“La Rosacruz esencial”
-L de “Lvx”; V de Vítae y Veritas; X de Cristo en Griego (Χριστός)-
La Rosacruz, original, fue una Sociedad Cristiana, surgida en el Seno de la Reforma luterana, con el fin de investigar y profundizar en la Reforma acometida por Lutero hasta llegar a la última Verdad, que se había perdido, del Cristianismo Primitivo; Así, cuando hablamos de Rosacruz Esencial, también nos estamos refiriendo al Cristianismo Esencial. Un Cristianismo libre de polvo y paja que explica lo necesario e imprescindible para poder ser denominado, su seguidor, como Cristiano o Estudiante de las Enseñanzas Rosacruces; es decir, haber sido salvado por el Salvador Enviado (Jesús-Cristo)
“Porque por gracia sois salvos por medio de la Fe; y esto no de vosotros, pues es don de Dios; no por obras, para que nadie se gloríe.”
(Efesios 2:8-9)
Lo curioso es que la Fe no es creer, como siempre nos han contado. La Fe es algo que se nos cede de forma gratuita, eso es la Gracia. Si fuese un mero creer no sería necesario que se nos regalara. El Proceso de Iniciación, en la Vida, tiene como objetivo salvar los recuerdos y la Conciencia de nuestra Alma-Personalidad mortal y eso solo puede conseguirse mediante la Fe, no de un mero creer aquello que un tercero nos cuente. Como veremos, la Salvación no puede comprarse por algún precio, ni siquiera esforzándose por ser un Santo. Sin Fe no hay salvación y la Fe no se consigue por un previo esfuerzo personal.
“La Fe es la certeza de lo que se espera, la convicción de lo que no se ve”
(Hebreos 11:1)
La Fe es algo así como un Conocimiento certero que nadie nos ha enseñado, sino que viene con nosotros de serie; es decir, desde antes de nuestro nacimiento; pero claro, la activación de esos recuerdos inconscientes es lo que se nos da de gratis, en tanto que el Conocimiento, la Gnosis de Dios ya está en nosotros y es por ello esa certeza y esa convicción inalienables que nos dicen que estamos en lo cierto y no, no se trata de un fanatismo ciego sino de una certeza tan clara como la luz del día.
“La Fe es por el oír; y el oír por la Palabra de Dios”
(Romanos 10:17)
Existe una suerte de frecuencia electromagnética procedente del Pleroma, constituida de Éter Divino codificado, que llega hasta nuestro Mundo cruzando el abismo dimensional del Mundo cuántico, tras haber sido procesada en la Esfera Reflectora. La misión de esa Frecuencia-Partícula, conocida como los neutrinos es despertar la Rosa del corazón que todos llevamos dentro. Una vez despertada (Cristo Interno) tenemos acceso a las Fe-Sabiduría de la Gnosis, (La Pistis-Sophía) de Valentín y una vez tocado nuestro Corazón, el velo de Isis es corrido y, por Gracia Divina, tenemos acceso al Conocimiento de nosotros mismos, que no es otra cosa que el propio Conocimiento de Dios; es decir, ése “OIR” no es otra cosa que estar sintonizados al constante mensaje despertador del Pleroma y la “PALABRA DE DIOS” es el recordar aquello que, en realidad somos y eso es la Fé, la Gnosis, el Conocimiento directo de Dios; es decir, la Gracia de la Fe consta de dos partes: OIR la PALABRA DE DIOS. Y para Oír el Mensaje primero debemos despertar a quien debe de recibir el Mensaje. Y ese avisar es el cometido que tiene el Mayordomo, nuestra Personalidad, de nuestro verdadero Ser.
“Amados, amémonos unos a otros; porque el amor es de Dios. Todo aquel que ama, es nacido de Dios, y conoce a Dios. El que no ama, no ha conocido a Dios; porque Dios es Amor. En esto se mostró el amor de Dios para con nosotros, en que Dios envió a su Hijo unigénito (el Cristo “Mesías”) al mundo, para que vivamos por él”
(Juan 4:7-9)
Pues bien, una vez que accedemos, por Gracia, a la Fe, tenemos acceso a ciertos dones y de los cuales, el más importante es el Amor. Amor es aceptar la comunión con Dios y el reconocimiento, no intelectual, de que todos somos Uno. Amar, es amarse a uno mismo, porque amándonos a nosotros estamos amando a todo lo demás y, consecuentemente, también, a Dios. El Amor es la Fuerza centrípeta que origina Dios hacia su centro. El mismo Dios es Amor y ése Éter es el que nos cubrirá como un impermeable en el mismo instante en el que accedamos a la Gracia de la Fe.
