29 abril, 2012

El Verdadero Espíritu de la Bestia (La Bestia entre Nosotros)

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EL ANTICRISTO


¡Pudiera ser yo!, ¿Porque no usted?

Un quiosquero de prensa que lleva una vida corriente, como todo el mundo, me entregó la traducción de un manuscrito antiguo. Lo abrí, ojeé su contenido y prácticamente lo mastiqué hasta que la más profunda de las angustias invadió mi asustada alma.

Un escalofrío gélido recorrió mi espina dorsal, hasta tal extremo, que tuve que arroparme con algunas mantas que había en el diván.

Yo era un hombre acostumbrado a leer la Biblia de una forma bastante habitual, libros sagrados de otras religiones no judeocristianas  así como de las más diversas mitologías. Estaba convencido que las profecías que se encontraban en algunos de aqyuellos escritos  iban a cumplirse. Lo peor de todo era que el pensamiento era de un cumplimiento inminente.

¿Cómo había llegado a tales conclusiones?

Hombres de ciencia, teólogos, astrólogos y videntes lo proclamaban a gritos. La Edad de Oro de la humanidad de Acuario se aproximaba y ¿casualidad?

Descubrí que todo estaba anunciado en el libro del Apocalipsis de Juan.

Empezó la paranoia a cebarse en mi alma. Sabía demasiado y muy pronto llegaría a creer, estaba convencido, que alguien me vigilaba.

Hace poco escribí un ensayo dedicado al Caos Universal; a la Guerra Interdimensional que sucediera antes del nacimiento del hombre. El libro era una especie de recopilación, anárquica, de los datos que había obtenido ora de aquí otrora de allá.

No sé como, pero desde el principio me dio la sensación de que la aventura que escribía no era una novela cualquiera; sino más bien una crónica de algo vivido o por vivir.
 
Veía en mis sueños a unos seres dimensionales que ocupaban la Tierra primigenia. Aquellos habían venido de una galaxia lejana a la Vía Láctea; pero cuyo, cercano eco, pertenecía a una dimensión diferente a la nuestra.
 
Era una dimensión a la que se accedía dando un pequeño salto desde nuestro mundo de materia aunque invisible para nuestros sentidos físicos.

Pude ver la rebelión de un Arcángel llamado Lucifer.
Como se alzaba contra su creador.
Como fue derrotado, tras una batalla de eones, la cual transformó para siempre a nuestro Universo.

El sueño era repetitivo y siempre volvía. Por ello, mi ánimo caía derrotado en una profunda depresión espiritual.

Me sentía como vacío.

Algo impulsaba a mi Ser a una acción desconocida. También surgía una acción contraria que se oponía a la primera. Como si de algún modo se negaran mutuamente.

Siempre vislumbraba algo nuevo en mis desconocidos sueños. Quizá debido a una extraña neurosis producida por mis pseudoconocimientos basados en una heterogénea cultura que había sido entremezclada por una delirante imaginación.

Ahora podía verlo con meridiana claridad.
 
- Hijo de Luz, amado hermano, tus pecados han sido por eones infinitos. El Padre siempre te ha perdonado; pero tu maldad ha rebozado el cáliz de la divina paciencia pues ha sido aderezada con tu perpetua rebeldía. No sólo te has perdido tú, sino que has arrastrado al fango a miríadas de nuestros hermanos.
 
-         Ahora, el Dios de la Creación, nuestro Padre Eterno, me ha enviado a mí, Miguel, tu gemelo hermano, para que os condene a ti  y a tus seguidores, llamados desde ahora demonios, a ser encerrados en las mazmorras infernales del corazón de Dios.

- Nuestro Padre llora noche y día por ti. Tu fuiste el fundamento de su Creación, la Luz...
 
Igual que si lo sintiera con mis propios sentidos y lo viera con mis propios ojos, contemplé la agonía de Satanás que, junto con sus hordas diabólicas, era encerrado en lugares inaccesibles y de nombres desconocidos. Contemplé como aquel lugar era extremadamente cercano y sin embargo muy lejano. Era otra dimensión, a la que se accedía por vía de lo onírico.
 
