22 noviembre, 2024

La Ficha que faltaba

 “La Ficha que faltaba”


-Componiendo el puzle gnostico-

Si hay algo que nos enseña la Filosofía Griega es a mantener la Mente abierta y a no dar nada como definitivo. Si existe algo importante que nos enseña Platón, es la importancia del diálogo que supone, para la Mente, una suerte de realimentación positiva y que, constantemente, nos conduce a ideas, cada vez, más y más perfectas; sin llegar, por supuesto, a alcanzar la perfección plena y absoluta.


Se trata de un error muy reciente el pensar que algunas ideas del pasado, ya sean religiosas o místicas eran completas y poseían la Verdad absoluta. Nada más lejos de la realidad, incluso el Conocimiento de la Gnosis que, a día de hoy, está bastante lejos de estar completo. 


Ese pensar de que lo Antiguo es intocable hace que propaguemos errores por generaciones. Errores que suponen a modo de puertas cerradas con candados inviolables impidiéndonos conocer aquello que pudiera encontrarse al otro lado de la puerta.


Ese es el principal motivo de que nuestra Gnosis varíe, sustancialmente, de los relatos gnósticos aceptados por curiosos y estudiosos; pero no porque fuesen falsos, sino porque o estaban incompletos o habían sido mal comprendidos.


Hoy nos vamos a ceñir, exclusivamente, en definir de qué trata eso de la Creación y su verdadera finalidad. ¿Chocante y arrogante?, podría parecer así; pero si el lector me permite el beneficio de la duda, entenderá que con nuestra explicación gnostico-rosacruz, todo casa perfectamente, manteniendo una lógica aplastante y sin fisuras.


Se habla de la relación entre Sofía, el Demiurgo y su Creación. La Religión nos ha confundido mostrándonos, de forma errónea, que la Creación del Ser Humano era su objetivo final. Como consecuencia de ese dogma cerrado, los antiguos pensaban que todo el firmamento giraba en torno a la tierra, por el inapelable motivo de que el Ser Humano era el centro de todo y que no existía ningún otro Ser vivo más inteligente e importante que Él; dado que él era el Hijo mimado de Dios.


Hemos hablado de que somos fragmentos del Creador y que éste vive dentro nuestro en la forma de una Chispa de Espíritu Divino. Os hemos intentado demostrar que el Demiurgo no es ese Ser imbécil o maligno que algunos, ignorantemente, nos han relatado sino solo, nada menos, que el Principio Activo de la Creación, la Voluntad o Verbo. 


Hemos hablado del final del Universo, del Huevo Cósmico y de un Ser Supremo denominado como Adam Kadmón, que surgirá cuando nuestro Universo colapse en la forma del “Big Crunch”, una suerte de implosión o absorción de todo el Universo, de parte de un agujero negro que comunicara directamente con el Pleroma.


Así, hemos determinado que Sophía, el Eón Sabiduría, es la Madre de todo y en cuyo vientre, útero, se estaría gestando el Huevo Cósmico de nuestro Universo que, tras su eclosión, surgirá el muy nombrado ya Adam Kadmón, el nuevo Hombre Celeste.


Hemos dicho que el Pleroma es único e infinito, que estaría habitado por infinitos Eones, también infinitos. Esto es difícil de entender si tomamos como referencia nuestro limitado Mundo tetra dimensional; es decir, espacio temporal; pero si nos remitimos a una idea de infinitas dimensiones, no limitadas al Espacio Tiempo, todo cobra sentido, en tanto que cada infinito Eón no se encontraría al lado, según nuestra visión, de otros eones, sino dentro de otros eones ocupando, permítanme la licencia, el mismo espacio; pero en otra Dimensión y que otros, de forma más burda pero inteligible explicarían como de diferentes vibración: 

“Existen otros Mundos; pero se encuentran en Éste, hay otras vidas pero están en tí” 

(Paul Eluard)


En seguida se les vendrá a la mente, de forma natural, la figura de las famosas muñecas rusas de madera, las matrioskas, donde una muñeca de mayor tamaño, hueca, contiene en su interior, de forma progresiva, otras muñecas de menor tamaño; pero intente imaginar que, en realidad sucede lo siguiente: que la muñeca principal, el Pleroma, siendo eterna e infinita, contiene en sí misma otras infinitas y eternas muñecas, los Eones; pero la pregunta que nadie ha sabido responder hasta ahora es ¿De donde proceden los Eones?. Bien, esa respuesta es lo que te vamos a contar a continuación.


