23 noviembre, 2024

Arcontes y egregores, parentesco

 “Arcontes y egregores, parentesco”


-Descubriendo tu entorno-

Lo que vamos a describir, a continuación, se encuentra muy alejado del pensamiento mágico, en sentido peyorativo; es decir, de supersticiones y deducciones irracionales. Nuestros lectores quedan avisados.


Comenzaremos con los arcontes; en tanto que, son entidades de mayor enjundia y que pueden afectar a grandes grupos de población. Los Arcontes como los Egregores son invisibles; es decir, no pueden verse; pero sí sentirse sus efectos. Como venimos diciendo, los arcontes no son otros que los algoritmos divinos de programación que dan forma a todo tipo de fuerzas de la Naturaleza. Es importante apuntar que, aunque no se pueden ver, se pueden sentir sus efectos: la caída de un rayo, un ciclón o un tornado, un maremoto o un terremoto, una lluvia torrencial o un granizo destructor y hasta una leve brisa de aire. El estallido de un volcán, etc, etc.


Estos efectos provocados por los arcontes, nuestros antepasados lo atribuían a dioses y demonios imaginados por el Ser Humano que, invariablemente, eran ilustrados de forma animal o antropomórfica. 


Los arcontes, a nivel de nuestro Plano existencial, poseen un gran poder; pero hay que matizar que ese poder es automático y se rige por una programación que, generalmente, no se puede modificar, los seres humanos sí que podemos, mediante su manipulación, al menos hasta cierto punto; pero los arcontes, dado las leyes naturales que son, pueden ser previsibles y, por supuesto, no son ni buenos ni malos. Si desconocemos su funcionamiento o somos unos cafres y nos colocamos contra sus fuerzas, seremos superados, aplastados y destruidos; pero si, por el contrario, somos conocedores de su función, podemos aprovecharnos de esas fuerzas terribles que, en caso contrario, nos destruirían. 


Hoy en día, tanto los arcontes como sus efectos son estudiados por la Ciencia; fundamentalmente la Física: “Fuerza gravitatoria, electromagnética, nuclear fuerte y nuclear débil”. Éstas fuerzas fundamentales son las que mejor se conocen, interactúan entre sí y con nuestro entorno, provocando aquellos efectos que atribuimos a los arcontes y que los antiguos relacionaban con dioses, ángeles, demonios, fantasmas, apariciones religiosas y diversas entidades feéricas como hadas, duendes, trasgos, leprechauns, gnomos, ninfas y salamandras, orcos y elfos y que, hoy, podrían identificarse con extraterrestres. 


Bien, el origen de los arcontes se remonta a los instantes previos en que se creará el Universo por el Dios Creador; es decir, el Verbo o Voluntad demiúrgica y Creadora del Eón Sabiduría y a quien también se la denomina como Gaia, la Pachamama o Madre Naturaleza. 


La función que poseen los arcontes ya la hemos mencionado en varios artículos y reflexiones: mantener estable el escenario en el que se desarrolla el Teatro de la Vida sin la intervención directa del Pleroma, en cualquiera de sus múltiples manifestaciones, como Eón, en el caso de nuestra Sophía o como Dios Creador, en el caso de nuestro Demiurgo. 


Los arcontes, para que se pueda entender, más adelante, el parentesco con los egregores, fueron fruto del pensamiento del Demiurgo.


Por otro lado, los egregores son entidades creadas en torno a construcciones humanas, no vitales, producidas por el pensamiento concentrado por un colectivo o grupo humano. Así, las ruinas de Gobekli Tepe, el círculo de piedras de Stonehenge y los menhires y obeliscos, junto a templos más modernos y catedrales fueron construidos para que pudiesen albergar a éstas entidades fruto del Pensamiento Humano; pero entonces, si los arcontes fueron construidos por el Demiurgo y los egregores por el pensamiento conjunto de varios seres humanos y repetido de forma periódica, en un mismo entorno cerrado, ¿Qué relación o parentesco poseen entre sí? 


Como bien conocemos, por la Gnosis actualizada por nosotros, el Demiurgo fragmentó su Espíritu Eterno e Inmortal, procedente de Sophía y, por lo tanto, del Pleroma, con el fin de que su creación, a imagen de las Ideas tomadas prestadas de la Memoria del Pleroma, cobrasen Vida. Así todos los seres vivos; pero muy especialmente los seres inteligentes y conscientes son poseedores de uno de esos fragmentos del Demiurgo, conocido como Chispa Divina o Espíritu Simiente. De éste modo, en nuestro caso concreto, los seres humanos poseemos un poder, dentro de nosotros, semejante, pero muy aminorado, al del Demiurgo y capaz de crear, con la fuerza del Grupo, entidades semejantes a los arcontes; pero con muchísimo menos poder y de menor duración; pues bien, esas entidades son los egregores.


Los arcontes fueron diseñados por el Demiurgo para que durasen el tiempo necesario para mantener activo el Teatro del Universo; pero los egregores, dado el menor poder de su procedencia poseen una vida temporal mucho más limitada y que puede variar desde una pocas horas a varias generaciones humanas. 


Los egregores, al igual que los arcontes, son invisibles; pero también podemos notar sus efectos que pueden ir desde ambientes joviales que provocan un aumento de nuestra fuerza vital a otros espesos que pueden provocar ansiedad e incluso ataques de pánico y absorción de parte de la Energía de nuestro Campo etérico. Para poneros un ejemplo que todos podáis entender: Es debido a los egregores esa sensación extraña, que puede ser positiva o negativa, que se siente al entrar en una catedral antigua, en un museo o incluso en la propia vivienda, en éste caso negativa, si existen conflictos irresolubles como un proceso inconcluso de separación matrimonial, rencores y odio. En este último caso se suele decir “Existe un ambiente tan espeso que se puede mascar”


Como hemos dicho, del mismo modo que con los arcontes, los egregores según nuestra receptividad pueden sernos positivos o negativos. Eso depende, fundamentalmente, de la vibración emocional de la congregación, así como de los propósitos de sus reuniones. No puede ser el mismo Egregor el producido por una congregación fraternal que se reúne para discutir cómo ayudar a niños huérfanos que otro Grupo reunido con fines criminales; no sé si se nos entienda. Pues bien, ése es el motivo fundamental, la característica del Egregor, del por qué en unos sitios nos sentimos bien y como en nuestra propia casa y en otros como si estuviésemos sobrando y con ganas de salir de allí como alma que llevara el Diabl

o.


Frater Aralba R+C






 

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