“Nuestra visión de aquello que es el Demiurgo lo cambia absolutamente todo”
-La Gnosis no era un conjunto monolítico y dogmático, como algunos nos quieren hacer creer-
La visión del Demiurgo como un Ser estúpido y malvado que mantiene a los espíritus, prístinos, del Pleroma, encarcelados en éste Mundo imperfecto, es solo una de las versiones gnósticas que existen, no la única. Ciertamente, se trata de la más popular; pero también la más tétrica y equivocada. La Creación que podemos observar es fruto de un triste accidente cósmico y no surgida de un plan maquiavélico procedente de una Mente malvada.
Está es una de nuestras asignaturas pendientes: hacer ver a la gente que esa visión terrorífica de la Gnosis pertenece a una de las muchas visiones gnósticas que existieron en los primeros años del Cristianismo. La Gnósis Cristiana, al contrario que la Religión Cristiana oficial que se instauró en el Imperio Romano, con el auxilio de los padres de la Iglesia, no es algo monolítico y sujeto a dogmatismo; sino que, por el contrario, cada gnóstico poseía su visión particular tan válida como la del resto de gnósticos, conformando, así, una suerte de puzle que no podía verse de forma particular, sino con ayuda del resto de piezas.
Lamentablemente, nuestra visión teológica, por condicionamiento cultural, es bastante dogmática y cuando estudiamos el gnosticismo no lo vemos como realmente se concibió: como una suerte de claves para despertar la luz interior, el Conocimiento Divino interior que todos llevamos dentro nuestro. Así, con esa visión parcial que es más un vicio y defecto que otra cosa, alguien se centró en una visión parcial y equivocada del Demiurgo, convirtiendo a Ésta Entidad, emanada del Eón Sophía y, por consiguiente, del propio Pleroma (el Incognoscible) en una suerte de demonio estúpido y perverso que disfrutara con las calamidades que sufren las criaturas de la Creación; entre ellas, nosotros, los humanos.
Creemos que debemos desconectar nuestro chip de acondicionamiento y contemplar el Relato Gnóstico de una forma más aséptica; dicho de otro modo, en lugar de ver malicia y maldad por todas partes, observar accidentes y equivocación. Ese accidente y equivocaciones para la Religión Oficial es inconcebible en tanto que, para ellos, el Creador es no perfecto, lo siguiente y por lo tanto sería inconcebible que algo estuviese mal en la Creación.
Por ello, los gnósticos del pasado desvincularon a Dios, el Pleroma, de la Creación, dejando que esa imperfección de la Creación recayese en un Dios menor, una emanación de segundo nivel, el Demiurgo; pero ¿Qué es en verdad el Demiurgo?, ¿Un dios, un demonio, un arconte o una mera emanación?, y de ser una emanación ¿Qué tipo de emanación?, ¿Con qué particularidad nace dicha emanación?
En primer lugar tenemos que partir de que la idea, según los gnósticos, de realizar una Creación, parte del Eón Sophía (Sabiduría) que es un importante miembro del Consejo Celestial de Eones que conforma al Pleroma o, lo que es lo mismo, al Dios Incognoscible.
Al parecer Sophía, por sí misma, lo único que podía hacer es proporcionar la Idea de una Creación, los motivos para ello los hemos tratado en múltiples ocasiones; pero si es necesario, más adelante, volveremos a tratarlo; pero ella, en sí, estaba incapacitada para poder realizar la Creación; es decir, necesitaba de una agente externo; pero con suficiente poder como para desarrollar la idea que Sophía tenía en Mente. Si sois avispados, no se os habrá escapado que ese agente externo, la emanación en sí, no fue otra cosa que la “Voluntad”. El Demiurgo no es otra cosa que la Voluntad emanada del Eón Sabiduría.
Por un método de prueba y error el Demiurgo; es decir, la Voluntad de Sophía, hizo lo que pudo y lo mejor que pudo sacando las ideas eternas del Pleroma y dándoles forma en el Universo que había creado en el propio Seno de Sophía. El Universo que conocemos es una suerte de feto que mora en el interior de una placenta, que es una membrana que separa a la Creación del Útero de Sophía; de otro modo, nuestro Universo pertenece a Sophía, la Madre del Demiurgo y la cual se encuentra gestando un Ser Cósmico que, hoy por hoy, es nuestro Universo al completo.
Al parecer, según el relato gnóstico, la Creación realizada por el Demiurgo, en apariencia, parecía perfecta; pero si te fijabas desde cerca, comprobabas que era defectuosa. Las imágenes del Pleroma parecían, en unos casos estáticas, en otros solo reptaban con un sufrimiento indecible; es decir, los espíritus de las Ideas del Pleroma habían quedado aprisionados en la Creación sufriendo un indecible Infierno, pues les faltaba algo, Vida y Voluntad de vivir.
