16 abril, 2025

La Verdad oculta del Nihilismo

 “La Verdad oculta del Nihilismo”


-¿Por qué son tan atrayentes: Arthur Shopenhauer, Philippe Mailander y Frederick Nietzsche?-

Los oscuros filósofos del “Pesimismo" encontraron una gran Verdad; pero no supieron interpretarla. Ellos llegaron a una serie de conclusiones evidentes. Éste Mundo es un Valle de lágrimas donde se viene a sufrir y que parece no recompensar el sufrimiento. Esta evidencia, incontestable, condujo a estos profundos pensadores a la Idea de que, ahora, hoy, Dios no existe; pero que, en algún instante sí que debió de existir, pues sin la intervención Divina no se puede entender la “Existencia”. Éste pensamiento, alejado del puro ateísmo, los condujo a la Idea de que, sí existió, en algún momento un Dios Creador; pero que, por alguna circunstancia, ahora se encontraría Muerto.


Philippe Mailander va un poco más lejos y llega a la conclusión de que la muerte de Dios fue necesaria para que la existencia del Universo tuviese lugar; pero, no contento con ello, nos invita a pensar que la redención de éste Mundo vil y cruel pasa por su extinción; es decir, por su disolución en la Nada. Estamos hablando de un Pesimismo tan extraordinariamente elevado que la Castidad y la Auto inmolación se dan la mano en una huída hacia adelante en un Camino que conduce al abismo de la Muerte, la extinción y la inexistencia cósmica.


Quién conozca la Gnosis y la interpretación que realiza el “Colegio Invisible de la Rosacruz”, se dará cuenta de que la Historia que nos relatan los filósofos de la Oscuridad, no es otra cosa que la Historia verdadera del origen del Mundo, su función, y su Destino final; pero esa Historia, siendo cierta en su esencia, se nos ofrece extraordinariamente Mal interpretada. La interpretación que ofrece la Gnosis de esa misma Historia, destruye todo tipo de Nihilismo y Pesimismo aportando luz y claridad.


La Muerte no existe en el Mundo de Dios, el Pleroma de los Gnósticos. El Dios Creador, el Demiurgo, no es el Pleroma sino una emanación de Él, mediante el Eón Sophía, una de las infinitas células que conforman el Pleroma. El Demiurgo, el Creador, no es otra cosa que la Voluntad de Sophía emanada para realizar la Idea que tuviera, en su Mente, de la Creación. 


El Primer error de los pensadores pesimistas es confundir al Demiurgo con el Pleroma, el verdadero y único Dios incognoscible. Ellos dicen que Dios ha muerto, Dios está muerto y que, sin embargo es el origen de todo lo que existe y, bueno, están en lo cierto salvo que eso que ellos denominan Dios, el Demiurgo, no se encuentra muerto; es decir, inexistente, sino viviendo dentro de su propia Creación, en ése séptimo día de descanso que es el Hoy Presente. 


El Error se encuentra en confundir la fragmentación del Creador con su Muerte. No, Dios sigue viviendo en todas y cada una de las cosas creadas por Él, desde las partículas subatómicas más elementales hasta las más complejas galaxias y agujeros negros. 


El Demiurgo, ése Dios Creador de los pesimistas, vive en todos y cada uno de nosotros.


También se encuentran en lo cierto cuando hablan de que el Universo se encuentra en una carrera hacia su extinción; salvo que la Palabra extinción habría que cambiarla por metamorfosis o transmutación. 


Los nihilistas tienen parte de razón cuando observan el Cosmos y sólo encuentran violencia, caos, muerte y destrucción; pero es lo que hace un buen carpintero con un árbol antes de convertirlo en un bello mueble. Destruye, despieza y maltrata lo que fuera el tronco de un árbol para convertirlo, al final, en una bella obra de Artesanía.


El Problema es que nuestro Universo es una suerte de “Huevo Cósmico” donde se está gestando una gran Divinidad “Él Hombre Cósmico” y lo que observamos son los procesos transmutativos “alquímicos” intermedios que se dan durante el Proceso. Es como si estuviésemos viendo el proceso de disolución de los tejidos de la oruga, dentro de su crisálida, antes de emerger de ella como una hermosa y bella mariposa.


Así, los pensadores del Caos tienen toda la razón cuando nos invitan a practicar la Castidad; pero no cuando lo hacen a cometer auto inmolación. Desde el comienzo, la fragmentación del Demiurgo, en su Creación, ha funcionado como una célula que se ha ido auto replicando en el Seno del Eón Sophía hasta constituir lo que ahora es; pero el Eón Sophía es infinito y, por lo tanto, si la segmentación y replicación continuase hasta el infinito, el proceso de incubación del Huevo cósmico no tendría final y el proceso seguiría para siempre. La solución es tomar consciencia del Problema y frenar esa disgregación del Universo, lo que se consigue con la castidad. Y qué mejor manera de hacerlo que, comenzar ese frenar de la huída del Universo hacia ninguna parte, por nosotros mismos. Bien, en algún instante, esto deberá de suceder con todo el Universo y sería bueno empezar por alguien y ¿Por quienes mejor que por aquellos seres que poseemos conciencia de nosotros mismos?


