“El Eterno Durmiente”
-Aquel que crea universos en su sempiterno Sueño-
Decimos durmiente y no inconsciente; en tanto que sabe que duerme y que toda su Creación es producto de sus sueños. La gracia consiste en que lo soñado no posee consciencia de ser un sueño.
Mientras antes comprendamos, lo que viene a continuación, antes dejaremos de sufrir innecesariamente: tú, yo, todo lo que existe, allá donde fuere, no somos más que sueños de una increíble Consciencia que trasciende lo Cósmico y a la que las diferentes religiones denominan como Dios y los gnósticos no se atrevieron a denominar, conociéndose, así, como “El Incognoscible” o el “Pleroma”.
Para hacerte el Cuento corto, sólo existe ése Uno, el Todo, del que todos somos meros sueños o ideas pensadas por su Mente; es decir, todos somos, independientemente de nuestra ilusoria consistencia, meros fantasmas o sueños de Dios. Si poseemos conciencia de nuestra existencia es porque así lo ha concebido el Pleroma mediante sus diferentes emanaciones; en nuestro caso, su Voluntad Creadora, el Demiurgo, Hijo de la Sabiduría o el afán de seguir conociendo por parte de la Madre Naturaleza, Sophía.
Es importante considerar que lo único que tiene existencia propia y que no depende de otro u otros, es el Pleroma, todo lo demás, incluidos nosotros, somos nmeras emanaciones. Emanaciones que no son otra cosa que Ideas soñadas y materializadas; pero incluso, después de esa materialización, como meros objetos, aunque seamos pensantes y conscientes, dependemos de la Voluntad del Uno.
Si el Uno, el Todo, en un instante determinado dejase de soñar en nosotros, simplemente nos volatilizaríamos y nuestra esencia más básica retornaría, como mera Idea que es, a la Mente del Pleroma.
Aunque así lo quisiéramos, no podríamos desprendernos de Dios, pues de su esencia estamos formados, por su esencia vivimos, sentimos, pensamos y tenemos consciencia de nuestra espúrea existencia. Jamás podríamos, como individuos, independizarnos de la Mente que nos ha soñado.
Tenemos, respecto al Pleroma y sus manifestaciones cercanas, Sophía y el Demiurgo, la misma existencia que podría tener un personaje de una novela respecto de su Escritor, con la diferencia de que los personajes de una novela primero existieron en la Mente del Autor; pero después, también, en las de sus lectores. En nuestro caso, la dependencia es total respecto de la Mente del Creador o Soñador, según se mire.
Mi Querido Amigo y mi Querida Amiga, somos tan importantes para Dios como lo son los personajes ficticios para un Escritor. Sí nuestro Escritor Supremo dejase de pensar en nosotros, simplemente dejaríamos de existir, hasta el punto de que jamás habríamos existido. Por otro lado, si se mira con suficiente cercanía, comprenderemos que jamás hemos dejado de ser otra cosa que una majestuosa Idea, un Sueño, en la Mente del Consciente Pleroma. En realidad, no te extrañes, somos el mismo Dios, en un acto de infinito desdoble de personalidades, tomando conciencia particular de cada una de sus ensoñaciones. ¿Entiendes la grandeza del Asunto?, ¿Somos capaces de explicar su Divina magnitud?.
Dios nos sueña; pero al soñarnos también se introduce en nosotros, su sueño, para darnos Vida y todo lo que creamos ser que somos.
En definitiva, que nada posee verdadera existencia salvo el Uno, el Todo, el resto no somos más que una ilusión surgida de su profundo y eterno Sueño consciente. Pudiera parecer algo trágico; pero es justo todo lo contrario porque en tanto que primero Idea y después ensoñación de la Mente de Dios, en ningún instante hemos dejado de pertenecerle y, siendo franco, nunca hemos dejado de ser, Él mismo, en una de sus infinitas ensoñaciones. La ensoñación, algún día dejará de existir; pero lo grandioso es que el Soñador que, en algún instante, nos ideó es infinito y eterno y viviendo para siempre, como ha venido haciéndolo desde siempre y sin que se pudiese determinar algún principio.
Frater Aralba R+C
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