“Josué de Nazaret, Apolonio de Tiana y el Cristianismo”
-¿Quienes escriben la Historia?-
Nuestro muy querido y admirado, el ex catedrático, en religiones del Medio Oriente ( https://es.m.wikipedia.org/wiki/Antonio_Pi%C3%B1ero ) en la Universidad Complutense, Don Antonio Piñero, suele repetir, en sus exposiciones, que la Historia se construye mediante el consenso de los historiadores; pero eso a mí me sacude la cabeza porque ¿Quienes determinan qué historiadores escriben la Historia y qué consenso?
Por regla general siempre, para qué engañarnos, son los estados vencedores de las contiendas bélicas mediante, sus gobernantes, quienes determinan qué escribas, periodistas e historiadores deben de escribir la Historia del momento y, siempre, sujeta o amoldada a los intereses particulares del o de los gobernantes de turno.
Así, ¿decidme, vosotros, mis queridos amigos qué fiabilidad puede tener la Historia?, sobre todo mientras más nos adentramos en el pasado remoto.
No nos queda otra que, utilizando las técnicas científico-esotéricas, adentrarnos en la Memoria de la Naturaleza; pero resulta que en sus registros se encuentran grabados todos los acontecimientos, ya hayan sucedido o solo relatados y lo lamentable es que en esos registros no existe una etiqueta que nos pueda decir lo que es cierto o lo que es falso, lo que ha acontecido o solo ha sido relatado. Por lo tanto, solo nos queda para conocer si los acontecimientos han sido verdaderos o falsos, el estudio pormenorizado de lo relatado y observar si existen algún tipo de incoherencias; estudiar los matices de los diferentes testigos de la Historia y comparar con los registros de la Memoria de la Naturaleza.
De verdad que nos cuesta entender eso del consenso, pues nos suena a pura conspiración. Imagínense que una serie de amiguetes de lo ajeno, poseyendo un enemigo común, y que el pobre no ha hecho nada malo, se confabulan para acusarlo de un robo que ellos han cometido; es decir, dos o tres personas se confabulan, por un interés común, y con una mentira para endosar unos hechos falsos a otra persona y, eso, ha sido por consenso, no cabe duda alguna.
Si nos situamos en los dos a cuatro siglos contemporáneos al comienzo del Cristianismo vemos que existen ciertos elementos concatenados:
1.- Un Imperio absolutista, sin libertades, el Romano, en decadencia y a punto de dividirse en dos pedazos, uno en Oriente y el otro en Occidente.
2.- La necesidad de sustituir una ingobernable y caótica Religión Politeísta por otra Monoteísta mucho más fácil de controlar; pero realizando un sincretismo entre lo más práctico del Politeísmo y lo más sencillo del Monoteísmo.
3.- El Gobernante, en concreto Constantino, llama a sus hombres de confianza, teólogos, sofistas y escribas para ordenarles un trabajo. Partiendo de cero; pero utilizando el Conocimiento de sus eruditos, construir una nueva Religión que pudiera ser puesta al servicio de los intereses del Imperio.
4.- Los eruditos del Emperador se reúnen y departen entre sí para llevar a cabo la Orden del Emperador y creo, de corazón, que nadie se levantaría para decir ¡Esto es un disparate, estamos falsificando la Historia!; así se construye la Religión Cristiana, nada que ver con la Gnósis Cristiana, utilizando una amalgama de asuntos; pero haciéndolo para que sus piezas casen con precisión geométrica.
5.- Como corre prisa, los eruditos del Emperador toman aquello que tienen a mano: El Judaísmo de la Provincia Romana conquistada y, cuyo Libro sagrado, la Toráh su historia se remonta a la antiquísima Sumeria, con alguna modificación pasa a formar, en la Biblia Cristiana, aquello que conocemos como en Antiguo Testamento o los relatos del Pasado lejano; pero el Nuevo Testamento debe de relatar los acontecimientos pasados; pero recientes; es decir, tiene que hacer algo nuevo; pero basado en algo ya existente.
6.- Toman como prototipo religiones solares como la de Atón de Amenophis IV en el Egipto Antiguo; siendo Apolo, el ejemplo más cercano dentro de su, a enterrar, politeísmo y suman a ello una parte sustancial del importante Culto a Mitra, otro Dios Solar procedente de la antigua India de los Vedas, tan popular entre las Legiones Romanas; pero ahora, en ese contexto de Religión Solar se debe de introducir un Personaje, inventado por supuesto; pero que contenga pasajes realistas, de personas reales, que pudieran rastrearse en el Tiempo.
7.- Así nuestros eruditos, ya que habían tomado la Toráh como la Historia del pasado, en la Nueva Religión, toman la figura de un Rabino revolucionario, procedente del Grupo Rebelde contra el Imperio, los Celotes, un tal Joshua, Josué o Yhesus, Jesús, sumándole a Éste las características de un Taumaturgo Griego de su Época, un tal Apolonio de Tiana. Una persona de gran sabiduría y a la que se le adjudicaba la capacidad de hacer milagros, curar a los enfermos e incluso resucitar a los muertos.