Sigue contando el relato gnóstico que Sophía, arrepentida y doliente, se dirigió al resto de los Eones del Consejo Celestial para solicitar consejo y ayuda. El Consejo deliberó y dió la única solución posible, que encontraron a Sophía, esa solución la transmitió a su Hijo, el Demiurgo, y éste la realizó, dando lugar al Universo tal y como lo podemos ver y vivir en el presente.
La Solución proporcionada por el Consejo Celestial fue que el propio Demiurgo, el Creador, en tanto que emanación de la Voluntad de Sophía se incorporase a la propia Creación para conferirle movimiento y Vida; pero, había un problema, si el Demiurgo, en tanto que Voluntad, se incorporaba a la Creación, ¿Quien o quienes dirigirían el mantenimiento de lo realizado?
Entonces el Demiurgo delegó ese trabajo de mantenimiento de su creación en los arcontes; es decir, las fuerzas cósmicas y naturales que rigen el Universo. Los arcontes no son otra cosa que un conjunto jerárquico de algoritmos cósmicos de Inteligencia Artificial. No son espíritus primordiales ni Ideas eternas, sino meras construcciones temporales para mantener los pilares del Universo estables, mientras se desarrolla el Teatro de la Vida. De ésta Jerarquía de Arcontes, el más alto exponente es el Tiempo o el Espacio Tiempo que quedó encargado de dirigir lo Creado según lo establecido por el Demiurgo antes de su integración en la Creación.
Así el Arconte Tiempo quedó como rector del Universo Creado y es a la Entidad que muchos confunden con el Demiurgo; pero, en ese sentido, se trata de un mero suplantador al que se lo denomina con miles de nombres. Así el Arconte Tiempo se lo conoce como Cronos, Saturno, Autades, el Gran Presuntuoso, Satanás, Jehová…
Recuerden que los arcontes no son ni buenos ni malos. Simplemente cumplen con sus funciones programadas. Otra cosa es la consciencia que nosotros, en tanto que humanos, le queramos otorgar en nuestros relatos. Así, cuando, ignorantemente, nos oponemos a sus designios nos dañarán y los tomaremos por demonios y si al contrario, nos beneficiarán tomándolos por ángeles; pero es una mera percepción subjetiva y nada más. Luego, nosotros, alrededor de esa imagen creamos historias de rebeliones y guerras entre divinidades; pero si hay algo que los arcontes jamás poseerán es un Alma de verdad y es la principal diferencia que existe con nosotros, los humanos.
Los arcontes se encuentran encerrados en un bucle de programación que les impide acabar con la función cósmica de la Vida y tendrá que ser la Humanidad y otros seres conscientes que, tras despertar, pongan fin a la función y se baje el telón.
Y, entonces, ¿Donde se encuentra el Demiurgo, la Voluntad Creadora emanada de Sophía?: en todo. El Demiurgo se encuentra fragmentado en una infinidad de chispas de Espíritu, que son las que dan Alma viviente desde las moléculas más ínfimas hasta nuestras células humanas. Cuando se habla de Cristo; es decir de la Chispa de Espíritu divina, eterna e inmortal, nos estamos refiriendo al fragmento del Antiguo Demiurgo, del Creador, que vive en nosotros y que es el único que tiene importancia en nuestras vidas.
Así es que recuerde, ese punto tétrico de algunas Gnosis es erróneo. El Demiurgo no es ese Ser estúpido o malvado que algunos, ignorantemente, nos representan mediante historias de terror. Todos somos parte del Creador y el Creador vive fragmentado en todos nosotros y ese, supuesto, Dios malvado al que nos referimos, equivocadamente, como el Demiurgo no es otra cosa que un Algoritmo que está cumpliendo, automáticamente, con su función programada.
Cuando vuelvas a leer o escuchar del Demiurgo como una suerte de Demonio cruel y rencoroso, ten en cuenta que es fruto de la ignorancia y falta de verdadera Gnosis. No digo que no la leas o escuches, siempre es bueno tener nuevas referencias; pero ten en consideración lo que aquí exponemos antes de dar crédito a esas historias de horror que nada tienen que ver con la Realidad.
Nos encontramos en un Mundo errado, cierto, fruto de un accidente cósmico y punto, porque la perfección solo existe en el centro del Pleroma y ninguna de sus emanaciones alcanzan el mínimo Grado de perfección. El error es algo natural y consustancial con todas las criaturas. La Perfección es un límite inalcanzable, una utopía que, desde luego, ni el Demiurgo, ni Sophía ni nosotros, en tanto que fragmentos espirituales del Demiurgo, poseemos. Y, bueno, en eso consiste la verdadera humildad, en reconocer que en nuestra búsqueda de la perfección, ésta jamás podrá ser alcanzada, pues la perfección siempre irá un paso por delante de quienes la persiguen.
Vean al Demiurgo, a partir de ahora, con nuevos ojos y no como un Ser maligno, en tanto que esa percepción es fruto de la ignorancia y de querer ver en los arcontes, meras inteligencias artificiales, la Figura de la Voluntad del Eón Sophía, nuestra
Sagrada Naturaleza.
Frater Aralba R+C
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