“Los peligros de la Hipnosis”
-Los peligros de dogmatizar; así como de aminorar riesgos-
“Durante la Hipnosis se observa un incremento del reclutamiento de redes neuronales gracias a la increíble ductilidad neuronal, así como una cierta reconexión; es como si el cerebro se reconfigurase, a sí mismo, con el fin de interpretar las nuevas señales que le llegan durante el Proceso hipnótico.”
(Certeza científica)
La hipnosis es una de las disciplinas terapéuticas que más se han desarrollado desde su descubrimiento, por Mesmer, en el Siglo XVIII; no obstante, es una práctica que tiene muchos detractores entre algunas organizaciones rosacrucianas; pero es más bien por la cantidad de mitos y tabúes que la han acompañado, desde su descubrimiento, que por cuestiones científicas basadas en pruebas objetivas.
Otra de las cosas que ha venido lastrando a la Tecnología de la Hipnosis es su uso en espectáculos de características circenses como el Mentalismo y donde es presentada de forma exagerada, manipulada e incluso desvirtuada; es decir, que lo que se muestra, más que hipnosis, es puro teatro pactado, de algún modo, con los participantes.
Entre los mitos falsos que han acompañado a la hipnosis hasta nuestros días es que los hipnotizados pueden quedar, permanentemente, sujetos al capricho del hipnotizador, pudiendo éste hacerles hacer cosas impropias y contrarias a la Voluntad del hipnotizado. Esto es imposible, a pesar de lo que se muestra en los espectáculos; en tanto que, lo que se nos muestra es una colaboración por parte del hipnotizado que, de forma accidental y no programada, desea ser participantes activo del espectáculo llevandole la corriente al Hipnotizador.
Lo cierto es que la Hipnosis ofrece muchas posibilidades al Mundo de la Psicología como coadyuvante de terapias diseñadas para combatir las adicciones; así como como instrumento para corregir cambios de comportamiento anómalo; pero viene siendo rechazado, a nivel oficial, como herramienta para ayudar en la recuperación de psicóticos y otras anomalías de carácter psiquiátrico; pero esto es más por una cuestión de ignorancia, de parte de la Comunidad Científica, que porque la Hipnosis, perse, sea perjudicial utilizarla en los casos más graves; pero es curioso porque resulta ser todo lo contrario. La hipnosis se viene utilizando en casos leves para los que existen otro tipo de terapias, mientras que la hipnosis bien encauzada, por un experto profesional, puede ofrecer resultados de apariencia milagrosa.
Prácticamente la totalidad de los casos de psicosis son debidos a una mayor o menor desestructuración de la personalidad; es decir, como consecuencia de una cierta destrucción de la organización jerárquica de los egos que la componen.
La Personalidad, a pesar de que parece una estructura individual y monolítica; sin embargo está constituida por una multitud de individuos o egos que trabajan, entre ellos, en una perfecta coordinación con el fin de mostrar la imagen de una Entidad única y sin fisuras; pero ésto deja de ser así cuando por alguna causa, ya sea fisiológica o psíquica, ésa coordinación estructural se deteriora. Es entonces, cuando aparecen las psicosis y otras patologías psiquiátricas como la bipolaridad, la esquizofrenia, la paranoia o el trastorno de múltiple personalidad, que suele ser confundido con las inexistentes posesiones diabólicas o de otro tipo de entidades externas.
Dado que lo que acabamos de exponer no es aceptado por la Ciencia Oficial, es natural que no se contemple la hipnoterapia como una disciplina útil en la cura o corrección de las psicopatías; de hecho, esto también es cierto: “un uso inadecuado de cualquier terapia, incluida la hipnosis, puede agravar el problema”. Es por ello, por lo que no se reconoce el problema en su verdadera esencia y magnitud, ni conocen la técnica hipnótica adecuada, dado que los profesionales de la medicina psiquiátrica desaconsejan tales técnicas terapéuticas.
Luego existen, a nivel esotérico, ciertas, graves, inexactitudes que a ojos de muchos han convertido la técnica hipnótica en algo cargado con un tinte diabólico y criminal; siendo tan solo, mera superstición o producto de una interpretación errónea en la práctica de la Clarividencia.
