“Con todo respeto, no necesitamos algún disfraz”
-No necesitamos joyas, túnicas y otros arreos distintivos-
“Vuestro atavío no sea el externo de peinados ostentosos, de adornos de oro o de vestidos lujosos, sino el interno, el del corazón, en el incorruptible ornato de un espíritu afable y apacible, que es de grande estima delante de Dios.”
(Primera de Pedro 3 3 a 4)
“Y respondiendo (Jesús), les dijo: El que tiene dos túnicas, dé al que no tiene; y el que tiene qué comer, haga lo mismo.”
(Lucas 3 11)
"Vestíos, pues, como escogidos de Dios, santos y amados, de entrañable misericordia, de benignidad, de humildad, de mansedumbre, de paciencia;"
(Colosenses 3 12)
En la Fama Fraternitatis se nos insta a vestir con simpleza para pasar, entre la gente, desapercibidos. De hecho, se trata de una norma básica y de carácter obligatoria como la de dedicarse, exclusivamente, a curar a los enfermos y sin cobrar nada por ello.
Así, los Hermanos Rosacruces no usan alzacuellos, sotanas, estolas, túnicas ni mitras; en tanto que ello los diferenciaría del resto de ciudadanos y se incumpliria la norma básica del vestuario del resto de los hermanos y hermanas.
Se nos podrá achacar que Jesús utilizaba túnicas de lino blanco; pero es que, en aquella época, de la que habla los evangelios, era la prenda básica y común de la población más humilde. Jesús, vistiendo de tal guisa y con sandalias se comportaba como cualquier otro ciudadano más, pasando desapercibido.
Jesús jamás hizo algo, en su vestimenta, para diferenciarse del resto de la gente. Si hoy estuviese de moda vestir túnicas, sotanas, mandiles u otra indumentaria específica, los Hermanos de la Rosacruz podrían vestir tales prendas porque no les haría diferenciarse del resto; pero dado que no es el caso, lo propio es que vistan de traje o sport, dependiendo de las circunstancias, si se trata, respectivamente, de actos especiales o cotidianos.
Con ésto no estamos sentando cátedra ni imponiendo un determinado comportamiento, faltaría más, a los estudiantes Rosacruces, sino dando nuestra opinión particular que es nuestra humilde opinión y nada más; eso sí, basada en la lectura tanto del Nuevo Testamento como de los escritos rosacruces. No, los Rosacruces no se vestían de forma diferenciada para no ser descubiertos y perseguidos por la inquisición, como podría argüirse, sino como un ejemplo de humildad y reconocimiento de que todos somos iguales, en nacimiento, y hermanos entre sí.
En la Iglesia primitiva, antes de la oficialidad de Constantino, como posteriormente entre los Bogomilos y Valdenses albigenses, no existían los obispos, cardenales y otra jerarquía eclesiástica, tal y cómo hoy se entiende, sino hermanos mayores o Perfectos, conocidos como los Ancianos, quienes se repartían el trabajo de Predicar el Evangelio.
Estos hermanos que, durante las reuniones, vamos a llamarlas eclesiásticas, se levantaban para hablar en nombre de Cristo e inspirados por el Espíritu Santo, no se diferenciaban, en su vestuario, del resto de, vamos a llamarlos, feligreses o hermanos de la Iglesia congregados.
En aquellos tiempos, hablamos de la época de Pablo, Pedro y el resto de apóstoles de Jesús, las reuniones de cristianos no se realizaban en templos cristianos o sinagogas, dado que eran conscientes de que el verdadero Templo de Cristo eran ellos mismos; se reunían en medio del campo, en las playas junto al mar o en la ladera de las montañas y si el tiempo no era propicio, en las viviendas de algunos de los Hermanos. La imitación de Cristo obliga a los rosacruces a actuar de dicha manera y no de otra forma más extravagante y llamativa.
Los hermanos rosacruces, dentro de la Comunidad Cristiana, no son otra cosa que esos ancianos que en las congregaciones de hermanos, en Cristo, se levantan de entre el público para manifestar lo que Cristo les ha inspirado mediante la acción del Espíritu Santo. No se trata de que tengamos un sentido del ridículo demasiado afinado y por ello nos cueste disfrazarnos de no sabe uno, bien, de qué, sino que somos conocedores y conscientes de que la norma básica es para todos, también para los estudiantes y hermanos rosacruces; es decir, no habrá anillos, cruces, gorros o uniformes, así como otras joyas que diferencien a un Anciano o Hermano Mayor de cualquiera del resto de los hermanos.
Sólo el Espíritu Santo hablando, mediante palabras salidas de su boca, de los ancianos, es lo que nos dirá que se trata de un Hermano de la Rosacruz, de un mero feligrez o de un charlatán de medio pelo; sí, de esos que van arrogantemente anunciándose, a bombo y platillo, como verdaderos obispos y sacerdotes intermediadores entre Dios y los hombres.
El verdadero Estudiante de la Rosacruz, como genuino Discípulo de Cristo, conoce que el único sacerdote posible; es decir, intermediador entre el Padre y nosotros, mora en nuestro Corazón y ése no es otro que Cristo Jesús.
El verdadero Estudiante de la Rosacruz sabe que los ancianos no se diferencian, en nada, del resto de los Hermanos salvo cuando se levantan para hablar la Palabra del Señor, siendo ese un momento sagrado y crítico, porque es sólo entonces cuando los Hermanos podrán conocer si su Hermano, el supuesto anciano, es un verdadero Hermano de la Rosacruz o un mero lobo vestido con piel cordero que intenta pasar por lo que no es.
Ciertamente, en nuestras reuniones, de producirse alguna vez, alguien tendrá que oficiar la Eucaristía y alguien tendrá que predicar la Palabra de Dios; pero eso no significa que tengan que ser, siempre, las mismas dos personas. Es por dicha causa, para no hacer discriminaciones, si el Oficiante un día es un varón, el Conferenciante deberá de ser una mujer y viceversa. Haciendo, en lo posible, que en cada congregación los exponentes de la Palabra de Dios sean diferentes personas y que esa labor se vaya distribuyendo equitativamente entre los Hermanos, siempre voluntarios, que se sientan llamados por la vocación del Servicio a Dios y su Palabra.
Creemos que será suficiente, con ésta reflexión, para que podamos entender cómo debemos, los estudiantes rosacruces, comportarnos tanto en público como entre nosotros, cuando intentemos cumplir con la prédica de la Palabra del Señor, cuando Éste dijo:
“Porque donde están dos o tres congregados en mi nombre, allí estoy yo en medio de ellos.”
Mateo 18:20
Frater Aralba R+C
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