8.- Al Personaje recién creado para llevar sobre sus espaldas el peso de la Nueva Religión, basado en un Rabino Judío, profeta de Mal Agüero para Roma y no demasiado querido por sus propios compatriotas, se le sumó las características de su contemporáneo Griego, cuya figura de asceta pasó a formar parte de la iconografía de la nueva Religión.
9.- Del propio Judaísmo toman otra importante figura, la del supuesto Mesías que vendría a salvar al Pueblo de Israel; pero esa característica es tergiversada y sumada, como característica principal, al Jesús de Nazaret reconstruido con las características de Apolonio de Tiana.
10.- Así queda constituida la Nueva Religión con una parte importante de Judaísmo, otra de las religiones más populares del Imperio Politeísta, como fueran el Dios Apolo y el Mitra de las legiones romanas. El Personaje se llamará Jesucristo por Jesús el Rabino y cuyo significado es Yaveh el Salvador y por Cristo, el Enviado o el Mesías.
Este Proyecto, tras su elaboración y estudio para cometer la menor cantidad de imprecisiones es presentado al Emperador Constantino para que lo apruebe dándole su visto bueno. Así lo hace y, como Emperador Absolutista, determina y ordena a todos su eruditos que propaguen el nuevo trabajo como la Verdad; pasando a continuación, a propagar la Buena Nueva de la Nueva Dispensación por todos los rincones de ese Imperio en decadencia que pronto está, por las presiones bárbaras, para dividirse en dos y lo que derivaría en las constituciones, por un lado, en Roma de la Iglesia Católica y por otro en Constantinopla, la Iglesia Ortodoxa.
Bien, pues dentro de ese constructo artificial subyace la idea de que “El Hombre propone; pero es Dios quien dispone” y aquello de “Los caminos del Señor son inexcrutables”. Sí, porque aunque todo fue un montaje para controlar a la Población del Imperio, en lo más profundo coexistía la profunda verdad de la Gnosis; es decir, la de Cristo como una Chispa Divina morando, aletargada, en todos los hombres esperando a ser despertada para tomar el control y conducir a la Persona a su salvación y, consecuentemente, a la Vida Eterna.
Con ésto no estamos negando la existencia del Rabino rebelde Jesús de Nazaret; pero sí la realidad histórica del Jesucristo mostrado en el Nuevo Testamento de la nueva Religión; en tanto que esa figura, la verdadera, Cristo, es una Fuerza, una Energía espiritual Invisible y que solo actúa desde el interior de las criaturas. Y esa, esa es la verdad que, construyendo una Religión de Estado, el Cristianismo, se quería ocultar una verdad más profunda y herética, muy peligrosa para cualquier gobernante; y es que cada Hombre y cada Mujer son un Rey y una Reina, en tanto que dentro de ellos mora la Divinidad; siendo así, ¿Quién podría erigirse como Emperador de la Humanidad sin cometer blasfemia?
Así, hasta nosotros han llegado dos cristianismos muy diferenciados: el cristianismo exotérico constituido por una colección de mitos y leyendas prefabricadas conducentes a encadenar a sus creyentes mediante una serie de dogmas y doctrinas elaborados en beneficio del Gobernante y, por el otro lado, un Cristianismo Gnóstico y Esotérico muy alejado de esos mitos y leyendas que profundiza en la Esencia de aquello que es el Ser Humano y cuál es su verdadero propósito en el Mundo.
El primer cristianismo es el de las cientos de denominaciones de sectas religiosas y el segundo es el de la Gnosis que mora, como Conocimiento Ancestral, dentro de cada uno de nosotros.
El primer cristianismo, el exotérico construye templos de piedras para que more el Egregor creado durante sus congregaciones, el segundo Cristianismo, el auténtico, reconstruye el Templo en la misma Persona, cada uno en sí mismo. En el primer cristianismo religioso se habilitan una serie de intermediarios, los sacerdotes, entre Dios y los Hombres; sin embargo, en el Cristianismo esotérico, la Gnosis, la propia Persona se convierte en su ministro intermediario entre el Dios interior, Cristo, y la Persona exterior u Homo Sapiens.
Ningún individuo histórico o no, llámese como quiera que sea, puede salvar al Ser Humano; solo Jesucristo, en tanto que el Salvador enviado y que mora en nuestro interior, es el que nos puede salvar. En ese Cristo es en el que tenemos Fe y no necesitamos creer en historias creadas por consenso de eruditos puestos a trabajar por los emperadores de turno.
Frater R+C; S.C. de la F.R.A. vía la A.M.L. “Rosa Mística”