12 abril, 2025

Tiempo de aflicción, tiempo de Esperanza

 “Tiempo de Aflicción, tiempo de Esperanza”


-Cuando la Fe es la más grande Bendición, con permiso del Amor-

 “Y si tuviese Don de profecía, y entendiese todos los misterios y toda ciencia, y si tuviese toda la fe del mundo, de tal manera que trasladara montañas, y no tengo amor, nada soy. Y si repartiese todos mis bienes para dar de comer a los pobres, y si entregase mi cuerpo para ser quemado, y no tengo amor, de nada me vale.”

(1a de Corintios 13:2-3)


Ciertamente nos encontramos en tiempos conflictivos; pero, ¿Cuando el Mundo no ha sido conflictivo? El Mundo es un Lugar Terminal, apocalíptico, y donde la Vida siempre se encuentra al límite. Podremos tener la sensación de que hay unos momentos mejores que otros; pero lo cierto es que todo es prueba, todo es experiencia, todo es ejercitación de diferentes virtudes.


Sí, es un tiempo el de la “New Age”, donde hasta la espiritualidad es objeto de transacción económica y donde se puede escuchar barbaridades tales como “Ser Espiritual no es Ser Bueno” o “Hay que mantener un punto de egoísmo”. Todo ello se basa en la ignorancia de la Gracia de Dios; pero ¿Qué espiritualidad puede existir si cambiamos la Figura objetiva de Dios por otra subjetiva denominada Destino?


Jamás en la Vida escuchamos a nuestros padres quejarse, jamás. Y no solo cuando éramos niños sino tampoco de adultos. Y no es porque la Vida de nuestros padres biológicos hubiese sido sencilla, sino porque estaban cargados de Inteligencia Divina. Pregunta: ¿Sirve de algo quejarse a quien no puede solucionar tus problemas…? No, no sirve de nada cargar el marido a su esposa o hijos con los problemas que haya podido tener en el trabajo, ya sea con el Jefe o con algún compañero. No se soluciona nada cargando nuestros problemas en las espaldas de los demás. Nosotros, al contrario de lo que se pudiera pensar, no vamos a aliviar nuestra Pena y, por el contrario, vamos a desestabilizar emocionalmente a quienes tengan la amabilidad de escucharnos.


Pudiera parecer un acto de bondad escuchar las penas de nuestros amigos; pero se trata de un error muy grave. Lo mejor es abrir los ojos de quienes se quejan y decirles que lo mejor que pueden hacer es solucionar sus problemas dirigiéndose a aquellos que, en Verdad, pudieran ayudarles. Una Persona que se queja a su vecino del Mal trato que le da su pareja no va a solucionar nada. El problema sólo se puede solucionar hablando, sinceramente con tu pareja y, si ello no fuese posible, acudiendo a las autoridades en busca de ayuda. No sirve de nada que, telefónicamente, cargues a tu amigo o amiga de la infancia con los problemas que te aquejan en la Vida.


Si vas a un Confesor a contarle tus desgracias éste te dirá: Disculpe, aquí no estoy para escuchar sus quejas, sino para escuchar su confesión; es decir, las cosas malas que haya realizado. Luego se le impondrá una Penitencia y, usted, en silencio, Orando con Dios encontrará la solución a sus males.


Debemos de ser conscientes de que nos encontramos en un Lugar, el Mundo, donde las pruebas son constantes; es decir, la Vida es en sí misma una Prueba dividida en una infinidad de pruebas más chiquitas y las pruebas sirven para que, mentalmente, reflexionemos y aprendamos de ellas; es decir, obtengamos conocimiento y callo emocional; de otro modo, aprendamos a enfrentar y superar las adversidades. Quejarse a quien no se debe es una pérdida importante, no sólo de nuestro tiempo, sino también de quienes tengan la desgracia de escucharnos.