Unas frases mágicas fueron pronunciadas en aquella dimensión, justo enfrente de las grutas diabólicas y unos sellos divinos sellaron la prisión de Satanás y sus maléficas huestes.
 
Paulatinamente fui comprendiendo, no sin sentir un ligero aire de terror, como aquellos seres demoníacos poseían una ventana amplia para comunicarse con la nueva raza humana. Los Sueños. Eso era, la débil mente humana les servía de paso para comunicarse con los seres de nuestra dimensión.
 
La esquizofrenia hizo su aparición. La locura más inaudita me envolvió hasta el último átomo.
¿Era posible que pudiese creerme semejantes barrabasadas siderales?

Lo asombroso del caso no era eso, sino que mi mente deliraba frecuentemente y mi cuerpo se resentía con un tremendo cansancio. Tenía la sensación de estar siendo manipulado. Tenía miedo a todo.
 
Ya no podía abrir la puerta de mi casa sin tener una extraña sensación de acoso. El más ligero movimiento de las cortinas del ventanal hacía que sintiese escalofríos.
 
Seguía preguntándome ¿Porqué?. Quizá sabía demasiado. Nunca debí investigar sobre aquellos misteriosos temas. Estaba convencido que ellos ya lo sabían. Que los delataría al mundo. Así no podrían jamás cumplir sus diabólicos planes.
 
Sí, Satanás podía infiltrarse en nuestro mundo y poseía temporalmente a algunos humanos que vibran en su misma frecuencia. Ha intentado encarnarse; pero eso no ha sido posible gracias a los sellos que aprisionan su espíritu en el interior del corazón del Creador. Un agujero Negro. Múltiples agujeros negros. Cada uno es la Celda de un Demonio.
 
Lo conseguirá al final de los tiempos cuando llegue la Edad de Oro de la Humanidad. Ese tiempo ha llegado. Es ya. Sé que Satanás está encarnado en el Anticristo; pero es una realidad demasiado terrorífica para siquiera pensar en ello. Me conformo pensando que sólo se trata de elucubraciones de mi mente enferma.
 
El mundo creado después del cataclismo fue entregado al hombre. Lucifer se introdujo en un sueño de Eva e hizo caer a Adán. Desde aquél terrible instante, el innombrable fue coronado como regente del suelo que pisa su democrático elector.
Gracias a Dios, se trata de un Primer Ministro  en el exilio.
 
Esas y otras eran las palabras que una y otra vez bombardeaban, sin cuartel, mi maltrecho cerebro; pero decirme a mí: ¿Porqué sabía cosas que el resto del mundo ignoraba?

Mi intelecto no se había parado en la perfección  de un tema en concreto. Mi polifacetismo llegaba a tal extremo que había tocado un poco de mucho y mi infantil mente había hecho el resto. Había atado los cabos sueltos y rellenado los huecos con conocimientos que en apariencia eran ajenos a la materia en cuestión. Quizá fuese eso lo que llevó a mi intelecto a una mezcolanza absurda y sin sentido.
 
Tiempo atrás escribí una carta en la Revista Mundo Desconocido. Por aquel entonces, no di demasiada importancia  a lo que escribiera.
 
Me siento cada vez más vigilado, como consecuencia de la publicación de aquel maldito escrito. Esa misiva jamás debió salir a la Luz. Satanás está descubierto y posiblemente me esté buscando. A lo peor ya me ha encontrado.

No obstante, algo más fuerte que mi yo es lo que me impulsa a seguir escribiendo. Si ustedes, lectores, me lo permiten, introduciré a continuación aquellas líneas que nunca debieron ser publicadas; mas que nada, para ponerles en antecedentes.

Esto lo hacemos bajo el luminoso impulso de un pequeño atisbo de humanidad, para que el conocimiento pueda estar al alcance de todos. De toda la humanidad.
Esta fue la Carta:....




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