Ciertas escuelas rosacrucianas predican, de forma errónea, que en la hipnosis, el Cuerpo vital del hipnotista, durante la sesión, sustituye al propio cuerpo vital de la persona hipnotizada, dejando siempre después, en el hipnotizado, una suerte de residuo del cuerpo vital del Hipnotizador a modo de parásito posesivo que haría que el hipnotizado se encontrase bajo una influencia permanente del Hipnotizador. Se trata de una mera fábula que la Ciencia y la Historia de la hipnosis pueden desmentir con toda facilidad, dado que el Cuerpo Vital sólo puede ser manipulado temporalmente, nunca de forma permanente, mediante pases magnéticos cercanos y la hipnosis funciona a distancia, incluso mediante videoconferencia, lo que demuestra que se trata de una sugestión psíquica; lo que supone más bien, una auto sugestión inducida por parte del terapeuta en su paciente; dicho de otro modo, es el propio hipnotizado el que se auto sugestiona con la ayuda guiada del Hipnotizador.
Para que nuestros amigos nos entiendan, un proceso hipnótico es semejante a una meditación individual o colectiva, guiada por un agente externo, ya sea en forma presencial o mediante alguna grabación de audio.
En los casos psiquiátricos más leves y que no han alcanzado determinado nivel, lo mejor es enseñar al paciente la Terapia de diálogo entre los egos para que, por sí mismo, mediante la Meditación, pueda ir solucionando su problema de desestructuración de la Jerarquía, de egos, que constituye la Personalidad; pero en los casos más graves, eso es imposible, dado que el Paciente ha perdido todo el control sobre sí mismo y necesita, sí o sí, ayuda externa para poner Orden en su desordenada Psique; pero claro, aquí no sirve cualquier hipnotizador, ni cualquier Terapeuta.
El Terapeuta hipnotizador deseable para estos casos que, generalmente la profesión médica desaconseja, debe de ser sacerdote además de terapeuta. Ambas profesiones requieren de una fuerte vocación de servicio; pero un Terapeuta Ateo poco podría hacer en algo que no cree. Así, se requiere, por parte del Hipnotista, un alto nivel de moral y espiritualidad; es decir, el Experto en éste delicado tema no puede ver éste trabajo, en concreto, como su fuente de ingresos. Aquí no sirve decirle a un Paciente: “Usted tiene que recibir tratamiento cada quince días por una hora y media. Ah bueno, y mis honorarios son tales” Ésta actitud, por parte del Profesional, tan natural en una situación de la Vida corriente no aplica con las personas que padecen de algún problema Espiritual, como es el caso que nos ocupa. Esa actitud produce rechazo en el paciente y huiría de la terapia.
Por la cura espiritual no se puede ni debe de cobrar jamás; es por ello que afirmamos que tales terapeutas deben de ser sacerdotes; de hecho, su función es semejante a la de un exorcista; pero utilizando herramientas científicas. Un Paciente determinado puede requerir ser atendido por sólo un día y media hora o requerir tratamientos prolongados de varias horas de duración.
¿Pueden entender, ahora, la complejidad y la problemática que surge a la hora de ofrecer éste tipo de tratamiento a los pobres infelices que padecen trastornos graves de la personalidad?
La Terapia Hipnótica consiste en conducir, a los pacientes, mediante hipnosis desarrollada con mucho Amor, hasta un profundo trance y en donde el Hipnotizador-Guía conducirá a su Paciente por el laberinto de su Personalidad hasta la Fuente en donde se encuentra el Problema; es decir, el origen de la desestructuración. Una vez confrontada la Personalidad Líder; es decir, la que es consciente durante el periodo de Vigilia, con los egos que han perdido el control de su Destino y labor, el Guía propiciará el diálogo necesario para que los egos descarriados reconozcan el problema y, de nuevo, se pongan a las órdenes de la Personalidad Líder. Como decimos, esto, dependiendo de los casos, puede llevar una sesión de pocos minutos o un tratamiento mucho más prolongado; pero eso sí, nunca cobrando por ello.
Esa es la causa de que éste tipo de terapias sean dispensadas por adeptos rosacruces que además de médicos del cuerpo, también son sacerdotes o médicos del Alma. Mesmer, el descubridor del magnetismo animal, antecedente de las técnicas sofrológicas, dedicó su vida a curar todo tipo de dolencias mediante pases magnéticos. Ciertamente, su profesión le hizo muy rico; pero como buen Adepto de la Rosacruz, siempre dedicaba una parte de su tiempo, por las tardes, a atender a los pobres y más desfavorecidos sin cobrarles nada. Al contrario, en muchas ocasiones el propio Mesmer ayudaba económicamente a estos sus principales pacientes.
Frater Aralba R+C
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