Así, no existe mejor Gracia que la de la Fe, pues nos carga de Esperanza. La Fe es ese Conocimiento, Certeza y Convicción interior de que las cosas son de una determinada manera y no de otra. Podemos, si cabe, asimilarlo a aquello que conocemos como Intuición; pero la Fe no es algo que podamos aprender o comprar con dinero; se trata de una Bendición, de un Don Divino que junto con el Don de la Sabiduría se conoce como “Gnosis” o Conocimiento Divino, de uno mismo o de Dios. Esa Fe es la fuente de la Esperanza. Sólo quién posee verdadera Fe, puede obtener verdadera Esperanza de que todo, a fin de cuentas, saldrá bien; en tanto que estamos aprendiendo cosas y las pruebas de la Vida, por muy duras que sean, son esa fuente de aprendizaje. 


Unos aprendizajes serán más livianos y otros serán duros o mucho más duros; pero lo cierto es que, mientras más duro sea nuestro aprendizaje, mayores beneficios obtendremos. El problema es cuando ése beneficio lo queremos disfrutar en el corto plazo y esto no funciona así. Por eso existe la Esperanza; en tanto que se trata del convencimiento de que más tarde o temprano obtendremos nuestra recompensa por haber enfrentado, con valentía, las pruebas de la Vida.


Ahora bien, la Fe y la Esperanza no serían verdaderas si no poseemos el Don, la Bendición del Amor. Gracias al Amor podemos hacer uso de nuestro Espíritu de Sacrificio; en tanto que el Amor nos hace ver a nuestros semejantes, más que como adversarios, como compañeros de viaje. Compañeros a los que deberemos de ayudar cuando ellos lo necesiten; pero, esto es muy importante, sin esperar nada a cambio. No sería Amor sino una mera transacción si hiciéramos las cosas esperando algo a cambio. Si tu amor te produce frustración no es verdadero Amor. Él Amor se da y no pide nada a cambio. El Amor es puro sacrificio que hace que ésa Fe, recibida por Gracia, sea verdadera y que, por consiguiente, pueda proveernos de la necesaria Esperanza que nos permita seguir viviendo en la Fe de un Bien Mayor. Un bien que trasciende a todo lo que conocemos y a nosotros mismos, en tanto que somos una mera pieza de un Mecanismo Cósmico; pero ojo, una pieza imprescindible. Una pieza que debe de funcionar de manera coordinada, de forma incondicional, con el resto de piezas del Mecanismo. Es por ello que él Egoísmo; es decir, esperar una contraprestación a todo lo que hacemos, no solo está alejado del Amor verdadero, sino también de la Inteligencia Cósmica Universal.


Es por todo ello que la Esperanza no puede existir si no poseemos Fe; pero, además, la Fe no sería posible si no tenemos la Gracia del Amor. La Gracia de disfrutar con el servicio desinteresado a los demás; del ministerio hacia nuestros semejantes sin esperar una remuneración a cambio; conociendo, sin embargo, esa es la Esperanza, que esa remuneración, sin esperarla, nos vendrá por otro lado. 


Recuerda, si esperas bendiciones, de seguro, te frustraras. Si realizas tu labor por vocación de servicio; es decir, por amor, disfrutarás la Vida porque sabrás que tanto las cosas buenas como las no tan buenas serán, a medio o largo plazo, fruto de nuevas y mejores bendiciones que reforzarán tu Amor, tu Fe y tu Esperanza. No existe mejor Yoga Espiritual que ser fuente de Amor para los demás.


Ya lo sabes, no andes quejándote por ahí con tus conocidos. Asume tus problemas y que te sirvan para reflexionar, Sé valiente y solucionalos con quienes debes de hacerlo. Y si no puedes por tí mismo, pide acompañamiento a tus amistades y acude a quienes te puedan, de verdad, ayudar; es decir, a la Autoridad competente. Ahora bien, si eres consciente de haber actuado mal, confiesa tu mal a la persona o personas perjudicadas e intenta compensarlo con buenas acciones; pero surgidas del verdadero Amor.


Recuerda, las transacciones son cosas del César; es decir, de éste Mundo. Si estás sembrando para el Mundo de Dios, debes de hacerlo con Amor; es decir, con desinterés y empatía.


No veas a tu Compañero de viaje como un adversario sino como a un colaborador necesario. No te fijes en cómo actúa sino en cómo lo haces tú. 


Frater Aralba R+C


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