“Otra vez Jesús les habló, diciendo: Yo soy la Luz del mundo; el que me sigue, no andará en tinieblas, sino que tendrá la Luz de la Vida”
(Juan 8:12)
Existen dos vidas, una falsa y llena de tinieblas y otra verdadera cargada con la Luz de Dios. Esa Luz de la Conciencia es otro de los dones de Dios y en el que tanto hincapié hacen los Rosacruces. La Luz de Dios es la que nos permite ver en las tinieblas de ahí la expresión “Lux in Tenebris Lucet”; es decir, la Luz alumbra en las tinieblas. Una expresión que fuera utilizada por los “Valdenses” Grupo Cristiano contemporáneo a los Templarios y precursor de la muy posterior “Reforma Protestante” y del Pietismo Luterano. Una vez que se nos da la Fe, no solo conocemos el Amor, sino que también se nos da la Luz Divina con la que podremos conocer:
“Jesús le dijo: Yo soy el Camino, la Verdad, y la Vida; nadie viene al Padre, sino por mí.”
(Juan 14:6)
La Verdad de la Vida; de algún modo es como si, tras encenderse una lámpara en las tinieblas de la vida falsa e ilusoria, retomáramos el verdadero Camino que conduce a la Salvación; y no existe más Verdad que esa. Así, el Camino, la Verdad y la Vida resultan una única cosa porque la Luz de la Verdad nos muestra el único Camino adecuado para nuestra Vida. Un Camino de Salvación del Alma que solo podemos recorrer por nosotros mismos; es decir, que nadie puede recorrer por nosotros. Una Vida y una Verdad que es nuestra y que no pueden ser intercambiadas con la de nadie más.
“Y ahora permanecen la Fe, la Esperanza y el Amor, estos tres; pero el mayor de ellos es el Amor.”
(1a de Corintios 13:13)
Cuando el Cristiano, Estudiantes Rosacruz, recibe el Don de la Fe, con éste llegan en un mismo paquete la Esperanza y el Amor. Sin Fe no puede haber Esperanza; pero tampoco Amor y, aún así, aunque es necesaria la existencia de la Fe para que podamos acceder al Amor, lo más importante es el Amor; en tanto que el Amor es la Substancia de Dios. Así la Fe no es más que el medio por el que tenemos acceso al Amor. Por otro lado, la verdadera Esperanza tampoco sería posible sin la Fe, porque la Esperanza no es otra cosa que el “consuelo” que nos ofrece el Conocimiento de la Fe. El haber recordado quienes somos y cuál es nuestro verdadero Destino, es la Fuerza que nos mantendrá en el Camino; es decir, seguir vivos para predicar, entre nuestros conciudadanos, el Evangelio del Amor que nos ha traído Jesús-Cristo, el Salvador Enviado, el Mesías de Dios.
“ Y considerémonos unos a otros para estimularnos al Amor y a las buenas obras;”
(Hebreos 10:24)
Así, cuando pensemos o hagamos algo, que sea mediante la guía del Amor. Porque para el Cristiano el Amor es su verdadero guía y perder el Amor sería como perder la Fe; es decir, la Gracia de Dios. El Amor, el verdadero, es siempre incondicional y no distingue entre las buenas y las malas personas; que no es otra cosa que las poseedoras de la Fe y las ignorantes. Quién posee el Amor Verdadero es tolerante con sus hermanos, porque sabe que si estos hacen el Mal es por pura Ignorancia. Una Ignorancia que solo puede combatirse mediante la predica de la buena nueva del Evangelio del Amor de Jesucristo.
“Hermanos míos, ¿de qué aprovechará si alguno dice que tiene fe, y no tiene obras? ¿Podrá la fe salvarle? Y si un hermano o una hermana están desnudos, y tienen necesidad del mantenimiento de cada día, y alguno de vosotros les dice: Id en paz, calentaos y saciaos, pero no les dais las cosas que son necesarias para el cuerpo, ¿de qué aprovecha? Así también la fe, si no produce obras, es muerta en sí misma.”
(Santiago 2:14-17)
Así llegamos al final y ¿Cómo podemos saber si alguien está en posesión del gracioso don de la Fe? ¡Por sus obras lo conoceréis!. Alguien que está en posesión de la Fe, gracias al Amor que lo envuelve, sus obras serán buenas; pero teniendo en cuenta, siempre, que las obras se dan por añadidura; es decir, son una consecuencia de tener Fe y, recordando que la Fe no se puede conseguir mediante un pago de buenas obras. La Fe es consustancial con las buenas obras y en quien prima el egoísmo y la falta de buenas obras, la Fe se encuentra ausente en dicha Persona; lo que es lo mismo que decir que el Don de la Gnosis, conocimiento Divino, no se encuentra presente.
Frater Aralba R+C
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