15 octubre, 2024

La Voluntad propia y la Voluntad del otro

 “La Voluntad propia y la Voluntad del otro”


-¿Cómo se actúa correctamente cuando usamos nuestra Voluntad?-

Sobre éste Tema hay mucho que matizar, pues no solo actuamos correctamente cuando usamos nuestra Voluntad para el propio bien, sino también cuando nuestra Voluntad no actúa en detrimento de la voluntad de terceros. Así, cuando hacer nuestra Voluntad no implica a terceros todo está bien; pero todo cambia cuando entra la Voluntad de terceros en la ecuación.


Tenemos que indicar que en el Pleroma el problema de la Voluntad individual no existe, pues lo que hay es la Voluntad colectiva del Pleroma. En el Pleroma no hay posibilidad de secretos individuales y la Voluntad es compartida por todos sus eones; por lo tanto, en el Pleroma se cumple la Ley del Libre Albedrío y que Crowley la definió como “La Voluntad es la Ley” y “El Amor es la Ley, el Amor bajo la Voluntad”


En algunas ocasiones se redacta mal ésta definición de la Ley Suprema del Libre Albedrío, nosotros mismos creemos haber cometido dicho error, en tanto que la definición no personaliza, dice “La Voluntad”, no “Tú Voluntad” y “Amor bajo la Voluntad” en lugar de Amor bajo tu Voluntad y ¿Por qué es ésto importante?, pues por que si se dijera que la Ley es hacer Tú Voluntad o Amor bajo tu Voluntad, el resto de voluntades quedarían supeditadas a la Voluntad de una sola Persona, la tuya y eso no puede ser.


Quizá, muy probablemente, sea esa la causa de que los iniciados terminan convirtiéndose en grandes solitarios; en tanto que aquí, al contrario que en el Pleroma, no poseemos una Voluntad Colectiva omnímoda; sino que impera la convivencia de una multitud de voluntades individuales y que tienen que respetarse entre ellas.


Así tenemos que según la Ley Suprema cualquiera puede hacer su Voluntad siempre que no ofenda a la Voluntad de terceros; por lo tanto hacer determinadas acciones íntimas, como ir desnudo, es algo que cualquier individuo puede hacer en lugares cerrados o sitios solitarios como en la propia casa, en el campo o en la montaña; pero que no podría hacer en mitad de la calle, en la Ciudad, pues podría entrar en conflicto con las voluntades, cargadas de prejuicios y condicionantes culturales, de los viandantes.


Para que la Ley de Thelema fuese efectiva en nuestro Plano de Existencia, como lo es en el Pleroma, las personas no deberíamos de encontrarnos condicionadas por prejuicios sociales o religiosos y a los que, erróneamente, consideramos como “Moralidad”


Así las cosas, entendemos que la Ley del Libre Albedrío era más efectiva en la Prehistoria, durante la Edad de Piedra, y hoy en algunas de las tribus perdidas del Amazonas o de las islas de Nueva Guinea, en donde sus antiguas tradiciones libertarias aún no han sido contaminadas por la moralina religiosa o los prejuicios arrastrados por siglos de dominación jerárquica.


Es probable que, si somos capaces de desprendernos de los actuales prejuicios, en el Siglo XXXI, si es que llegamos, pueda ser efectiva la Ley de Thelema y la gente pueda hacer su Voluntad sin interferir y ofender las voluntades de los otros; mientras tanto, solo nos quedan los retiros espirituales en soledad para los iniciados, los centros cerrados, playas específicas o pueblos acotados para que la gente pueda ejercer su voluntad de ir desnudos o hacer lo que les venga en gana, públicamente, sin que nadie pueda sentirse ofendido por ello.


Pero, el trabajo que la Sociedad tiene entre manos, es lento, laborioso y lejano, nos consta, porque la Sociedad actual, en modo alguno, se encuentra preparada para asumir el que cada uno de los individuos de la Comunidad pueda ejercer su propia Libertad Personal; es decir, cumplir con la Suprema Ley del Libre Albedrío “Hacer lo que nos venga en gana, cuando nos venga en gana y sin que tengamos que ofender a nadie porque los demás piensen y sientan, tan libremente, como nosotros” 


Mientras que esa Edad de Oro llega, debemos de mantener el respeto y la tolerancia por las acciones de los demás. No hay manera de que podamos saber cómo piensa la gente que nos rodea; pero mientras se asume o no la Ley del Libre Albedrío o Libertad Personal, hagamos a los demás lo que nos gustaría que los demás nos hicieran a nosotros y no hagamos a los demás aquello que no quisiéramos que los demás nos hicieran a nosotros; pero, por favor, preguntemos primero porque no podemos saber lo que la gente piensa.


En definitiva que, en soledad podemos permitirnos la Ley del Libre Albedrío; pero en Comunidad, tenemos que tener en consideración que hacer nuestra Voluntad, en determinadas circunstancias, podría ofender a terceros y, por respeto, no nos queda otra que auto censurarnos y no decir o actuar conforme a como quisiéramos decirlo o hacerlo.


No sé si se haya entendido éste asunto; pero es lo más claro que podemos hablar sin que la gente se eche las manos a la cabeza y se escandalice.


Ese es el Mundo de Oro que le espera a la Humanidad del Futuro si somos capaces de desprendernos de los prejuicios de falsa moral que venimos arrastrando desde el más lejano pasado.


Frater Aralba R+C; S.C. de la F.R.A. en España, vía su A.M.L. “Rosa Mística”; Linaje: Huiracocha, Aureolus, Camael, Amorifer


  


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