“Nuestra Sagrada Herejía”
-Aquello que nos muestra la Fe mediante su Sabiduría-
A continuación, a modo de Resumen, os exponemos trece puntos fundamentales para reconocer al verdadero Cristianismo Gnóstico que predica la Rosacruz. Se trata de una suerte de Cosmovisión muy resumida; pero que os servirá, para afianzar conceptos que os ayuden a recordar ese Conocimiento, no aprendido, que ha venido a éste Mundo, con vuestro nacimiento corporal.
1.- El Espíritu del Ser Humano es preexistente; es decir, jamás fue creado en tanto que existe desde siempre habiendo, simplemente, emanado como la Esencia del propio Verbo Creador.
2.- El Sagrado Sacrificio del Verbo Creador se dió en el mismo instante de su Creación, cuando sumó su Espíritu a la Creación, con el fin de concederle movimiento y Vida; es decir, Alma sintiente, consciente e inteligente.
3.- La Creación del Verbo, emanación de la Madre Sabiduría, no es otra cosa que un Huevo Cósmico, incubado en el propio Seno de Sabiduría y conducente a dar a luz al próximo Eón, del que él Verbo Creador es su origen.
4.- Tanto la Madre Sabiduría como su Hijo, el Verbo, son emanaciones del Eón Primigenio sin un principio y auto engendrado, el Pleroma. Así todas las cosas, tanto universos materiales (huevos cósmicos), como los eones espirituales proceden, viven del y se reproducen en el Pleroma.
5.- El número de seres cósmicos (Eones), en el Pleroma, son incontables y en sus senos se incuban infinitos universos materiales, a modo de huevos cósmicos y de cuyo seno surgirán nuevos Eones que continuarán, dicho proceso, de reproducción Cósmica, por toda la Eternidad.
6.- Aunque los nuevos Eones poseen un origen definido; sin embargo, no puede decirse que tengan un principio, dado que cada Eón hereda tanto la consciencia como la Voluntad y memoria de su Eón Progenitor. Los Eones no viven unos al lado de los otros, como intenta ilustrar la Ciencia el Multiverso, sino los unos dentro de los otros y todos dentro del Pleroma, el Eón Original. No obstante, los eones no se interfieren entre sí, pues cada vez que nace un nuevo Eón, también lo hace una nueva Dimensión de proporciones infinitas de la que será Dueño y Señor. Así, cada Eón nace Preexistente, Infinito y Eterno.
7.- En nuestro original Cristianismo Gnóstico, la Trinidad Divina está constituida por el Padre Progenitor primigenio de todos los Eones (El Padre), el Eón Sabiduría en donde se incuba el Huevo Cósmico (La Madre) y que nosotros denominamos como “La Espíritu Santo” y el Verbo Creador (El Hijo) quien se auto engendra a sí mismo, mediante la Naturaleza, en el Seno de la Madre. El Fin del complejo proceso de Creación es permitir el nacimiento de un nuevo Eón, el Adám Cósmico, Cristo Jesús, el Señor, quien se sienta a la diestra del Pleroma (El Dios Padre), conformando con todos los eones habidos y por haber el único Dios existente, el Todo, el Yo y el Nosotros.
8.- Todas las cosas proceden de Dios, viven y se nutren en y de Dios, estando formadas por el Éter, que no es otra cosa que la misma Esencia de Dios. Las cosas, todas, poseen un principio; pero, en tanto que ideas, son preexistentes y eternas, dado que no hay algo que pueda tomar existencia, si antes no ha existido como Idea y las ideas no poseen ni un principio ni un final, aunque la Cosa, en sí, sí que los tenga.
9.- Cada Individuo es el Templo del Espíritu Santo, un Templo donde mora el Señor Jesucristo plenamente y, por lo tanto, es innecesario construirle a Dios templos de piedra, madera, hierro y barro.
