“Desmembrando el Mito”
-¿Qué podría decir la Ciencia?-
Hemos visto el Mito desde diferentes puntos de vista; pero creo que algo sigue sin quedar claro. Todo Mito es a modo de una analogía, una metáfora que no puede ni debe de ser interpretado de forma literal; es decir, tal y como se cuenta e interpretado por la mente. El Mito toca, como los otros símbolos, el centro emocional, ubicado tradicionalmente en el Corazón.
En nuestro caso, por ejemplo, el Pleroma no es un viejo siniestro con una luenga barba; pero tampoco una suerte de medusa gigante. Sophía tampoco es una Dama bellamente engalanada con el pelo dorado, ni el Demiurgo es una suerte de Igor contrahecho, mugriento y con los ojos desencajados.
Cuando hablamos, utilizando figuras míticas, casi sin quererlo, nuestro cerebro intenta imaginar dichas fuerzas o personajes, con personas, animales o cosas conocidas; pero, en realidad, solo son, nada menos, que fuerzas invisibles; pero conscientes y muy inteligentes.
Así pusimos, en nuestros seminarios, el ejemplo del Multiverso como una suerte de ovillo de lana sumergido en gelatina; pero, en realidad no conocemos su forma o si es una suerte de toroide o sofisticado hipercubo multidimensional. No lo sabemos y a lo sumo que podemos llegar es, con bastante esfuerzo, a imaginarlo.
Mostramos, con bastante ingenuidad, al Pleroma como a un gigante bonachón; pero un poco despistado de lo que sucede a su alrededor. Ese gigante bonachón pareciera que se tira todos los días y a todas horas pensando proyectos.
Quítense esa imagen del Pleroma de la Cabeza. En lo único que somos semejantes a él es en la inteligencia, la imaginación y la conciencia; pero las diferencias son abrumadoras. Él lo es todo y nosotros menos de una partícula celular de su Cuerpo.
Así Sophía podría ser algo parecido a una célula inmensa; pero diminuta, dentro del infinito Cuerpo del Pleroma. Una Célula igualmente consciente y con la imaginación suficiente como para hacerse preguntas acerca de su existencia. Una Célula capaz de auto replicarse y sacar de sí misma a un Ser, armado con fuerza de voluntad, al que hemos venido a denominar Demiurgo o Arquitecto de los mundos; pero claro, cuando leemos o escuchamos la Palabra Arquitecto, nos imaginamos a un Hombre con una bata o mono de trabajo, cargado con un compás y otras herramientas de albañilería; pero eso es una falsa representación que debemos de eliminar de nuestras cabezas.
No sabemos si el Arquitecto es un simple virus, una medusa o un pulpo de mil tentáculos. No tenemos ni idea; pero lo que sí sabemos es que su semejanza, a nosotros, se circunscribe solo a nuestra Mente y pensamiento con su memoria, imaginación, inteligencia y consciencia.
No sabemos cómo será su constitución física si es que tuvo, alguna vez, alguna; pero lo que sí sabemos, porque lo dice el Mito, es que vive en todos y cada uno de nosotros, en realidad en todas las cosas visibles e invisibles, con Vida e inertes.
Se nos viene a la Mente una suerte de holograma espiritual gigantesco y del que cada cosa existente fuésemos un diminuto fragmento del tal holograma. Así, en cada uno de nosotros se encontraría, al completo, la información contenida en el Holograma principal; es decir, somos un microcosmos constituyente de un macrocosmos que, a su vez, pudiera ser un microcosmos de otro macrocosmos aún mayor y, así, podríamos seguir hasta el infinito y ese infinito, inimaginable, es lo que sería el Incognoscible, el Pleroma o Dios, origen de todas las cosas; pero también, siendo la Esencia que las conforma y el lugar donde todos vivimos porque da la casualidad que al ser algo infinito, pues siéndolo todo, él afuera solo sería una entelequia imposible de existir aunque, bien, se pudiera imaginar.
Queremos imaginar al Demiurgo como una suerte de fuerza espermática duplicándose en el Seno de la Célula Sophía; así se habría formado una suerte de huevo con una incontable cantidad de células, con la capacidad de duplicarse, y cuyo núcleo no sería otro que un fragmento holográfico del Demiurgo.
Pues bien, ese núcleo, esa célula Divina es lo que los Rosacruces denominan como Cristo, Yo Superior o Maestro Interior. Todos lo llevamos con nosotros, constituyendo el núcleo de todas y cada una de nuestras células, desde las cerebrales y las gástricas hasta las que conforman nuestro pelo y uñas.
En todas se encuentra el Demiurgo, aunque metafóricamente, los Rosacruces lo hayan situado en el ventrículo izquierdo del corazón; pero ésto último solo es una de las miles de hipótesis de trabajo que utiliza la Rosacruz para explicar lo inexplicable o, al menos, lo que aún no se sabe explicar.
Bien, lo expuesto hasta ahora sigue siendo una analogía de lo que podría ser; pero olvidándonos de la personalización que, de forma inconsciente, usamos en nuestra Mente para intentar comprender algo que intuimos; pero, que en verdad, desconocemos por completo.
Los antiguos construían mitos en base a personajes de determinados dioses y que vivían en el Olimpo, el Valhalla u otros lugares de leyenda; pero en realidad, solo querían explicar una información que bullía dentro de ellos y que no sabían cómo sacarla al exterior.
Así, esa información subliminal que ha venido dentro de nuestro ADN, hace que intentemos explicarnos nuestro origen con las herramientas de cada momento histórico. Así pueden entrar dioses, seres fantásticos o hasta extraterrestres; pero, en el fondo, todo es lo mismo, algo Cósmico e inexplicable para nuestra comprensión y que los filósofos gnósticos intentaron explicar a su manera, la Torá lo hizo mediante su Creación en siete días o la mitología egipcia mediante el descuartizamiento de Osiris por su Hermano Seth y luego recuperando los pedazos su esposa Isis, la Madre Naturaleza.
Hoy podemos ofrecer una nueva analogía, más acorde con la Ciencia al límite y que un buen equipo de astrofísicos y biólogos de Mente abierta podrían descifrar sin mayor problema; pero recuerden, mis Fratres y Sorores, lo expuesto solo es una analogía más, una visión del Cosmos más acorde con lo conocimientos científicos de la actualidad.
Todo es Energía, Inteligencia, Memoria y Consciencia. ¿Cómo algo que no tiene un Cuerpo visible puede tener tales cosas? Quizá, algo parecido se pregunte una hormiguita cuando una Persona extermine su hormiguero. Quizá sí tenga algún Cuerpo o forma pero si es tan grande, quizá solo veamos nada, porque lo que observemos solo sea el espacio intercelular o inter atómico, o meramente el Éter del que todo está constituido, siendo ese Éter el Cuerpo de Dios.
Seguramente volveremos, sobre esto, más veces.
Por cierto, ese huevo en el útero de Sophía no es la Tierra ni el Sistema Solar ni, tan siquiera nuestra galaxia o el Universo; sería todo el Multiverso y de ese huevo, fecundado y en progreso, nacerá algo nuevo, inmenso y mucho más grande que cualquier cosa que conozcamos, el Hombre Cósmico, Dios hecho Hombre y Pleroma al mismo tiempo.
Frater Aralba R+C; S.C. de la F.R.A. en España, vía su A.M.L. “Rosa Mística”; Linaje: Huiracocha, Aureolus, Camael y Amorifer
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