"Benditas mudanzas"
-Una gran herramienta para poner a prueba el desapego-
Después de haber sufrido alguna que otra mudanza, somos conscientes de que en el proceso, siempre, algo se pierde y ese algo pone a prueba nuestro nivel de apego o desapego a las cosas, los animales o las personas.
Está última mudanza de Madrid a Cuenca nos ha supuesto varias pérdidas importantes; pero que las doy por buenas; es decir, no intentaré por medio alguno el poder recuperarlas.
No es la primera vez que abandono, en la basura, algún símbolo, monografías, o instrumentos rituales que, por no querer estar conmigo, ha caído al piso y se han hecho mistos. Ya nos pasó con el Símbolo de la Rosicrucian Fellowship que nuestro Amigo y Hermano "Salvador Germán Caballero" nos regalara.
Un día el adorno apareció caído en el suelo, tras desprenderse de su sujeción, roto en dos pedazos. Entonces supe que ya no quería estar conmigo; que el Egregor de la Rosicrucian Fellowship me daba la espalda y es por ello que no actué como los japoneses intentando pegar y recomponer la pieza. La basura fue su destino, como en su día también lo fueran todas las lecciones y correspondencia con la Institución. Así, mi antigua pertenencia a la Organización quedaba restringida a la creencia, de mis oyentes, en mi palabra; dado que ya no quedaba prueba documental de mi permanencia a dicha Fraternidad. Con la AMORC sucedería otro tanto de lo mismo.
En ésta última mudanza se han perdido más cosas y, lo cierto es, que no me duelen nada y, por el contrario, me reconforta el haberlas perdido porque ahora, los que me lean o escuchen solo tendrán mi palabra de honor acerca de mi permanencia a esta u otra Institución, o los grados alcanzados en ellas, en tanto que quedaron, por olvido, en un cajón de un armario. Así que no me pidáis que os muestre nuestra afiliación a ésta u otra masonería o incluso a la propia AMORC. Toda la documentación se ha perdido y yo solo siento un gran alivio al no tener que haberla destruído yo mismo con mis manos o echándola al fuego purificador. El mismo Destino se ha ocupado de colocar las cosas en su sitio. Ha sido una verdadera prueba de nuestra capacidad de desapego. También, en éste caso, los símbolos han tenido algo que ver, en tanto que una Rosacruz Hermética de la AMORC, decorada en madera de contrachapado, no queriendo, ya estar conmigo ha llegado a la nueva vivienda destrozada y esto es importante decirlo, en tanto que ya había sufrido un previo deterioro al caer en las fauces de Dione, una traviesa cachorrita de Cocker American Spaniel.
Sin algún dolor, recogí sus restos y los troceé previamente antes de tirarlos a la basura. Aquello que no quiere estar conmigo nunca lo intentaré recomponer.
Pero lo más triste de toda ésta Mudanza, prueba de nuestro desapego, ha sido la pérdida, no sabemos si temporal, de nuestra gatita Cloe que salió esta misma tarde a dar un paseo y ya no regresó. No sé lo que habrá pasado con ella y si estará en otras manos o ha sufrido algún incidente con algún perro o con un vehículo de cuatro ruedas, o simplemente esté pasando frío a la interperie.
Su vuelta, como nuestro Daemonium temporal, nos haría muy felíz; pero si estaba de ella desaparecer de nuestra vida lo aceptaré con cierto estoicismo. No, de veras, no siento ansiedad ni pena por su desaparición y todos debemos aprender una cosa: las cosas, animales o personas que están con nosotros, lo están de forma temporal y eso es una verdad que debemos de asumir y no podemos estar lamentándonos de la pérdida de ésto, aquello o lo otro. Si Cloe tiene que regresar a mi Vida lo hará; pero si no, habrá que asumirlo rápido y pasar a otra cosa.
También se ha quedado en la antigua vivienda nuestro dioloma de "Terapias Naturales y otra Medicina complementaria", con lo cual, también nos encontramos más descargados del peso de tener que demostrar, mediante algún Documento nuestro Conocimiento. Es como si un incendio hubiese acabado con la historia documental de nuestro pasado y ya solo quedará, como prueba de nuestra historia personal, nuestra palabra.
Una palabra que jamás tendrá la osadía de reivindicar los títulos perdidos, ni la arrogancia de haber alcanzado estos u otros grados. El estoicismo, la humildad y el desapego son primos hermanos, si no hermanos de sangre.
Yo no seré quién te diga lo que tienes que hacer cuando pierdas algo; pero sí te diré lo que yo suelo hacer: cuando marcho de un lugar, al contrario de lo que se aconseja, no dejo las puertas abiertas sino que las cierto a cal y canto para evitar la tentación de repetir una misma historia, una y otra y otra vez. Si algo se descompone o se rompe no intento recomponerlo porque entiendo que ha llegado la hora de desprendernos de ello y simplemente lo lanzo a la basura y si algún animal o persona se aleja de mí, es porque ya no tienen que estar con nosotros y lo mejor que podemos hacer es no perder el tiempo en lamentaciones, aceptarlo, y a por otra cosa mariposa.
Espero que ésta mi experiencia personal os pueda servir a vosotros; pero no para que hagáis lo mismo que yo, sino para que meditéis en que haríais vosotros si perdidas parecidas se produjesen en vuestras vidas.
Por cierto, los mandiles masónicos, rosicrucianos y medallas seguirán el mismo destino que aquellos otros símbolos que no queriendo permanecer con nosotros acabaron en el cubo de la basura. Es preferible tirarlos a que se queme la casa.
Aralba R+C