10.- Cada Cristiano, individuo despierto a la Verdad de la Gnosis, es el propio diácono de sí mismo (su Templo) no siendo necesario que sacerdotes externos intermedien entre Él y Cristo, el Sumo Sacerdote que mora en su interior. Sobre la Personalidad recae el sacerdocio de Aarón, encargado de Servir a Cristo, su verdadero Ser Interno, Sumo Sacerdote de Melquisedec y único Mediador entre Dios y los hombres (Él mismo)
11.- Del mismo modo que el Universo es el Huevo Cósmico de donde surgirá el nuevo Eón (Adam Kadmón); así también, es el Templo Iniciático donde cada individuo, depositario de Cristo, deberá despertarlo y hacerlo crecer mediante el Proceso de “Cristificación” conducente a la “Transfiguración” (Salvación del contenido completo del alma mortal)
12.- El Proceso Iniciático conocido como Cristificación consiste en vivir la Vida, aprender de las experiencias y espiritualizar todo su material grosero, acercándose lo más posible, al Mundo de la Espiritualidad; pero eso es un Trabajo que la Personalidad no puede conseguir por sí misma, sino que requiere de la Guía de su Maestro Interno, Jesucristo, su Señor. Para ello, la Personalidad debe de tocar fondo y techo, comprendiendo que por sí misma se encuentra pérdida. Una vez alcanzado dicho Estado, la Personalidad clama por su salvación reconociendo su impotencia e ineptitud. Con esa actitud, todas las capas de la Personalidad, habiéndose humillado a sí misma, se disuelven, permitiendo que la Gnosis procedente del Pleroma penetre en la Gruta del Corazón, donde yace durmiente el Cristo, quien inmediatamente despertará de su profundo sueño, Estado que mantiene desde el mismo instante en que, como Creador, insufló el aliento de vida sobre su Creación.
A partir de éste instante, la personalidad, doblegada, se pone al servicio de Cristo, su Dios y Señor, alimentándose con su leche, sus propios recuerdos y experiencias. Una vez maduro, el Niño Dios, será conducido al Trono del Corazón, desde donde tendrá pleno poder sobre los sentimientos y emociones que otrora, llevaba, como podía, la propia personalidad.
El Siguiente paso iniciático de la Cristificación es la Endura o autosacrificio, definitivo, de la Personalidad quien, en un último esfuerzo, conduce al Señor, gobernador de sus emociones, hasta la cabeza, el Trono de la Mente. En ésta última fase del Proceso, la Personalidad entrega su propia Carne y Sangre, a Cristo su Dueño y Señor. Una vez que Cristo toma el Trono de la Cabeza, el Proceso Crístico está completado y ya nada queda de la alma personalidad, en tanto que todo su contenido, tanto conciencia como recuerdos, ahora pertenecen a un nuevo Ser, el Hombre Nuevo, quien será un componente importantísimo de la existencia del Nuevo Eón, el Adám Kadmon o Cristo Cósmico.
13.-Así, la muerte del Espíritu no existe. Sólo mueren los cuerpos y los espíritus emigran, tras la muerte de sus vehículos corporales, de forma instantánea al Hades (Un Lugar fuera del Espacio y del Tiempo; pero aún separado del Pleroma) donde permanecen a la espera del definitivo final del Universo. Cuando el Apocalipsis final se produzca todos, en tanto que espíritus y almas transfiguradas, nos reencontraremos con aquellos que nos precedieron y, abandonando el Hades, nos sumaremos a la mayor gloria del Nuevo Eón recién eclosionado.
Nota: El Hades forma parte, junto a la Memoria de la Naturaleza, Agartha y Shambala, de lo que los rosacruces conocen como la “Esfera Reflectora” que es un Lugar dimensional que, aún perteneciendo a nuestro Universo, se encuentra unido al Mundo del Pleroma mediante una suerte de agujero de gusano, siendo el Hades el horizonte de sucesos de un colosal agujero Negro. El Agujero Negro del Fin de los tiempos y por el cual todo lo existente de éste Universo será trasladado al nuevo Hogar del Nuevo Eón, Eón del que todos formaremos parte como las células del Cuerpo, hoy nos conforman de forma material.
Por favor, cualquier duda, por mínima que fuera, hacérnosla saber.
Gracias por permanecer a nuestro lado.
Frater Aralba R+C
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