permitir cierta comprensión del Asunto.
El Todo, con su conjunto de Eones, tras activarse el Espacio Tiempo, sabemos que en nuestro Eón Sophía; pero suponemos que podría darse, igualmente, en el resto de infinitos eones, se expande en todas las direcciones, dentro de su burbuja interdimensional, de forma uniforme y fractal; es decir, de un modo autoreplicante, haciendo buena la disertación de Hermes “Como arriba es abajo”
Lo de abajo y más pequeño es semejante en forma y sustancia de lo que emana, un poco más grande, y esto otro es, igualmente semejante, a otra cosa más grande y así hasta la totalidad del infinito. Es, por dicha circunstancia que, estando los infinitos eones ubicados unos dentro de otros; pero ocupando diferentes planos dimensionales, sus universos, también infinitos e inabarcables se encuentran unos dentro de los otros; pero separados por una barrera infranqueable que es una suerte de abismo dimensional.
Estando ya en el Universo, concretamente en el nuestro, el que se encuentra en el Seno del Eón Sophía, que es al único que podríamos acceder a comprender, podemos decir que todo lo existente en Él, desde los cúmulos globulares y galaxias hasta las colonias de moléculas y átomos y partículas subatómicas, no son otra cosa que células holográficas del holograma principal. No estamos diciendo que nuestro Universo sea un Holograma tal como se entiende en física, sino que su estructura es semejante a lo que conocemos como un Holograma, solo que, en nuestro caso, sería una suerte de Holograma de dimensiones infinitas compuesto por una suerte de infinitos hologramas, semejantes y en lo que, en todos ellos, se encontraría exactamente toda la información del holograma original; por decir así, todo el Universo se encontraría concentrado en cada partícula cuántica y cada una de dichas partículas contendría toda su información, para si fuese necesario (solo es una metáfora), reconstruir la Plenitud del Universo, a partir de dicha partícula infinitesimal.
Así, el Pleroma mediante el Diseño del Eón Sophía y la Voluntad de Acción del Demiurgo (supondremos que en otros eones podrían suceder eventos similares), ha posibilitado la fragmentación, hasta lo infinito, de las Ideas contenidas en el Pleroma y, por lo tanto, en Sophía y, por consiguiente, en el Demiurgo. En esa fragmentación es en la que nos encontramos en la actualidad; pero se trata de una fragmentación en progreso y que aún no se ha detenido (no tenemos constancia de cuando se detendrá y si implosionaría para regresar a su natural singularidad en algún momento); pero esa individualización de la conciencia de los diferentes fragmentos, no implica que el conjunto del Todo pierda su Conciencia de ser Demiurgo, Eón y Pleroma.
Aquí lo que sucede es que los fragmentos individualizados poseen una conciencia más limitada que su Creador, el Demiurgo, éste más limitada que su progenitora, el Eón Sofía, y ésta más limitada que el propio Pleroma.
Así, podemos afirmar que aunque no seamos, en tanto que Criaturas, como parte fragmentada del Demiurgo, conscientes de la totalidad de la Conciencia del Demiurgo, éste, en su sueño y descanso, sigue siendo plenamente consciente; es decir, es nuestra limitada percepción de, metafóricamente, diminutos hologramas lo que nos impide ser conscientes de nuestra indiscutible unidad con la totalidad del Demiurgo, con el Eón Sophía, donde mora nuestro Universo y del Pleroma infinito e infinitesimal que lo contiene todo en una infinidad de planos y dimensiones que no ocupan nada y lo ocupan todo, pues el Espacio es creado por la expansión de la Conciencia y sin esa expansión solo existe la Idea del Pleroma; es decir, la Nada o Espacio Vacío, fuera del Pleroma, no tiene posibilidad de tener existencia, pues al Ser infinito el Pleroma, lo ocupa todo y las cosas solo pueden ser, vivir, existir y formar parte de la Esencia del Pleroma.
Así, siendo el Pleroma algo de dimensiones infinitas y, paradógicamente, contenido en una singularidad, es que la totalidad del Pleroma, limitado en memoria y consciencia, se encuentra en cada uno de sus infinitos fragmentos, aumentando el nivel de conciencia a medida que vamos disminuyendo el nivel de fragmentación; es decir, la Plenitud de la Conciencia la tiene el Pleroma, después sus eones, a continuación los demiurgos creadores y así hasta llegar a la más diminuta partícula cuántica aún no detectada.
Tras el proceso de fragmentación, en el que estamos imbuidos, cada uno de los fragmentos se irá uniendo a los otros, en una desfragmentación inversa a la fragmentación producida, adquiriendo cada vez más y más conciencia hasta llegar a la propia Conciencia del Pleroma; pero sin perder la Esencia de la Conciencia individual del Fragmento más diminuto. Así las cosas, podemos afirmar que tras el Proceso desfragmentador del Demiurgo Fragmentado, el Hombre Cósmico que en la Cábala se conoce como Adam Kadmón, aún llegando a ser un Individuo Consciente como lo fuera el Demiurgo antes de su desfragmentación, aún así será, del mismo modo, todo un nuevo Universo donde persistirán las consecuencias de los incontable fragmentos infinitos a los que estuviera sometido en su pasado desfragmentado.
Hoy podemos decir que la Humanidad no es otra cosa que una parte del Demiurgo fragmentado y en donde cada uno de sus individuos somos unos de esos fragmentos. Cuando la desfragmentación se produzca y retome el Demiurgo su Conciencia aumentada por la experiencia en la forma de Adam Kadmón, será como si toda la Humanidad se hubiera fusionado con el resto de la Naturaleza y el Cosmos; pero sin perder su Conciencia individual.
Así, el Hombre Cósmico estará constituido por la totalidad de la Humanidad y por la totalidad de los componentes que constituyeran su pasado Universo; pero transfigurados y donde lo antiguo se habría, literalmente, desintegrado; pero su información, en tanto que memoria y consciencia, reintegrada en el Nuevo Ser, y que no será otra cosa que el Antiguo Ser evolucionado a otro nivel o Plano de Existencia.
Frater Aralba R+C; S.C. de la F.R.A. en España, vía la A.M.L. “Rosa Mística”