“Vanidad de vanidades, todo es Vanidad”
-El supremo Arte de vivir mirándose el Ombligo-
La mayoría de la gente, su meta es progresar, cambiar de estamento social y codearse con la élite; es decir, cosas que no son importantes en la Vida, en tanto que solo suponen una ilusión temporal; es decir, algo no permanente o que se pudiera conservar.
Existen dos grandes verdades en nuestras vidas: “que nacemos desnudos y que al morir lo dejamos todo atrás sin que podamos llevarnos aquello que hayamos acumulado”, ya sean cosas materiales o atributos inmateriales.
Os puedo asegurar que después de haber fallecido, los ángeles no nos van a preguntar si triunfamos en la vida, en el sentido general que se tiene de triunfar, si alcanzamos alguna licenciatura o doctorado; o si creamos nuestra propia Empresa o nos eligieron como Director General de una ajena. No, cuando crucemos el velo no se fijarán en sí conseguimos tener los mejores autos, la mansión más fastuosa o la Harley Davidson de última generación; si conseguimos el título de capitán de barco o de piloto privado de aviones cessna.
Pues bien, en algunos ambientes masónicos y rosacruces parece que exigieran que sus miembros padezcan de titulitis profana, válgame Dios, hasta donde hemos llegado. Venden el Ser Masón o Rosacruz como una nueva Nobleza y sus miembros, enseguida, buscarán fardar tela, del mejor auto, la mejor moto y, si se tercia, el chalet más fastuoso y, claro, luego se quejan de que gastan demasiado en seguridad; pero, Alma de Dios, si tu deseo es aparentar tendrás que cargar con las consecuencias. Dar la nota, hacerse visible conlleva convertirte en una evidente diana para los amigos de lo ajeno.
Luego, estos que parecen esculpidos sobre un altar, cuando llamas a sus puertas, en tanto que ciegos de vanidad, no entienden, no pueden comprender con quiénes están hablando y, así, la mayoría de las veces con ese nivel de miras, tan restringido, se equivocan y no dejan que se les muestre el Maestro que se les acerca, porque viven en el Universo ilusorio de la Vanidad y la vanidad no son lentes espejadas; no, que va, son lentes tintadas de negro opaco que impiden ver la Verdad.
Así, quienes viven creyendo que son lo que no son, que viven en la cúspide de la pirámide de la estupidez, esperan y esperan, perdiendo su tiempo sin aprender nuevas experiencias, a la espera de que les llegue la muerte y que a su funeral, cosa que ellos ya no verán, asistan grandes personajes públicos de la Sociedad. Esos son los sepulcros blanqueados de los que hablará Jesús; esa legión de hipócritas que se creen importantes.
De veras que los gusanos no sabrán reconocer al gran hombre del pobre hombre; mucho menos del que se consideró importante del humilde menesteroso al que le ha llegado la hora de traspasar el velo.
Me imagino a ese vanidoso que llega al juicio final y le pesan sus virtudes y defectos, preguntándole al final, “bueno y usted ¿Qué ha conseguido en la Vida?, pues mire, llegué a ser Soberano Comendador de la Rosacruz Universal, Grande Obispo, Arzobispo y Mago de la Iglesia Gnóstica Universal…”; y sus acreditaciones ¿Donde se encuentran?, “ya, mis papeles y documentos no los pude traer conmigo, se perdieron”; es que mire usted amigo, le responderán, sus acciones y experiencias, tomadas durante su pesaje, no se corresponden con todos los honores que usted dice haber adquirido; así es que, por favor, dé un paso atrás y dejé pasar al siguiente.
Mirad, mis amigos, la Rosacruz, sus enseñanzas, no han sido diseñadas para que unos pocos privilegiados tengan acceso a ellas. La Rosacruz, por circunstancias adversas, en su origen tuvo que mantenerse oculta y secreta; pero no se concibió como una Orden o Fraternidad oscura y a la que solo unos pocos privilegiados pudieran tener acceso mediante un complicado proceso de selección.
La Enseñanza Rosacruz se encuentra abierta a todo el mundo y sin distinciones; pero otra cosa es la ganancia que quieran o puedan sacarle aquellos que a ellas se acercan. Y cuando indicamos ganancias, no nos referimos a ganancias económicas o de prestigio social, sino ganancias de crecimiento espiritual.
De veras que cuando pases el velo de la Muerte nadie te preguntará por aquellos bienes o posesiones que pudiste obtener, porque, entre otras cosas, ya no los tendrás, pues habrán quedado en el Mundo de los vivos para que otros medren con ellos. Se pesará y tomará nota de tu humildad, honradez, honestidad, valentía y empatía para con los demás, sí, para con tus hermanos de vida, por si no te diste cuenta.
Entonces; pero ya será tarde, comprenderás que te dedicaste a cosas sin importancia y que hicieron perder tu valioso tiempo.
Ya, en el Mundo verdadero, no en éste otro ilusorio, entenderás que miraste por encima del hombro e intentaste humillar, como miserable, a ese gran Maestro que se te acercó solo con su mirada y unas pocas palabras, mientras te dejaste llevar por el brillo y la parafernalia de los objetos ilusorios de éste Mundo.
¿De qué te servirán tus acreditaciones, títulos, joyas, pasos, señas y palabras de paso? De nada, ya te lo digo yo, porque esas cosas no son importantes en el Mundo de Dios y así, aquellos que consideraste indignos para ser receptores de tu mirada, de prestar un mínimo de atención a sus cuestiones o de cederles el paso o tu asiento, esos te precederán y tú tendrás que ir, permanentemente detrás, con la humillación derivada de la culpa por Vanidad.
Antes de que sea tarde y ya no sea tiempo para el arrepentimiento, háztelo mirar. Recuerda que la joya más valiosa de todas, por encima de la sabiduría y del conocimiento, es la Humildad, porque el conocimiento y la sabiduría, sin humildad, no son lo que dicen Ser; es decir Gnosis, sino “Vanidad de Vanidades”.
Frater Aralba R+C; S.C. de la F.R.A. en España, vía su A.M.L. “Rosa Mística”; Linaje: Huiracocha, Aureolus, Camael, Amorifer
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