16 marzo, 2025

El Pesimismo no anda desencaminado

 “El Pesimismo no anda desencaminado”


-Pero se encuentra profundamente equivocado-

Qué Dios parece ausente, que el Mundo es más un infierno que otra cosa, que seguir procreando es un gran error, todo ello es correcto; pero no por ello, Dios ha muerto, las experiencias en el Mundo son inútiles, ni el suicidio o el homicidio son medios adecuados para solventar algo.


La Gnosis nos dice que el Mundo (el Universo) es una Isla dentro del Océano Mental del Pleroma y aunque el Creador, el denominado Demiurgo, se fragmentó para que el movimiento y la Vida se hicieran factibles en su Universo creado; sin embargo, ese Dios, supuestamente muerto de los pesimistas, sigue vivo, en forma de chispa de espíritu, en todos y cada uno de nosotros; en realidad, en todas las cosas.


El Universo no es que sea defectuoso, sino que se encuentra incompleto; es decir, se trata de un producto por acabar. Se trata de algo naturalmente imperfecto en proceso de conseguir la perfección. Como muy bien dicen el Pesimismo, el Universo nace gracias a la fragmentación del Creador, representado en el descuartizamiento de Osiris. Y esas unidades, individualidades, fragmentadas conforman, en su totalidad, una suerte de huevo cósmico del que saldrá reconstituido, al final del Proceso, el Creador como ese Superhombre del que habla Nietzsche o el Adán Cósmico de la Cábala; pero para ello, todo lo que existe debe desintegrarse en la Nada; es decir, debe de, al final del Proceso, en su apocalipsis, colapsar mediante una implosión para resurgir como un Ser Perfecto, un Eón, en una recién creada nueva Dimensión.


Esa Nada de los Pesimistas, ese Vacío Cósmico, en realidad no posee existencia. Se trata de otro Mundo, uno Invisible, el Mundo de las Ideas de Platón y donde la Mente Cósmica del Pleroma, el verdadero y único Dios, tiene presencia plena, en tanto que esa Mente y su Esencia el Éter, origen de todo, todo lo llena.


Por lo tanto, vemos que la única diferencia entre la visión pesimista y la Verdad gnóstica, es el propio Pesimismo; en tanto que esa imperfección del Universo contiene, en su seno, el germen de la perfección; pero una perfección que deberá de manifestarse al final del Proceso. Así, no es que Dios no exista porque haya muerto, en el proceso, o se haya suicidado, sino que sigue activo, digamos durmiente, en todas sus criaturas a la espera de ese Apocalipsis, tras el cual saldrá restaurado el Creador con mayor magnificencia que cuando comenzara el proceso de Creación.


Cualquier trabajo, a medio realizar, a la vista resulta imperfecto y, muy probablemente, feo. Así alguien pesimista, ignorante y, maleducado, al ver un trabajo inacabado de algún artesano dirá que eso es una mierda; pero si se calla y tiene un poco de paciencia para ver el producto acabado, comprobará como estaba profundamente equivocado; dado que la Obra final será buena, bella y casi perfecta.


El mayor error del Pesimismo más radical es considerar que la muerte forzada, ya dijimos, el suicidio y el homicidio podría ser solución de algo. En realidad más que una solución, se trata de un problema añadido; en tanto que obliga al Espíritu a renacer en un nuevo Cuerpo Personalidad para intentar completar lo que su Personalidad suicida dejó inacabado.


En realidad, el Pesimismo filosófico, se trata de un problema de la Personalidad, que en su natural ignorancia, en tanto que está constituida con ladrillos de éste Mundo, no es capaz de prever ni comprender el plan original del Creador que se originó en la Esencia del Éter pleromático. Esa opacidad debido a la barrera existente entre el Mundo de las Ideas y el Mundo de los Efectos o Fenoménico, es lo que hace que la Personalidad del Pensador Pesimista, que no haya tenido acceso a la Gnosis, entre en un estado de vértigo, por no comprender, que es lo que lo lleva hasta esa situación anómala de pesimista que podría conducirlo a la auto aniquilación, a la psicopatía e incluso a la sociopatía militante que buscará el exterminio, no sólo de sí mismo; sino también de la propia Humanidad.


El Pesimista termina considerando el suicidio como una salida factible a su sufrimiento vital; pero si conociera lo que sucede con él, se replantearía su idea de quitarse la Vida; en tanto que Él es una valiosa Personalidad para su Chispa de Espíritu, ese fragmento del Creador que vive dentro de Él y procedente del comienzo de la Creación, en eso no se equivocaron los pesimistas, si él se quita la Vida está retrasando el final del proceso Creador; es decir, el nacimiento definitivo de un nuevo Eón del Pleroma; en tanto que el Espíritu deberá de reemplazar la Personalidad fallida y recomenzar el proceso desde cero.


Por lo tanto, es muy importante entender que la muerte forzada no es solución de nada y que ése pensamiento de quitarse la Vida o quitar la Vida a alguien, con el fin de evitar el sufrimiento, es producto de la arrogancia de un Ego instruido en la filosofía mundana; pero tremendamente ignorante de la existencia de algo más que lo que sus sentidos le permiten sentir y observar.


Esto va dirigido a los pesimistas más recalcitrantes y ateos: El suicidio supone lo que en Teología se conoce como el Pecado Imperdonable contra el Espíritu Santo. Espíritu que mora dentro de sí mismo. Es fácil de entender que un asesino y homicida, tras perpetuar su fechoría, puede arrepentirse y ser recuperada la Personalidad por su Espíritu; pero alguien que se quita la Vida, un suicida, al hacerlo acaba con la propia Personalidad y, consecuentemente, con la posibilidad de arrepentirse; obligando a su Espíritu a recomenzar el trabajo desde cero, con el consecuente retraso. 


Los rosacruces siempre nos han dicho que el Mal es Bien en formación; lo que conocemos como Mal no es otra cosa que una Cosa sin terminar; en tanto que la Cosa, debidamente terminada, deriva en el Bien absoluto. La Esperanza, en ese sentido, es la principal herramienta para acabar con el Pesimismo existencialista; pero claro, si la testaruda arrogancia del ego impide que la Esperanza arraigue en el Alma, todo estará perdido.


La Esperanza es la antesala de la Fe y la Fe (la certeza de lo que se espera, la convicción de lo que no se ve), la verdadera Fe, no es otra cosa que la propia Gnosis, el Conocimiento proporcionado por el Maestro Interior, ese Espíritu fragmento del Creador que vive en nosotros, y que comienza a manifestarse mediante la Intuición.


Frater Aralba R+C    


No hay comentarios:

Publicar un comentario