Por el contrario, los pesimistas no tienen razón cuando invitan a sus lectores hacia la autodestrucción, la autoinmolación o al suicidio; pero para explicarlo, primero tenemos que retroceder un poco y decir que la Gnosis, cargada de lógica, nos dice que todos llevamos con nosotros una suerte de reloj biológico con fecha de apagado; así como una suerte de BIOS (no un guión completo), donde vienen numeradas las experiencias que deberíamos de ir cumpliendo. 


Sí mis amigos, han leído bien, venimos con una suerte de programación básica para que desarrollemos ciertas labores y obtengamos, de ellas, determinadas experiencias. A ésto, algunos podrían denominarlo cómo predestinación Calvinista; pero ésto se encuentra muy lejos de eso; en tanto que cada Personalidad posee lo que se conoce como epigénesis, básicamente libre albedrío, con el que acometer, no acometer, o de qué manera acometer dichos programas y objetivos. Recuerden que estamos hablando de trabajos que deberían de realizar las almas personalidad; en modo alguno sus espíritus, en tanto que ellos poseen la potestad de seguir o frenar lo que, en otro momento, ellos mismos programaron. 


Es muy importante que entiendan que el Espíritu, el segmento de Dios fragmentado en nosotros, a modo de fragmento de un infinito holograma, es nuestro verdadero Ser y que la Personalidad no es otra cosa que una Inteligencia artificial programada para desarrollar determinados trabajos.


Pues bien, con mucha lógica, podemos intuir que ¿Quienes somos nosotros para negarnos a traer más niños al Mundo?. Se trataría, evidentemente, de un acto de omisión que viene contemplado en la epigénesis o libre albedrío; pero si nos trasladamos al otro lado; es decir, al decidir, siempre es la Personalidad la que lo hace, quitarnos de enmedio, ya no se trataría de un acto de omisión, sino de acción y, además, irreversible. 


Quienes deciden, por castidad, no traer más niños a éste Mundo a sufrir, aún tienen toda la Vida por delante para dar marcha atrás si así lo quisieran; pero en el acto de la autoinmolación, suicidio, no hay marcha atrás y ¿Cual es el efecto más visible del hecho? Que se está retrasando él Proceso de la Metamorfosis del Huevo Cósmico; en tanto que el suicidio hace que el Espíritu, desde cero, tenga que construir otro nuevo Cuerpo-Personalidad para que desarrolle el Trabajo encomendado a la Personalidad anterior y que se negó a realizar quitándose la Vida; es decir comenzar desde cero. Algo que queda bien evidente en el juego Rosacruz de la Oca.


Es por ello que al Suicidio se lo Conoce como el “Pecado Imperdonable contra el Espíritu Santo” y no se trata de que haya alguien externo que nos vaya a castigar mandándonos, por la eternidad, al infierno; sino que nosotros mismos, al quitarnos la Vida, eliminamos la posibilidad de arrepentirnos. Mientras la Vida existe, ésa posibilidad no se pierde; pero con la muerte de la Alma Personalidad, ya no hay nada ni nadie que pueda arrepentirse por nosotros y esa Alma Personalidad se pierde para siempre. Al Espíritu “Cristo” (Fragmento del Demiurgo) que también podemos denominar como “Espíritu Santo” no le queda otra que renacer, no reencarnar, con un nuevo “Cuerpo y Alma-Personalidad” para cumplir con sus objetivos previstos y que no se cumplieron.


Qué cerca se encuentran, tras lo leído, los pensadores del Pesimismo de la Verdad; pero, al mismo tiempo que lejos y ésto, ¿Por qué sucede? Porque aún siendo almas personalidad muy avanzadas, no dejan de ser eso, personalidades y lo que ven no es la Verdad de la Luz sino las sombras que produce la Luz de la Verdad dentro de la cueva. Claro, son como figuras chinescas que pueden observarse por la luz que tienen los muñecos de cartulina negra detrás; pero no es la verdad al completo y eso engaña a la arrogante personalidad que cree conocerlo todo.


La Cuestión es que la Personalidad, por sí misma, no puede ver la Verdad en toda su luminosidad; en tanto que para ello necesita de la intermediación de Cristo, su Maestro y Señor, su verdadero Ser y único posible intermediador entre la Luz de Dios y ella misma.


El Problema es que el Pensador nihilista cree haber encontrado toda la Verdad observando las figuras chinescas sin haber salido de la cueva; es decir, de la oscuridad de su error. Si fuese un poquito, solo un poco, más humilde se daría cuenta de que lo observado, sólo es una parte insignificante de la Verdad y que, para ello, para conocer esa Verdad, hay que rendirse al Ser que vive dentro de Él, que no es otro que Cristo, un Fragmento de ése Dios al que considera muerto. 


La autodestrucción nihilista, por una falta de Esperanza, de la arrogante personalidad, supone ese Pecado Imperdonable contra el Espíritu Santo, la autodestrucción y la imposibilidad de tener una segunda oportunidad para realizar el Trabajo. Sí, porque al contrario de lo que se piensa, la Personalidad con su Conciencia y Memoria desaparecen para siempre con su autoinmolación y la nueva Alma Personalidad será una Entidad nueva y virgen que lo único que tendrá en común, con la anterior, será su programación dirigida a alcanzar determinados objetivos; es decir, deberá comenzar desde cero y el único que conocerá todo lo anterior es su Espíritu; pero un Espíritu que, salvo excepciones, no intervendrá en el proceso vital de la nueva Personalidad.


Frater Aralba R+C  


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