“Reivindicando la Figura del Demiurgo”
-Nada es lo que parece-
La Figura de un Demiurgo malvado al frente de unos arcontes demoníacos, a pesar de ser una figura anecdótica, dentro del variopinto y diversión Mundo de la Gnosis neoplatónica, pareciera haberse convertido en la representación más famosa y conocida de esa Entidad denominada como Demiurgo.
El Demiurgo, como el resto de conceptos gnósticos solo son representaciones literarias (simbólicas) de poderosas Fuerzas automáticas de la Naturaleza y que son lo que hoy denominaríamos como leyes universales. Así las cosas, los arcontes, encabezados por Yaldabaoth, el Gran Impostor o Falso Demiurgo (el Tiempo), no son ni buenos ni malos. Cada uno de ellos cumple de forma precisa y disciplinada con su trabajo programado y encomendado por el Demiurgo que los diseñara, antes del comienzo del Tiempo.
El Demiurgo, desde Platón, es el Artesano que construyó el Mundo. En el Neoplatonismo, podría decirse que es la Voluntad, emanada del Eón Sofía, el brazo activo encargado de dar forma al Mundo diseñado, a grandes rasgos, por Sophía. Por consiguiente, el Demiurgo realiza el Trabajo que se le encargó basado en el Diseño realizado por su Madre e inspirándose en las Ideas Eternas contenidas en el Seno del Pleroma o Mundo de las Ideas.
Como diría Nietzsche, Dios ha muerto; de hecho lo hizo, figuradamente, tras Crear y dado Vida al Universo que se le encomendó; por lo tanto, echarle al pobre Demiurgo los males de aquello que sucede en el Mundo, es duro, y de una cruel y estúpida ignorancia, cuando lo suyo fue el puro sacrificio por dar Vida a lo que, sin su Esencia, habría nacido muerto.
Desde tiempos remotos al Tiempo, de forma equivocada, se le ha otorgado el Título de Padre de los dioses, véase Saturno en Roma o Cronos en la mitología griega; pero el Tiempo solo es uno de los arcontes, aunque el más importante en la Jerarquía y en el que, de algún modo, quedó grabada la impronta del Destino del Universo y de todas las criaturas que lo pueblan; es, por decir así, el director del resto de fuerzas o arcontes.
No, no existen muchos espíritus atrapados en la Prisión de la Creación; sino solo un Espíritu, fragmentado hasta lo incontable en numerosas almas y ése no es otro que el propio Creador, el Demiurgo, en la forma de una latente Chispa Divina conocida en el Gnosticismo Cristiano como Cristo.
De esto ya hemos hablado en numerosas ocasiones; pero es necesario insistir para reivindicar la maltratada figura del Demiurgo, pues éste, aún siendo fragmentado, vive en cada una de sus criaturas, vive en cada uno de nosotros.
De forma simbólica, en la Tora, se indica que Elohim, el Demiurgo y sus arcontes, a modo de algoritmos de programación, creó el Mundo en seis días, el sexto día, Éste creó al Hombre, varón y hembra los creó dice, e insufló su propio Espíritu, a modo de aliento de vida, en Él y, a continuación, el Séptimo Día descansó tras su trabajo realizado, viendo que todo estaba bien. Ese soplar su aliento de vida en el Hombre, Germen de la Humanidad, simboliza que ese Espíritu se sumó a su propia Creación para que las formas inertes, traídas como copias de las Ideas del Pleroma, cobrasen Vida.
A partir de éste Hecho de sacrificio supremo es que los arcontes, en tanto que Leyes Naturales, encabezados por Yaldabaoth, Autades, el Gran Presuntuosos, el soberbio impostor, toman el control de lo realizado por el Demiurgo, con el fin de que el escenario de la Naturaleza se mantenga estable y no colapse; y eso lo realizan muy bien de forma programada, disciplinada y automática.
El Problema de la constante desfragmentación en más y más almas del Único Espíritu del Demiurgo, simbolizado éste hecho en el Pecado Original, se debe a la constante reproducción y expansión, tanto del propio Espacio como de todas las criaturas que lo pueblan. De hecho, desde que el Demiurgo, recuerden la Voluntad del Eón Sophía, se echó a descansar en su propia Creación, no ha dejado de fragmentarse, en nuevas almas, y lo sigue haciendo hasta que llegue la hora de bajar el telón de la representación del Drama Cósmico que la Vida es.
Solo entonces, al final de los días, es que lo dividido se unirá en una sola cosa y los hombres y mujeres formarán una sola Entidad, la Humanidad; y ésta, junto con el resto de las criaturas que conformen, entonces, el Cosmos formarán al Ser Cósmico Cristo, el Único, el Hijo de Dios, quién se sentará a la diestra de su Padre el Pleroma y junto a su Madre Sophía, en cuyo Seno, hoy, se encuentra a modo de un huevo en constante crecimiento y protegido por su membrana, nuestro Universo.
Somos conscientes de que en Internet, básicamente, encontrarán al Demiurgo dibujado como un Ser imbécil, malévolo y con malas intenciones para con los hombres, en cuyos cuerpos estarían presos los muchos espíritus secuestrados del Pleroma; pero esa Idea no se sostiene, es ilógica y fácil de desmontar, en tanto que ya no habría más espíritus apresados y sin embargo éstos siguen llegando al Mundo. Esto intentan solucionarlo con la Reencarnación y que, de algún modo, sería el motor que mantiene al Universo en un ciclo de continúa renovación; pero lo cierto es que todo lo que contiene el Huevo Cósmico de la Creación que mora en Sophía, es una sola cosa, su Hijo Cristo, el Demiurgo y su Creación surgida de Sophía y de los objetos preexistentes, en forma de ideas, del Pleroma. Él, como Espíritu en fragmentación contínua, en incontables almas es lo que hace que el Diseño de Siophía, el Sueño de Sophía, tomara forma, consistencia y Vida.
Mientras tanto, de forma ignorante, las almas desmemoriadas de los humanos siguen pensando que el Creador es un Ser malvado que los tiene atrapados en una suerte de prisión cósmica; pero de lo que no son conscientes, porque no lo recuerdan, es que ellos son el propio Creador, pues en su Forma Humana vive Él, unas veces en forma latente y en otros florecido como una majestuosa Rosa en el centro de su Corazón.
Si deseas ser un verdadero Gnóstico, huye como Alma que lleva el Diablo, de toda idea de Mal, de todas ideas de fatuos demonios y de toda idea de infierno. Todo se encuentra en formación y contínua perfección. La Obra de un Artesano no es igual cuando se comienza a realizar que cuando se encuentra perfectamente terminada. Así las cosas, es importante que sepas que lo que parece mal, la incomodidad del presente, terminará tomando forma en algo perfecto cuando el sagrado huevo eclosione en el futuro y surja de él, el nuevo Ser que se unirá, para toda la Eternidad, con su Padre el Pleroma y su Madre Sophía. Y ese Ser, querido Amigo, ese Ser no es otro que tú mismo.
Frater Aralba R+C; S.C. de la F.R.A. vía su A.M.L. “Rosa Mística”