“¿Dios existe?”
-Sí, ahora bien, ¿Qué Dios?-
El que usted nos esté leyendo y que nosotros podamos hacernos entender, es prueba más que suficiente de la existencia de Dios; pero no de cualquier Dios, sino de la fuente de todo, incluida la Conciencia. Somos conscientes porque la Consciencia existe y la Consciencia es Dios.
En realidad todo parece, en última instancia, surgir de la Nada; en tanto que las partículas elementales, que estudia la física cuántica, surgen de un Campo Etérico, por algo así como “arte de birlibirloque”; es decir, pura magia. Se trata de la misma consciencia que nos permite imaginar e inventar, a los seres inteligentes, la que permite que del Campo de Higg surjan partículas diferenciadas para, vaya usted a saber qué asunto. No pensarán que todo es fruto de la casualidad y que, luego, esas mismas partículas forman átomos, moléculas, células, organismos y seres vivos capaces de demostrar consciencia.
Dios existe, claro que sí y ¿Quién sería el insensato para poder negarlo?; pero no cualquier dios, sino un Dios muy corriente y, al mismo tiempo, muy especial.
La Palabra Dios es una invención humana creada para nombrar a algo desconocido; pero que se considera supremo. Nos explicamos, nada hay por encima de Dios, no hay otra Palabra Humana que pueda estar por encima de ella, dado que representa la Plenitud de la Consciencia que ha planificado todo lo que existe, ya sea aquello visible o invisible.
Lo Supremo, la Plenitud no puede o debe depender de nada más, es autosuficiente y ni el Espacio ni el Tiempo lo preceden, en tanto que el Tiempo y el Espacio son una manifestación posterior de la Conciencia Suprema, de Dios.
Dios lo es todo, tanto lo que nos rodea, de cerca como de lejos, hasta los confines del Multiverso, como de cerca, en nuestro interior, donde revolotean en un mar libre de espacio ni tiempo, las partículas cuánticas que, en último término, conforman los ladrillos celulares de los que todos estamos formados.
Así Dios es tanto lo infinitamente grande como lo infinitamente pequeño. De él procedemos, en él existimos, en él nos transformamos y nuestros cuerpos son reciclados para formar otras estructuras materiales y nuestra consciencia individual, siempre, retorna a su Conciencia Colectiva.
Así, podemos decir que Dios no es alguien o algo, en tanto que Dios no es una Persona u otro tipo de Entidad definible, sino todo lo existente junto con todo lo que es posible que llegue a existir algún día; pero no solo es eso, sino el océano de ideas de donde se nutre el Campo Etérico que proporciona las partículas a nuestro Universo para que pueda existir.
Dios es la Conciencia Cósmica que permite que tú y nosotros podamos interactuar y comunicarnos, en la apariencia de individualidades, porque, si no te has dado cuenta aún, la individualidad es una mera ilusión en tanto que todos estamos comunicados, en Dios, mediante la Conciencia, como las gotas de agua lo están en el Océano, sin que podamos determinar dónde termina una gota de agua y comienza la otra.
Aquí, evidentemente, no estamos hablando de la concepción de Dios que tiene la mayoría de la gente. Dios no es un gran mandatario que pudiéramos ilustrar, ni el poderoso emperador del Olimpo de los dioses, ni cualquier otra referencia parecida, en tanto que si así fuese, Dios se encontraría limitado por algo de su entorno y, entonces, no estaríamos hablando de Dios, sino de otra cosa, superior a nosotros sí; pero no suprema, preexistente y Eterna.
Dios vive en nosotros, tanto en tí como en mí y figuradamente, decimos, que en nuestro Corazón, aunque en realidad ocupe todo nuestro espacio celular e intercelular. Así, Dios es el Dios de tu Corazón; pero también el de tu comprensión más o menos limitada, estando siempre seguros de que Dios estará siempre, infinitamente, por encima de nuestra finita y limitada comprensión.
Recuerda, si puedes imaginar que existe un Dios es porque Dios existe, si podemos hablar acerca de Dios es porque Dios existe y cuando yo me dirijo a tí, soy consciente de que me dirijo a Dios y que Dios será quien nos lea. En cierto modo, cuando escribimos es como si estuviese orando contigo; es decir, con Dios. Así las cosas, todo en el Multiverso es una suerte de monólogo de Dios con el mismo Dios, en una suerte de Divina paranoia y en donde Dios se encuentra en una permanente huida creadora hacia adelante intentando huir de su eterna soledad; en tanto que sólo existe Él y nosotros, tú y yo, no somos otra cosa que recreaciones mentales de una Conciencia fructífera que viene existiendo desde toda la Eternidad. Tú y yo solo somos, nada menos, que una Idea en la Mente Cósmica de Dios.
Frater Aralba R+C; S.C. de la F.R.A. en España, vía su A.M.L. “Rosa Mística”; Linaje: Huiracocha, Aureolus, Camael, Amorifer
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