03 diciembre, 2024

Vivir, vivir y vivir; pero siempre con empatía

 “Vivir, vivir y vivir; pero siempre con empatía”


-Vivir es lo más importante; pero conociendo su finalidad, mucho mejor-

Después de nuestra anterior reflexión, donde expusimos que nuestra misión principal en la Vida es vivirla y, basados en el principio sagrado del Libre Albedrío, hacer lo que nos venga en gana, es que tenemos que hacer ésta segunda reflexión, continuación de la anterior, con el fin de que la gente no piense que esto de vivir es jauja; es decir, que vivir es actuar de forma desenfrenada. Y eso, a pesar de que el Apocalipsis nos da alguna pequeña pista que, nosotros, podríamos mal interpretar.


“Pero por cuanto eres tibio, y no frío ni caliente, te vomitaré de mi boca”

(Apocalipsis 3:16)


Así, podríamos entender, no siendo tibios, que debemos vivir a tope, visto tanto desde el lado positivo como desde el negativo; es decir, siendo un héroe intrépido o un despiadado villano. Desde éste punto de vista, debemos de entender que a los ojos de Dios es preferible la actividad, provenga de donde provenga, a la indolencia o pereza.


Un Pecador, en el sentido de una hiperactividad, desde el lado del Mal, tiene tras un previo arrepentimiento, posibilidad de salvación, el héroe, aún habiendo sido imprudente, desde luego que sí, a pesar de haber puesto su vida en peligro e incluso haber perdido su vida en el intento de salvar a otros. 


El caso más notorio, en el primer caso, de alguien hiperactivo en el Mal tras haber descubierto la Verdad de Dios; o sea, la Gnosis, es Saulo de Tarso que después de haber sido un arduo perseguidor de los primeros cristianos, tras su accidente ecuestre, camino de Damasco, se transformaría, al Ser iluminado por Cristo su Señor, en el principal pilar de la predicación de la Gnosis Cristiana; de hecho, ya quedan muy pocas dudas históricas de que Pablo es el verdadero Creador del Cristianismo Primitivo tal y como ha llegado a nosotros mediante sus escritos.


La Persona indolente que se cree impune al Pecado por su incapacidad de hacer el Mal; sin embargo, es igualmente inútil para hacer el Bien, haciendo una vida inútil propia de zombies y esa actitud es la que aborrece el Señor; en tanto que la indolencia, la Persona Tibia, con su actitud o, mejor aún, no actitud, está impidiendo que su Chispa de Espíritu pueda despertar, florecer y convertirse en Cristo, el Salvador de su Alma Personalidad. 


Evidentemente, si no es posible que pueda nacer Cristo en su Corazón, esa Persona estará perdida y su salvación será algo imposible; dicho de otro modo, tal y como viene en las escrituras: será vomitado de la boca de Dios.


Dicho lo anterior, no nos equivoquemos, porque esa falta de actitud a la que nos referimos no se trata solo de la falta de acción, ya sea positiva o negativa por una falta de Voluntad, sino también una falta de actitud en el pensar mediante una suerte de pasotismo espiritual que se muestra mediante una total indiferencia por la Vida. No confundamos esa indiferencia con esa actitud de querer y no poder que provoca un terrible sufrimiento espiritual en quienes lo padecen mediante la Depresión, sino una indiferencia acompañada de una estúpida felicidad propia de idiotas descerebrados carentes de Alma. Así, podríamos afirmar que el tibio indolente carece de un Alma que pudiera ser alcanzada por la Gnosis procedente del Pleroma.


Entendido bien el por qué Dios nos quiere fríos o calientes; pero nunca tibios es que debemos de pasar a puntualizar, cual debería de ser la actitud del verdadero Buscador de la Verdad: el Malo puede convertirse en Bueno y ser salvo; evidentemente, si esa transformación no se diera, la salvación sería algo imposible; pero lo que ya no nos debe de quedar alguna duda es que en un odre agujereado, difícilmente podremos introducir algún líquido sin que éste se derrame. 


Las personas tibias son como ese odre roto y, hagamos lo que hagamos por intentar que se salven, será algo inútil pues están vacíos y nunca podrán florecer, pues la Gnosis los atraviesa como el agua lo hace a través de ese odre agujereado de nuestro ejemplo.


El Héroe ya posee empatía por sus semejantes; es decir, el Amor que predicó Jesús y de ese no tenemos que preocuparnos y, aunque el hacedor de mal, por su actitud negativa, es conducido hacia la perdición; por un cambio de actitud, arrepentimiento, puede salvarse si se ilumina su Corazón y permite que el Amor de Cristo inunde su Corazón.  


“Ama al Señor tu Dios con todo tu corazón, con toda tu alma y con toda tu mente” -respondió Jesús-. Este es el primero y el más importante de los mandamientos. El segundo se parece a éste: “Ama a tu prójimo como a ti mismo.”

(Mateo 22:37-38)


Así un psicópata como Saulo de Tarso que podría haber pasado a la Historia del Cristianismo como alguien del talante de Vlad el Empalador, Nerón o el propio Calígula; sin embargo, por no ser un odre roto, pudo transformar su Conciencia y convertirse en el más grande adalid de Cristo, el Señor Dios.


Por lo tanto, debe de quedar claro que nuestro Futuro de hombres salvos o perdidos no depende solo de la acción que dijimos en nuestra anterior reflexión; es decir, vivir, vivir y solo vivir, sino vivir con fundamento; es decir, vivir y trabajar en bien de nuestra Salvacuón y eso quiere decir, vivir y trabajar en favor de la salvación del Prójimo y eso es el Amor, el sentir a los demás, incluso a todo lo que nos rodea, como si fuésemos nosotros mismos. Y solo quien se ama a sí mismo puede terminar amando a quienes lo rodean. Aquel que está vacío de Amor, jamás podrá amar a nadie y será indiferente tanto hacia el sufrimiento como a la felicidad de los demás.


El Mal puede ser reconvertido en Bien, en tanto que el Mal es pura Ignorancia que puede ser iluminada por la Verdad y transformarse en Bien; de ahí el Dicho Rosacruz: “El Mal es Bien en formación”; pero allí donde no exista ni el Bien ni el Mal, mora el vacío, la más absoluta perdición. 


Y tú ¿Qué eres?, ¿Frío o caliente?. El Frío psicópata puede calentarse con la pasión del Amor y salvarse si antes puede analizar sus actos y se arrepiente de sus vilezas; el indolente y tibio, por el contrario, pasa por la Vida como un suspiro sin molestar a nadie; pero también, sin dejar huella alguna a su paso.


Huye de la tibieza y haz algo, aunque suponga equivocarte mil veces. Es preferible equivocarse continuamente y acertar en el último instante que por pereza desaparecer de la Vida sin haber aportado alg

o a la Humanidad.


Frater Aralba R+C  

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