“Las muchas Gnósis”
-No os dejéis engañar, el Demiurgo no es lo que dicen ser. “Todo” somos el Demiurgo-
Siempre estamos luchando con el dilema de transmitir o no el error que hemos heredado y, siempre, sale nuestra vena revolucionaria negándonos a ello, aunque tal cosa nos haya sumido en la más completa soledad.
La Gnosis es el origen del primitivo Cristianismo antes de que éste fuese secuestrado por el Imperio de Roma. El problema es que antes del Cristianismo Oficial, existieron muchos y diversos cristianismos; es decir, muchas clases de gnósticos, aunque la Gnósis solo sea una. Quienes tengan duda de esto, que pregunten al Dr Piñero, quien es uno de los mayores expertos, a nivel mundial, de la Gnosis.
Entre los gnósticos, los había que eran frugales y rechazaban cualquier tipo de carnalidad; pero también había otros que se daban a los vicios de la carne. Hubo quienes identificaron al Demiurgo con Satanás; pero también los hubo que supieron ver en Él, la emanación de la Voluntad de Sophía.
Lamentablemente, necesito hacer mención de ello, dado que la Tradición que nos rodea dice que el Demiurgo era un necio, culpable de haber hecho Mal éste Mundo y a quien se lo culpa de todos los males; pero eso es una injusticia fruto de la ignorancia. Ignorancia, incluso de los patriarcas de algunas de las iglesias gnósticas más cercanas a nuestra Fraternidad Rosacruz. Ante éste hecho, no nos queda otro remedio que volver, de nuevo, a defender la dignidad del Demiurgo original. Sí, porque ese monstruo de ignorancia y sin algún atisbo de Humanidad no es el Demiurgo sino Autades, el Gran Presuntuoso, un Arconte suplantador.
La Idea de construir un Universo de Materia partió de la Mente del Eón Sophía, como una suerte de laboratorio donde intentar resolver, si fuese posible, su propio origen, el de la Corte Celestial y el del propio Pleroma, la Plenitud del Cuerpo Divino; el que vendría a denominarse como el Dios de Spinoza.
Los eones, por sí mismos no pueden crear nada, pues solo son meras ideas en permanente evolución; así es que Sophía, siendo como era, al igual que el resto de Eones, emanación del Pleroma, emanó de sí misma una Fuerza de Voluntad a la que denominó como el Demiurgo. Y aunque la Idea de la Creación partió de Sophía, sería la Voluntad del Demiurgo, la encargada de dar forma tridimensional y espacio temporal a las ideas del Pleroma que constituyen el Universo.
Digamos que el Demiurgo, en tanto que Diseñador del Mundo, es equiparable; es decir, es lo mismo que “El Gran Arquitecto del Universo” de la Masonería Tradicional y Regular. Así, señalar al Demiurgo o Gran Arquitecto como un Demonio es un gran error que roza la blasfemia.
Pues veamos donde se encuentra el error, la equivocación que ha hecho que algunos gnósticos, lamentablemente la mayoría de ellos, vengan considerando al Demiurgo como al máximo responsable del Caos en la Creación.
Como bien saben nuestros amigos lectores, no somos bien dados a aceptar los dogmas que nos vengan de arriba y eso es debido a nuestro carácter herético del Libre pensar y que nos defiende de caer, puntualmente, en la irracionalidad, así es que indagamos en esa Cuestión de un Demiurgo Demoníaco que no cuadraba con nuestra concepción de la Gnosis, ni tampoco con las explicaciones que nos proporcionara, personalmente, el Dr Piñero.
Les recuerdo que nos encontramos dentro del contexto de un Mito, donde la personificación de los personajes solo es la metáfora de una Realidad complicada de explicar. Es importante que ésto lo mantengan en cuenta para que no caigan en la literalidad de las palabras que construyen el Mito. Dada ésta necesaria explicación y dando por sentado que nuestros personajes no son personas, ni tan siquiera entidades, sino Fuerza Espiritual y Consciencia, continuamos.