Hermes Trimegistos nos dejó dicho que “Como arriba es abajo” nos centraremos en la Célula más diminuta y ¿Como se reproduce una célula?, mediante la mitosis o división celular, que da lugar a clones idénticos o especializados.


Con ésto os queremos dar como primicia la noticia antigua de que estamos siendo partícipes y espectadores del nacimiento de un nuevo Eón, Adám Kadmón u Hombre Cósmico u Hombre Celeste.


Imaginemos al Eón Sophía como una Célula del Pleroma y que ocupa el mismo espacio del Pleroma, a semejanza de como sucede con las muñecas rusas. Pues el Misterio de todo consiste en que Sophía, dentro de sí, produce un óvulo que insemina con una emanación suya, la Voluntad Creadora también denominada como el Demiurgo o Creador. Así, el Demiurgo entra en contacto con el Óvulo de Sophía y lo insemina dividiéndose, de forma incontable hasta el infinito; es decir, hasta los límites del cósmico útero de Sophía para formar el embrión que es nuestro Universo.


Así, nuestro Universo está separado del Pleroma; es decir, de Sophía, mediante la membrana de su placenta. Placenta, Huevo, que colapsará, se romperá, cuando el Feto de Adam Kadmón esté preparado para nacer como un nuevo Eón del Pleroma.


Solo tras lo expuesto cobra todo el sentido del Mundo, tanto el relato de la Creación de las diversas religiones como el Mito Gnóstico y sus personajes; a saber, el Pleroma, los Eones, Sophía, el Creador o Demiurgo, sus arcontes y el Universo Creado por ideas de Sophía y propias del Pleroma.


Así Sofía es la Madre del nuevo Eón en ciernes. El Demiurgo es una emanación de la propia Sophía y cuya función es, mediante su infinita fragmentación, inseminar y dar lugar al Universo; es decir, el contenido del Huevo Cósmico, de donde surgirá Adám Kadmón, el nuevo Eón.


Así, todo lo que existe en el Universo, incluyéndonos a nosotros mismos y a todo lo demás, no somos otra cosa que fragmentos del Creador, léase Cristo, en comunión con la Naturaleza; es decir Sophía. De esa unión asexuada entre la Madre Sophía y su propia emanación inseminadora, el Demiurgo, es que surge el Universo que conocemos dentro de la propia Sophía. Un Universo que no es otra cosa que un huevo de proporciones cósmicas y del que tras una implosión, rotura de su cascarón, surgirá el nuevo Eón.


Así tenemos en el Génesis que el Demiurgo insufló su Espíritu en su Criatura, la Creación representada por Adán. Eso sucede en un simbólico Sexto Día. A partir del Séptimo, nos dice que se echó a descansar; pues resulta que es en ése séptimo día en el que vivimos todos nosotros y el Demiurgo fue clonandose, fragmentándose, dentro de su Creación hasta el día de hoy, dando lugar a todo lo que actualmente podemos ver en la Naturaleza; pero el Trabajo íntegro de la Concepción aún no se encuentra concluido; pero en el final de los tiempos, el huevo en qué vivimos, eclosionará y nacerá un nuevo Eón, dentro del Pleroma, fuera de Sophía; pero ocupando su mismo espacio. Un Eón del que todos nosotros, eso esperamos, formaremos parte.


Con mucha probabilidad, éste suceso de clonación de Eones se venga produciendo por toda la Eternidad y nuestro caso sea algo más habitual de lo que se pudiera pensar; es decir, que no sería algo novedoso y extraño para el Pleroma, aunque nosotros en tanto que meros y diminutos fragmentos del Demiurgo, no tengamos recuerdos de ello.


Leed está reflexión con detenimiento, meditarlo en la soledad y silencio de vuestro corazón y luego me decís si os parece apropiado o lo que pensáis al respecto; pero os ruego que no nos respondáis de forma precipitada. Tomaros un buen rato para reflexionar sobre ésta Verdad procedente de la Gnosis. Una Verdad contadas de mil maneras diferentes mediante los diferentes mitos surgidos de la imaginación Humana,

 Sede de la Gnosis.


Frater Aralba R+C  





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