“El Sexo no es el Pecado Original”
-Su natural consecuencia sí-
Desde muy pequeños, al menos a los que son de nuestra edad, siempre se nos ha dicho que tocarse la cosa o tener sexo, fuera del matrimonio, era Pecado.
Ésta propaganda, tan antigua como los intentos de controlar a las masas por el individuo, llega al extremo de señalar al Sexo como el Pecado Original; sí, la fruta del árbol de la Ciencia del Bien y del Mal, no habría sido otra cosa que un símbolo de la relación carnal; pero ¿Eso es cierto? O más bien se trata de una verdad a medias, la peor de las mentiras.
”Por tanto, como el pecado entró en el mundo por un hombre, y por el pecado la muerte, así la muerte pasó a todos los hombres, por cuanto todos pecaron. Pues antes de la ley, había pecado en el mundo; pero donde no hay ley, no se inculpa de pecado. No obstante, reinó la muerte desde Adán hasta Moisés, aún en los que no pecaron a la manera de la transgresión de Adán, el cual es figura del que había de venir.”
(Romanos 5 12 a 14)
La Caída de Adán y Eva pueden todos ustedes encontrarla en el extenso capítulo tres del Libro del Génesis, donde se relata la tentación, por parte de la serpiente y de la transgresión, primero de Eva y después de Adán, de haber comido del fruto prohibido del Árbol de la Ciencia del Bien y del Mal.
En ningún lugar de la Biblia se indica que haya sido el Sexo la causa del Pecado Original; pero, es evidente que el Sexo, con el paso de las generaciones, se ha convertido en algo tabú y rechazable. Somos nosotros, los seres humanos, concretamente los sacerdotes de la Religión, quienes han establecido que el Sexo y no otro asunto es el Pecado Original. Para ello aluden a la serpiente, representación fálica y al miedo que habrían tenido “nuestros primeros padres” a ser vistos desnudos, por Dios, tras haberse cometido la desobediencia del mandato Divino, de no comer del fruto de tal árbol.
Pero hay una cosa que está clara en los versículos de Romanos: El Pecado Original es heredado de generación en generación, desde que el Ser Humano cobró existencia sobre la faz de la Tierra.
“Y los bendijo Dios, y les dijo: Fructificad y multiplicaos; llenad la tierra, y sojuzgadla, y señoread en los peces del mar, en las aves de los cielos, y en todas las bestias que se mueven sobre la tierra.”
(Génesis 1 28)
Cómo nuestro avispado lector entenderá, el Sexo no puede ser el Pecado Original, en tanto que es el propio Dios “Elohím” quien ordena a Adán y Eva que se reproduzcan y, evidentemente, no puede existir reproducción sin sexo.
Así llegamos hasta el meollo de la cuestión; si el Sexo nunca fué el Pecado Original, ¿Qué interés puede haber existido para señalarlo como tal? Y, tan importante como lo anterior ¿Cuál es el verdadero Pecado Original? Y ¿Cuándo ocurre tal Suceso?
Señalar al Sexo como el Pecado Original tiene como objetivo controlar la Voluntad de las Personas. Porque la Religión, no nos engañemos, es un “staff external” (empleados externos) de la Política; es decir, un instrumento para, mediante la superstición, controlar a la población; es decir, a un gran número de personas. Así, no es lo mismo que, un gobernante nos diga si podemos o no, y de qué modo, tener sexo y cuantos niños traer al Mundo, que un Dogma religiosos nos diga, basado en el miedo, que si hacemos ésto o aquello, terminaremos en el fuego eterno del infierno o reencarnando como ratones en una nueva Vida.
El Poder temporal, siempre, resulta menos convincente que el Poder, supuestamente, “Divino”. Creemos que, con lo anterior, queda en evidencia el motivo por el que, a alguien, en el pasado le interesó que el Sexo fuese algo tabú y ser considerado pecaminoso; de ahí, a convertirlo en el fruto del Árbol de la Ciencia, pues un pasito nada más.