La Voluntad de Sophía, el Demiurgo, diseñó unos cimientos, pilares y vigas sobre los que sustentar su Creación. Todas esas estructuras son meras ecuaciones matemáticas que evolucionan hacia la geometría, bidimensional primero, tridimensional después y tetradimensional al final, en tanto que contiene las tres dimensiones del Espacio y la cuarta del Tiempo; es decir, las Fuerzas de la Naturaleza que el Hombre ha desglosado en leyes. Pues bien, esas ecuaciones matemáticas con las que el Arquitecto geometrizó, no son otra cosa que algoritmos de programación, sin consistencia física; pero con una capacidad de Inteligencia Artificial inducida por el Creador mediante la propia Creación, y a los que la Tradición gnóstica denomina como los arcontes y que en alguna corriente gnóstica se relacionan con los planetas del Sistema Solar, incluyendo al Sol y a la Luna; pero ésto es irrelevante, en tanto que es meramente circunstancial.
Justo un instante antes de acabar su Obra, el Demiurgo la presentó a Sophía para que ésta diese su visto bueno; pero Sophía, cuando vió el resultado, como que se escandalizó y clamó al Cuelo. Ahí se encontraban, ante sus ojos, las ideas del Pleroma materializadas; pero sumidas en una atroz agonía, en tanto que las criaturas apenas podían reptar sobre sus cuerpos.
Evidentemente Sophía no podía dar el visto bueno a su emanación el Demiurgo para que concluyese su Obra y determinó solicitar auxilio a la Corte Celestial de los Eones, la cual no había sido consultada hasta entonces acerca de los planes de Sophía. Después de una profunda y larga deliberación, el Consejo determinó que una parte importante de Sophía, concretamente su Voluntad, el Demiurgo, debía de sacrificarse y encarnar en la Creación para que el trabajo del Demiurgo cobrase verdadera Vida. Así, esa parte de Sophía que permanece con nosotros y que permite que la Vida exista y frustifique la denominamos como “La Naturaleza”; la otra parte permanece intacta en la Corte Celestial junto a sus otros eones hermanos.
El proceso fue como sigue. El Demiurgo siguiendo las directrices recibidas del Eón Sophía, la Madre Divina y la Madre Naturaleza, insufló su propio Espíritu de Vida, la Voluntad, en la Creación, representada en la cúspide de su Plenitud, Adán, el Hombre, Varón y Hembra. Así, se acaba el sexto y último día de la Creación y el Séptimo que es en el que las escrituras dicen que descansó, es nuestro Tiempo; es decir, toda la Creación, ahora, vivimos en ese séptimo día y cuando el Creador insufló su aliento de vida se integró, plenamente, en su Creación; es por ello que se concluye que el séptimo día descansó y sigue descansando en el interior de su propia Creación.
Queda decir que, antes de insuflar el aliento de vida en su Obra, programó a los arcontes, en una suerte de jerarquía matemática, bien establecida, para que se ocuparán, en su ausencia, de que todo el Programa de la Creación saliese bien y no se viniera abajo; es decir, los arcontes, son los encargados, en tanto que cimientos, pilares y vigas de que el Universo se mantenga estable hasta que culmine su cometido y Sophía pueda presentar al Consejo Celestial, el resultado final de su Trabajo de Investigación.
La Cuestión es que el Arconte del Tiempo, “Cronos, Saturno, Jehová, Satán”, tomó las riendas del trabajo finalizado del Demiurgo y, hasta el día de Hoy, se ha venido pasando por Él; y lo peor de todo, dada nuestra ceguera y falta de memoria consciente, es que damos por hecho de que el Demiurgo, el Creador, no es otro que el Tiempo, cuando el Creador vive en su Creación, vive en el interior de todos nosotros; dicho de otro modo, todas las ideas materializadas, entre las que nos encontramos tú y yo, contenemos una Chispa de Espíritu Divina que no es otra cosa que un fragmento del Demiurgo y a la que los Cristianos gnósticos hemos venido a denominar como Cristo.
Cristo es la Voluntad de la Naturaleza, es decir, de Sophía, viviendo en nuestro interior. Se trata de nuestra conexión con el Pleroma, con Dios.
Somos conscientes de lo difícil que resulta destruir conceptos preconcebidos que terminaron convirtiéndose en dogmas; pero no podemos permanecer impasibles ante la enseñanza de dogmas que son básicamente erróneos. El Demiurgo no es algún Arconte, el Suplantador Autades, el Falso Presuntuoso, Jehová sí.
Frater Aralba R+C; S.C. de la F.R.A. en España, vía su A.M.L. “Rosa Mística”; Linaje Huiracocha, Aureolus, Camael, Amorifer
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