“Del Instinto de Supervivencia, aquí, a la Ilusión por Sobrevivir a la Muerte en el Más Allá-
-O de la Voluntad por seguir viviendo en el Mundo, de la Personalidad, a la Esperanza Eterna de la Conciencia del Alma-
La Filosofía del Pesimismo denomina como “Fuerza de Voluntad” a esa inercia de mantenernos vivos a toda costa; independientemente de las penurias y calamidades que nos acechan durante la existencia. La Ciencia, a esa capacidad innata en todos los seres vivos la denomina como “Instinto de Supervivencia”
Un instinto de supervivencia que, en los seres vivos conscientes, debe de enfrentar además la capacidad de hacerse preguntas con el fin de intentar responder a las cuestiones de la Existencia. Esas preguntas existenciales, generalmente irresolubles, es lo que conduce al choque de trenes entre la Fuerza de Voluntad por Sobrevivir, a costa de lo que sea, y a las preguntas sin esperanza que la Conciencia se realiza con tal de proporcionarle algún tipo de sentido a su Vida.
En esa dinámica o lucha de tira y afloja, la Conciencia realiza ímprobos esfuerzos por mantener la cordura y no caer en un Estado depresivo que, por impotencia, la conduzca a tirar la toalla y, así, a convertirse en una suerte de zombie, sin voluntad, del propio instinto de supervivencia del Individuo.
Es por tal motivo, con el fin de no caer vencida en una batalla perdida, que la Conciencia se evade de la existencia creando nuevos y artificiales mundos que abandonan la Fiolosofía convencional para introducirse en los vericuetos inexplorados de la Metafísica. Un Mundo construído con otras leyes, un mundo que se rige por normas diferentes a las de la existencia convencional y donde la realidad de la existencia da paso a un Mundo de fantasía que se realimenta con su propia lógica. Una lógica que evita, a toda costa, los convencionalismos de la existencia para dar paso a algo nuevo, superior y desconocido.
Una vez traspasado el umbral de la Metafísica es fácil ser arrastrado por las fuerzas irracionales de la Fantasía y caer en las redes de la Teología; donde una nueva lógica, absolutamente irracional, pervierte todos nuestros conceptos preconcebidos, dando paso, cada vez más, a un monolítico fanatismo que impide a los afectados mantener un pensamiento racional.
Así vemos que, traspasado el Umbral del Pensamiento metafísico, la frontera entre la razón y la irracionalidad se hace tan delgada que se convierte en insignificante; pero, para el verdadero Filósofo, es importante mantener su razón intacta a toda costa y, aunque no es fácil, mantener su pensamiento metafísico amarrado a la realidad del Mundo; pero sin dejarse llevar por ese pesimismo del tsunami que supone el imparable instinto de supervivencia; sino que, por el contrario, hace uso de ese propio instinto para llevarlo hacia el ventanuco que conduce a su Conocimiento Interior; es decir, donde mora el verdadero Poder de la Metafísica, su Verdad Interior.
Ese Ventanuco cargado de la Luz de la Gnosis es la fuente de la Esperanza que alimenta a nuestra Consciencia, permitiendo que su Fuerza supere todas las limitaciones que le impone el Instinto de Supervivencia de su Personalidad o Naturaleza Inferior.
Una vez que ese Ventanuco es abierto, el viento procedente de la Naturaleza Interior se convierte en una suerte de vendaval que rompe con cualquier tipo de duda que se pudiera albergar y esa Esperanza previa se convierte en verdadera Fe o Sabiduría procedente de la Gnosis o Conocimiento Interior.
Esa Fe ya no admite el pesimismo, pues éste ha sido arrastrado por la fuerza de la Luz procedente del Mundo Interior. Una Luz o Verdad que procede de los planos superiores de la existencia y que abruman, de tal modo, a la Naturaleza Inferior que hace que ésta se rinda a la evidencia de que, con su Voluntad por Sobrevivir, ha tocado techo y fondo, siendo incapaz, por sus medios, de conducir su existencia por otros caminos de mayor enjundia y que se separan, dramàticamente, de lo conocido en éste Mundo. Y es así, como el Discípulo espera la aparición de algo que no sea de éste Mundo, para que lo conduzca por las nuevas vías abiertas y eso no es otra cosa que Cristo, el Maestro Interior.
Porque la Fuerza de Voluntad o Instinto de Supervivencia solo nos conduce hasta la Verja externa de éste Mundo; pero una vez llegados a ése extremo, esa fuerza se convierte en inútil y lo único que puede hacer, por sí misma, es aferrarse a los barrotes; pero ha llegado al final de su Camino posible y donde toda Esperanza conduce al conocimiento de la Muerte, del final del camino; pero tras el otro lado de los barrotes, tras el ventanuco, existe otro yo, nuestro verdadero Yo, para ofrecernos su mano y darnos el relevo de la super existencia. “Hasta aquí llegaste tú, mi Amigo, ahora me toca a mí”
Es entonces cuando, tras haberle trasvasado todo tu conocimiento de la Vida mundana que el Maestro parte con él hacia horizontes insospechados por el Discípulo, atravesando las barreras de la Física y entrando en el Mundo de la Metafísica; pero de una Metafísica más racional, si cabe, que el Mundo que acaba de dejar atrás. Un Mundo donde la Ilusión y la Esperanza ya no son necesarios pues la Fe del verdadero Conocimiento de Dios lo llena to
do.
Frater Aralba R+C
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