Lamentablemente, del Pecado Original no se habla en el Antiguo Testamento; pero, entonces, ¿qué es el Pecado Original y cuando se produjo? Pues bien, tanto el Pecado Original, como su redención, se produjeron en el mismo instante de la Creación; pero éste es un relato que no se podrá encontrar en ningún lado y sólo puede entreverse tras la lectura del conjunto de los libros sagrados, tanto canónicos como apócrifos; no obstante, se trata de una lógica tan aplastante que, tras leer la siguiente exposición, todos entenderán, de una vez, en qué consistió el Pecado Original; y ello, porque resonará con su propio conocimiento interior, su intuición. Atentos:
Digamos que tanto el Pecado Original como su consecuente Redención, pueden tomarse como esos dos productos que conforman los pegamentos de alto rendimiento, en donde uno es el pegamento propiamente dicho y el otro el endurecedor, sin el cual el pegamento jamás tendría su efecto cohesionador definitivo. Es decir, tanto el Pecado Original como la Redención son dos de los componentes principales de la Creación del Universo; por un lado tenemos una expansión constante y, por otro, esa expansión conlleva el germen de su definitiva contracción. Así, el Pecado Original no es otra cosa que el estallido del Verbo que propició la expansión del Universo mediante una explosión primigenia, obviamente, ésto, conlleva la reproducción de todos los seres vivos, incluido el Ser Humano y la Redención no es otra cosa que el frenado de dicha expansión y, posterior contracción, implosión y desaparición; es decir, el Pecado Original es algo Universal y necesario que afecta al Universo, en pleno, si consideramos a éste como un verdadero Huevo Cósmico, constituido por sus células germinales, responsables de la fecundación embrionaria y de su posterior y, definitiva, eclosión.
La expansión del Universo no es otra cosa que el crecimiento embrionario de un Ser Cósmico que, al final del Proceso, eclosionará tomando plena conciencia de sí mismo. Sobra decir, que nosotros, en tanto que humanidad, somos una parte pequeñísima pero imprescindible en dicho proceso.
Este Proceso es, básicamente y en esencia, traumático. Así el Pecado Original podría traducirse como la “Información Genética” encargada de dar lugar al embrión del Hombre Cósmico y de su crecimiento y transformación dentro del Huevo. El Universo, podemos confirmar que es la yema de ése huevo embrionario en proceso de formación. Evidentemente, ese proceso deberá de concluir en algún instante y eso también se encuentra programado genéticamente, ésa sería la Redención que, en último término, sería la responsable de la Eclosión final del Ser Cósmico Definitivo, un nuevo Eón del Pleroma.
Así, ese Pecado Original es el Proceso traumàtico inherente a la Formación de un nuevo Ser Divino y, nosotros, como parte sustancial del Proceso, al igual que todo lo que compone el Universo, estamos sujetos a ése natural traumatismo necesario; pero cuyo final transformador será algo glorioso.
Cómo ven, mis amigos, el Pecado y la Redención son dos partes de una misma cosa y aunque resulte, que lo es, doloroso, hay que soportarlo con la Esperanza que nos proporciona la Gnosis del saber cuál será su resultado final: el Hombre Cósmico, la Humanidad Cósmica, el Adam Kadmón de los Cabalistas.
Es por dicha causa que los gnósticos antiguos, respetando al máximo todo tipo de vida, sin embargo, predicaban el celibato como medio de no seguir procreando, porque entendían que si se dejaba de procrear, el final del Proceso de Redención se adelantaría; pero eso, mis queridos Fratres y Sorores, sólo es una apreciación limitada de la Personalidad. Mientras antes entendamos que todo está escrito en el Libro del Destino y que las cosas sucederán como deben de suceder y cuando deban de suceder, cuando antes entendamos ésto, antes dejaremos de sufrir.
Pero entiéndase el motivo de predicar el dejar de reproducirnos. Así, efectivamente, la Reproducción en el Mundo Sintiente, es la forma en que se manifiesta el Pecado Original; pero éste Pecado está incrustado en toda la genética del Universo y por dejar de tener sexo o de procrear no vamos a dejar de pecar; mucho menos de eliminar aquello que no se puede eliminar pues se encuentra incrustado en lo más íntimo de todas las cosas.
Así, tanto el Pecado Original de la expansión como la Redención de la contracción, se produjeron en el instante simbólico en que el Verbo Creador, el Demiurgo, mediante su aliento vital se unió a su Creación. La Creación, antes de dicho hecho era un monumento inerte sin movimiento y Vida. Al insuflarle la vida comenzó la reproducción y la consecuente expansión; he ahí el “Pecado Original”; pero, al mismo tiempo, incluyó una suerte de Reloj de punto final, la Redención, mediante la cual, finalizado el proceso de fecundación, crecimiento y transformación, mediante una implosión semejante a la de su inversa explosión primigenia, el cascarón del huevo se rasgará y el nuevo Eón surgirá glorioso de su necesario claustro y nosotros con él.
Ése es el motivo por el que los antiguos gnósticos no veían mal alguno en la sexualidad; pero sí evitaban, en lo posible la procreación. Sea como fuere ése final llegará y nosotros poco podemos hacer para frenarlo o acelerarlo, salvo tener paciencia y mantener la esperanza de que ésto será así. Eso evitará en lo posible que el fanatismo y la superstición enfangue el trabajo de crecimiento del embrión que es el Cristo Cósmico, cuya esencia vive, plenamente, en nuestro interior, en el tuyo también.
Frater Aralba R+C
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