“La alegoría de la fragmentación del Demiurgo”
-Un intento de explicar cómo el Espíritu de Dios se encuentra, íntegro, en todas sus Criaturas-
Antes que nada debemos daros las gracias por vuestras preguntas porque ello nos ayuda a intentar contestar vuestras dudas. Sin esas preguntas, las dudas no podrían ser respondidas.
En segundo lugar diremos que el Concepto del Demiurgo Fragmentado no procede de la Gnosis Tradicional sino que se trata de una alegoría o metáfora confeccionada por nosotros para intentar explicar, en lo posible y con palabras humanas, la existencia de las chispas de Espíritu o Atomos Simientes que integran a todos los seres, incluidos los humanos y su conexión con la Divinidad.
El Tema de la Fragmentación es un mero punto de vista desde las Criaturas creadas que también puede explicarse mediante la analogía de un holograma infinito y donde cada criaturas no fuese otra cosa que un fragmento de dicho holograma, en donde el holograma completo sería Dios y en donde los fragmentos serían los espíritus individuales; pero no usamos dicha alegiría porque da, falsamente, a entender que cada fragmento del holograma principal está no solo individualizado sino apartado, separado del Holograma principal, lo cual no ocurre con los espíritus simiente.
Quizá, con seguridad, nuestra alegoría de la fragmentación del Demiurgo, desde el punto de vista de la Creación y de sus criaturas, es defectuosa por lo que pasaremos a explicarlo, en lo posible, desde el punto de vista del Creador. Así, la visión que tengan nuestros lectores será desde dos puntos de vista diferenciados y que esperamos pueda ayudar a comprender algo para lo que, desgraciadamente, aún no existen palabras para explicarlo.
Imagínense ustedes como si fuesen el Pleroma. Olvídense de todo lo que les rodea, nada de eso existe, solo son ustedes; pues bien, ese Pleroma estaría constituido de cabeza, torso y extremidades. Imagínense que a una parte de esas extremidades, concretamente la mano derecha, le damos el nombre de Demiurgo y que los dedos de la mano serían fragmentos emanados o creados de la propia mano, el Demiurgo.
Así, tendríamos que, desde el punto de vista de los dedos, estos se sienten como fragmentos del Demiurgo; pero desde el punto de vista de la mano son vistos como apéndices naturales de la mano; es decir, las criaturas, los dedos, son vistos por los propios dedos como fragmentos de la mano; es decir, del Demiurgo y del propio Pleroma, el Humano; pero desde el punto de vista de la mano y del propio Hombre solo son partes consustanciales de una parte de una extremidad, la mano; es decir, el punto de vista de fragmentación es solo eso, un punto de vista parcial, imperfecto y limitado porque, en realidad, la individuación es una mera ilusión creada desde el punto de vista de las criaturas; es decir, de los dedos; pero desde un punto de vista de conciencia elevada esos fragmentos dejan de serlo para convertirse en meros apéndices de la mano; es decir, del Demiurgo. Así, el Hombre, en tanto que Pleroma, es plenamente consciente de sus extremidades, también de la mano, el Demiurgo y, por su puesto, de sus dedos, las criaturas del Demiurgo, nosotros, porque todo ello forma parte de un mismo Ser indivisible e íntegro, el Pleroma, en nuestro caso el Ser Humano; pero cada uno de los dedos, de las criaturas del Demiurgo, sólo es consciente de una parte del Demiurgo; es decir, de sí misma, porque cada dedo solo es consciente de sí mismo; dicho de otro modo, de las órdenes que recibe de la mano y no de las órdenes que pudieran recibir el resto de los dedos. Así, el Demiurgo, la mano, en tanto que emanación de Sofía, pongamos por caso, el brazo derecho es plenamente consciente de sus criaturas creadas aunque sus, en realidad, apéndices, no sean conscientes, en modo alguno, ni de la mano, el Demiurgo, ni del brazo Sofía, ni mucho menos del conjunto del Pleroma; es decir, del propio Ser Humano.
En definitiva y resumiendo, cuando hablamos del Demiurgo Fragmentado es una mera alegoría para intentar explicar aquello para lo que no tenemos palabras; pero que nos puede servir, dentro de su imperfección explicativa, para que intentemos comprender como está estructurado el Universo desde nuestro particular punto de vista, como si se tratara de uno de esos dedos apéndices de la mano, perteneciente a un brazo que constituye una extremidad de un Ser Humano.
El Demiurgo vive en cada uno de nosotros en la forma de Cristo, la Chispa Divina o capullo de Rosa del corazón del mismo modo que la mano vive en cada uno de sus dedos. El error de la explicación de la fragmentación es que da lugar a pensar que todo está dividido en cachos, cuando eso resulta una imposibilidad en un todo indivisible.
Esperamos que, en parte, quede aclarada la analogía de la fragmentación del Demiurgo; es decir, esa visión de que todos tenemos a Cristo en nuestro corazón como una suerte de un fragmento individualizado del Cristo total; pero lo cierto es que es justo al Contrario, Cristo vive plenamente en cada uno de nosotros como la mano completa vive en cada uno de sus dedos. No existen trocitos de Cristo como no existen trocitos del Demiurgo; solo es una mera percepción de los apéndices que son sus criaturas; es decir los dedos de la mano.
Si no queda aclarado el Tema esperamos vuestras cuestiones para intentar que pueda ser definitivamente aclarado; pero tenemos que poner énfasis en que la mayoría de lo que tratamos, no nos queda otra que hacerlo mediante alegorías pues no existe un lenguaje científico apropiado para explicar el contenido de la Gnosis desde un punto de vista de trescientos sesenta grados. Solo podemos explicarlo, cada vez, desde un ángulo diferente y queda en la conciencia de nuestros amables lectores el completar el puzle de forma individual. Es por ello que decimos que las enseñanzas rosacruces no están constituidas por dogmas o doctrinas enlatadas. Sois vosotros, de forma individual, quienes tenéis la última palabra. Por favor, no toméis al pie de la letra lo que solo son meros balbuceos que intentan explicar aquello que, en apariencia, es inexplicable.
El Demiurgo viven en todos nosotros como Cristo y aunque aparente ser un mero fragmento; en realidad vive en nosotros plenamente y no, no existen infinitos cristos o infinitos demiurgos sino uno solo que transmite a sus apéndices, nosotros, una parte ínfima de su Conciencia y esa ínfima conciencia es lo que nos produce la sensación de fragmentación.
Frater Aralba R+C
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