10 junio, 2024

Lo ridículo de la estúpida arrogancia

 “Lo ridículo de la estúpida arrogancia”


-No entramos al trapo, solo avisamos-

Nos encontramos en un País, España; pero también en la Argentina y en otros lugares del Mundo, donde una gran parte de sus ciudadanos creen ser lo más de lo más y se dirigen a los que creen ser sus iguales o inferiores, con frases lapidarias; es decir, enlatadas, con preguntas retóricas cargadas de enigmas y con frases vacías de contenido y juicios de valor.


En cualquiera de los casos, no solo resulta ridículo sino que es ofensivo y de mala educación para cualquier interlocutor investido con una mediana inteligencia.


Es como decir, como yo soy más listo que éste que va de listo, pensando en su interlocutor, lo voy a poner a prueba con una suerte de jeroglífico, a ver qué me contesta. 


El problema de todo esto es que ya andamos curado de espanto y hace tiempo que decidimos, no solo ignorar estas actitudes de estúpido engreimiento sino apartar a estos individuos de nuestra vida, más que nada por una cuestión de salud mental.


Entrar al trapo, en los casos que estamos mencionando, no solo es un craso error, pues estos individuos no buscan intercambiar información o encontrar una verdad superior “La Verdad siempre la tienen ellos”, es pura ironía; sino que su misión, en su acción, es intentar desactivarte, demostrar que estás equivocado y, por supuesto, demostrar que se encuentran muy por encima de tí y humillarte públicamente.


Es muy difícil, aunque no imposible, que a estas alturas de la película me la peguen; pero, a pesar de estar uno siempre al tanto, sin embargo, siempre sale alguno con el cuento de siempre intentando colocarnos alguna zancadilla para intentar demostrar que somos un fraude o alguien que va de listo, vaya usted a saber con qué razón, porque siempre debería de existir una razón para ello.


Nosotros hablamos y escribimos para que nos entienda cualquiera, incluso los niños, al menos esa es nuestra intención y no vamos con enigmas propios a los usados por los vacilones Crowley o Robert Antón Wilson. 


Nosotros no tenemos ni queremos demostrar nada, solo transmitir la información que nos proporciona nuestro Maestro Interno y no, no me voy a poner de conejillo de indias en las manos de algún aspirante a científico escéptico y que se crea en posesión de la Verdad.


Somos gente sencilla dispuesta a diálogos sencillos e intentar responder, en lo posible, a preguntas claras y coherentes libres de jeroglíficos y enigmas. No estamos dispuestos a entrar en vaciles de abogados que no conducen a nada y nos hace perder nuestro valioso tiempo.


Ya digo, no es entrar al trapo de los engreídos y arrogantes sabelotodo que buscan humillar a sus contertulios sino un aviso para navegantes. 


Nuestro corazón está muy delicado y aunque nuestra Mente siga poderosa, no nos encontramos en disposición de entregarnos a juegos de colegio ni a diálogos de besugos sofistas.


Aralba

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