23 enero, 2024

Transfiguración del Alma

 “Transfiguración del Alma”


-Salvación de la Conciencia y transmutación del Cuerpo y la Personalidad-

Respecto a éste Tema existe mucha confusión, e incluso es posible que nosotros, en ocasiones, hayamos cometido alguna imprecisión que pudiera tender a confusión. Es por dicha causa que, una vez más, volvemos sobre esto para intentar aclarar posibles dudas e impedir, en lo posible, interpretaciones erróneas.


El Proceso de Cristificación que finaliza con la Transfiguración, su propósito principal es la de preservar la Conciencia de la Personalidad y convertirla en el definitivo vehículo de manifestación del Espíritu; es decir, de Cristo.


En otros sitios hemos indicado que también implicaba la preservación de la memoria de las experiencias pasadas en la Vida; pero eso es accesorio y no demasiado importante, en tanto que todo lo relacionado con las experiencias en el Plano Material queda grabado, para siempre, en los registros de la Memoria de la Naturaleza y, por lo tanto, en el Éter del Pleroma.


Sea como fuere, al final del Proceso de Cristificación, al salvarse la Conciencia de la Personalidad y tras fusionarse con su Espíritu, de manera automática obtiene acceso no solo a todas y cada una de sus propias experiencias de la vida pasada sino también a las de los indefinidos avatares que haya utilizado su Espíritu, el verdadero Ser; así es que, de algún modo, no es enteramente erróneo decir que la Transfiguración implica no solo la preservación de la Conciencia sino también de sus recuerdos y experiencias, aunque si hablamos con propiedad deberíamos de matizar que se salve o no la Conciencia, los recuerdos de la propia Conciencia y de sus experiencias no se pierden nunca para el Espíritu de Cristo, el verdadero Hombre.


Ahora bien, existe otra forma de explicar la Transfiguración y que para algunos de nuestros lectores más racionalistas pudiera parecer algo demasiado fantástico y surgido de alguna Obra de Ciencia Ficción.


Hemos dicho, en varias ocasiones, que el hecho de conseguir el Grado Efectivo de Adepto Rosacruz, nada que ver con los grados simbólicos de nuestro Colegio o de otras organizaciones, es la prueba irrefutable de que el Proceso Chrístico se ha completado y, por lo tanto, conseguida la Transfiguración del Alma al completo, lo que significa que no solo se salva la Conciencia de su Personalidad sino también su Cuerpo restaurado a una vibración diferente y, por lo tanto, se puede decir, con propiedad, que la Transfiguración, en vida del Iniciado, supone no solo la transmutación de la parte sutil e Invisible del Hombre sino también de la propia Materia de su Cuerpo.


Digamos, para que pueda entenderse, que un verdadero Adepto de la Rosacruz, ya un legítimo y verdadero Rosacruz, aún habiendo muerto en vida para éste Plano de Existencia, sin embargo mantiene su Cuerpo, por un tiempo indeterminado, con el fin de cumplir con cometidos específicos. De ahí, la leyenda y mito de la inmortalidad de los Rosacruces; entendiendo por inmortalidad la preservación del Cuerpo Material que pudiera ser extremadamente dilatado en el tiempo.


Para los que conozcan las Escrituras; es decir, la Biblia, el Cuerpo con el que Jesucristo, ya resucitado, se muestra a sus discípulos no es otra cosa que el producto de la Transfiguración; en tanto que, como bien se cuenta, su tumba se encontraba vacía y el supuesto cadáver desaparecido. 


Cuando se produce la Transfiguración, la Resurrección de las iglesias cristianas, no significa que se mantenga el Cuerpo pasado. No, ese Cuerpo está muerto en cuanto ha sido transmutada hasta la última partícula que lo compone y el Adepto Rosacruz ha adquirido, mediante Cristo, la capacidad de modificar la estructura celular, atómica y etérica de su Cuerpo con el fin de adaptarlo a las infinitas condiciones existenciales que su Espíritu pudiese requerir.


El ejemplo más claro lo tenemos, de nuevo, tras la Muerte del Cuerpo de Jesús y su desaparición, en el que antes de presentarse a sus discípulos e invitar a Tomás a meter su mano en la llaga de la herida de su costado, visitó el Inframundo; es decir, los planos de existencia sutiles y que se suelen conocer como Plano Astral o, en la Religión, el Purgatorio e Infierno del Mundo de los Deseos.


Así, Jesucristo, ya Resucitado cambió la estructura molecular de su Cuerpo con el fin de visitar los mundos sutiles; pero después, para terminar su trabajo con sus discípulos, volvió a retomar la condición densa de su Cuerpo con el fin de interactuar con ellos de igual a igual, con la diferencia de que un Cuerpo Transfigurado, a ejemplo de un fósil que no conserva nada más que la forma, en piedra, del Cuerpo fosilizado, sus partículas han sido completamente cambiadas, no modificadas, para que su propietario pueda usar su vehículo en cualquier Mundo del Universo, e incluso, en su mayor sutilidad etérica, en el propio Pleroma.


Así es que si conocéis a alguien decir que es un Adepto Rosacruz desconfiar porque ya sabéis en qué consiste el auténtico adeptado y que nada tiene que ver con simbólicos grados y rituales.


Mientras el proceso de Cristificación no se haya completado en la Transfiguración, resurrección o Salvación del Alma, en toda su extensión, solo podemos denominarnos como Estudiantes Rosacruces, independientemente de que hubiésemos alcanzado los grados de Discípulo o de Hermano Lego. Solo los verdaderos Adeptos transfigurados tienen la potestad de autodenominarse como Rosacruces; pero claro, eso conlleva la obligación de demostrarlo como así hizo Jesucristo con Tomás, en el episodio comentado, o con otros de sus discípulos cuando, al despedirse de ellos, se elevó a los cielos en compañía de Elías y de Moisés.


Frater Aralba R+C



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